La humanidad siempre ha tenido una tendencia innata a identificar patrones inexistentes y a vincular eventos al azar como si fueran causa y efecto. Antes se bailaba para atraer la lluvia; hoy configuramos Notion con la esperanza de aumentar nuestra productividad.
Diferente época, similar superstición.
Cal Newport acertadamente llamó a estas prácticas «danzas de la lluvia productivas», refiriéndose a aquellas acciones que creemos mejorarán nuestros resultados pero que, en realidad, no tienen un efecto tangible.
Invertimos tiempo en personalizar herramientas de gestión del tiempo (mea culpa), ordenamos nuestros correos por colores (inocente) o probamos nuevos métodos como si fueran soluciones mágicas (otra vez, culpa mÃa). Danza en torno a la hoguera de la productividad esperando que algún milagro nos toque. ElÃ, elÃ, lama sabactani.
La peculiaridad de estas supersticiones digitales es que, a diferencia de las tradicionales, vienen envueltas en elegantes interfaces y números que fomentan la ilusión de avance.
Pasamos horas reordenando nuestros archivos en la nube, pero eso no se traduce en trabajo real, aunque nos haga sentir más organizados. Eliminar constantemente notificaciones no impulsa proyectos, aunque nos dé pequeñas gratificaciones inmediatas. AsÃ, construimos nuestras propias creencias.
- «Solo puedo concentrarme con esta aplicación en particular».
- «Mi dÃa está arruinado sin mi ritual matutino de 17 pasos».
- «Debo responder cada mensaje al instante para ser profesional».
El problema de estos rituales no es su futilidad (algunos tienen cierto valor), sino que confundimos el proceso con el objetivo, la acción con sus resultados.
Como destaca Newport, nos centramos «en la actividad inmediata en lugar de en los resultados acumulativos». Mientras seguimos estas rutinas con fervor, los proyectos que realmente importan permanecen olvidados en nuestra lista de tareas.
Necesitamos un enfoque pragmático para romper con estas supersticiones digitales. Preguntarnos si nuestras acciones generan resultados tangibles o solo nos dan la ilusión de progreso. Si estamos confundiendo movimiento con avance real.
Los rituales más efectivos suelen ser los más simples: tiempo ininterrumpido, menos notificaciones y un claro enfoque en los resultados que buscamos.
Quizá sea momento de dejar de bailar esperando la lluvia y empezar a construir nuestros propios acueductos.
Imagen destacada | Andreas Klassen en UnsplashÂ
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