La caza en España está experimentando un acelerado proceso de envejecimiento. Esta tradición, que en una época fue tan popular y masiva como el fútbol o el baloncesto en cuanto a número de federados, se enfrenta a un futuro incierto. Un reciente estudio publicado en People and Nature examina la evolución de esta práctica en la penÃnsula ibérica durante los últimos 50 años y ofrece proyecciones para próximas décadas.
Los datos no son alentadores y plantean preguntas sobre el futuro de los bosques y montes.
Análisis de la Caza en España. Investigadores del Instituto Pirenaico de EcologÃa (IPE-CSIC) han publicado un estudio en la revista People and Nature, titulado «El colapso demográfico de la caza en la penÃnsula ibérica». Este estudio examina seis regiones españolas —Navarra, Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha, Murcia y AndalucÃa— y Portugal, abarcando una población de cazadores que en 2020 ascendÃa a 583.575 personas.
Gráfico del trabajo dirigido por Mario Gaspar y colaboradores en «People and Nature».
Reducción del 45%. Los investigadores han concluido que la población de cazadores ha disminuido significativamente en el último medio siglo. Si esta tendencia continúa, se espera que prosiga en las próximas décadas.
El estudio revela que en los últimos 15 años la cantidad de cazadores en el área estudiada se redujo un 26%, y este porcentaje sube al 45% si se observa a lo largo de 50 años. Esto se traduce en una caÃda de 1,06 millones de cazadores en 1970 a menos de 800.000 en 2005 y bajo los 600.000 en 2020. Los investigadores predicen que el panorama futuro será aún menos prometedor.
«Para 2050, siguiendo las tendencias actuales, se espera que el número de cazadores en el área de estudio disminuya un 70%», aseguran los autores. Como referencia, en 2007 España contaba con 980,000 cazadores, la segunda cifra más alta de Europa, solo después de Francia. Sus proyecciones indican que en 2050 el número de cazadores en el área estudiada, que no cubre todo el paÃs pero sà gran parte del territorio, será de solo 176,815.
El Problema del Relevo Generacional. La caza enfrenta un gran desafÃo: la falta de relevo generacional. El envejecimiento de la población, la migración del campo a la ciudad y los cambios culturales y sociales han afectado profundamente al sector, algo que se refleja en las estadÃsticas. Según los investigadores, en las áreas estudiadas, el «reclutamiento» de nuevos cazadores ha disminuido más de un 89% en cinco décadas.
Se pasó de incorporar 44,000 nuevos cazadores entre 1970 y 1979 a menos de 5,000 entre 2010 y 2020. Las caÃdas fueron aún más pronunciadas en regiones con una fuerte tradición cinegética, como Castilla-La Mancha y Portugal, donde superaron el 90%.
Como resultado, la participación de los jóvenes en la caza ha caÃdo a «mÃnimos históricos», complicando aún más el futuro de esta actividad. La mayor presencia de cazadores jóvenes se da en municipios con menos de 100 habitantes, donde alcanzan el 14%. En localidades de más de 10,000 personas, esta tasa cae por debajo del 1%.
Gráfico del estudio liderado por Mario Gaspar y su equipo en «People and Nature».
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Un Colectivo Envejecido. La caza en España está dominada por cazadores mayores, con más de 60 años, mientras que es poco común encontrar jóvenes de veintitantos o treinta practicando la actividad. Si la tendencia persiste, para mediados de siglo la proporción de cazadores mayores de 60 años podrÃa aumentar del 40% al 61%.
«La población cinegética, con cerca de 600,000 cazadores, está envejecida, siendo la cohorte más importante la de 61 a 70 años, con una prevalencia ocho veces mayor en áreas rurales pequeñas que en grandes ciudades», apuntan los autores.
Las estadÃsticas son esclarecedoras: la franja de cazadores de 61 a 70 años es la más numerosa, con un 23%. El abandono de la caza se acelera a partir de los 65 años, mientras que la presencia de cazadores menores de 20 años es apenas significativa, con un 0,92%.
Evolución y Cambios. La caza evoluciona al tiempo que la sociedad española también lo hace. Su envejecimiento coincide con el retorno demográfico y la migración del ámbito rural al urbano, factores que afectan la práctica cinegética.
Los investigadores han observado que la tasa de participación es más alta en pequeños municipios: un 8% en pueblos con menos de 100 habitantes, frente al 1% en ciudades de más de 100,000 residentes. Sin embargo, la mayorÃa de los cazadores se encuentra en áreas urbanas medianas, de entre 10,000 y 100,000 personas.
Es probable que la situación del colectivo sea aún más desfavorable, ya que, según los autores, su estudio no incluyó todo el territorio español. «Las disminuciones reales en toda la penÃnsula podrÃan ser mayores, ya que las regiones no contempladas, sobre todo en el noroeste de España, están más envejecidas y probablemente han visto una disminución más significativa en la caza», afirman.
Una Pregunta, Múltiples Impactos. El estudio de People and Nature es valioso al documentar el «colapso demográfico» de la caza en la penÃnsula, pero también suscita interrogantes esenciales: ¿Cómo afecta este declive a los ecosistemas y las poblaciones de flora y fauna silvestre? ¿Cuáles son las consecuencias ecológicas y cómo influyen en las polÃticas de gestión ambiental, especialmente cuando el declive coincide con el abandono rural?
La Huella Económica. España siempre ha tenido una profunda tradición cinegética. En 2017, según el Anuario de EstadÃsticas Deportivas, el paÃs tenÃa más cazadores federados que la mayorÃa de los deportes, solo superados por el fútbol y el baloncesto.
Este peso se traduce en más de 6,000 millones de euros generados anualmente por el sector, con cientos de millones recaudados en impuestos y la creación de decenas de miles de empleos. Además, esto justifica que en las armerÃas haya más armas para caza que para tiro deportivo.
Imágenes | Emmanuel RodrÃguez (Flickr) y The demographic collapse of hunting in the Iberian Peninsula (People and Nature)
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