NIO y CATL han formalizado una alianza para desarrollar la mayor red de intercambio de baterÃas del mundo. «La más extensa y avanzada», proclamó CATL según recoge La Vanguardia.
Este proyecto tiene raÃces profundas. En 2020, NIO ya destacaba por poder cambiar la baterÃa de sus vehÃculos eléctricos en tres minutos. Desde entonces, apenas hubo novedades hasta que en 2022 la empresa de automóviles eléctricos volvió a poner el tema sobre la mesa.
Por esa época, la competitividad se hizo evidente. El grupo chino Geely anunciaba que para 2025 tendrÃa en operación 5,000 estaciones de intercambio de baterÃas. No obstante, poco más se ha sabido sobre este plan.
Recientemente, CATL ha decidido apostar fuerte por el proyecto de NIO, invirtiendo 314 millones de euros en su sistema de sustitución de baterÃas. Aunque afirman querer la red «más extensa», no han proporcionado datos concretos sobre la cantidad de estaciones planeadas.
A pesar de todo, la propuesta de NIO y CATL no es la única. En China, otras empresas también han intentado estandarizar este sistema, y Bloomberg predijo en 2022 que este año habrÃa unas 26,000 estaciones de intercambio de baterÃas disponibles en el paÃs asiático.
Está claro que en China hay un interés sostenido por invertir en esta tecnologÃa. Sin embargo, si los tiempos de carga de BYD son correctos y sus estaciones son económicamente viables, una carga de 400 km en cinco minutos podrÃa dejar obsoleto el concepto.
De ser asÃ, el sistema pasarÃa al olvido. Un planteamiento que se experimentó hace casi 20 años y fracasó precisamente cuando más se necesitaba.
Un poco de contexto y una anécdota
Cuando alguien me dice que un coche eléctrico no es adecuado para viajes largos, suelo relatarles una experiencia personal.
A finales de 2019, participé en un proyecto que buscaba conectar todas las capitales de provincia de la PenÃnsula Ibérica en coche eléctrico. El objetivo era demostrar el avance de la red de carga y la capacidad de la segunda generación del Nissan Leaf. Nos turnábamos entre compañeros para completar el recorrido lo más rápido posible.
Logramos nuestro objetivo, pero la travesÃa nos tomó casi siete dÃas, parando únicamente lo indispensable para cargar el coche. ComÃamos mientras cargaba y dormÃamos mientras el coche se alimentaba de los enchufes. Recuerdo haber llamado a una gasolinera para pedir que nos permitieran utilizar un enchufe, a pesar de que ya habÃa cerrado.
No tenÃamos otra opción. En todo Teruel, solo habÃa un cargador público disponible. Ese cargador debÃa ser activado con una llave que los empleados de la gasolinera manejaban. Nos pidieron que devolviéramos la llave escondiéndola una vez terminada la carga. El Nissan Leaf de entonces ofrecÃa casi 400 kilómetros de autonomÃa con una baterÃa de 62 kWh. Frecuentemente parábamos cada 200-250 km para aprovechar la parte más rápida de la recarga, evitando quedarnos a dormir en el trayecto.
Actualmente, en Teruel y sus alrededores, hay más de 25 enchufes públicos disponibles, según Electromaps. A unos kilómetros de la ciudad, junto a la autovÃa, uno carga a 100 kW. Otros dos enchufes cercanos pueden cargar a 350 kW si el coche lo permite. Ese Nissan Leaf, según Km77, habrÃa tardado 90 minutos en pasar del 0 al 80% de la baterÃa. Hoy, la mayorÃa de los coches con 60-70 kWh de capacidad recargarÃan hasta el 80% en unos 20 minutos.
Comparto esta anécdota porque, créanme, si hubiera tenido acceso a una estación de intercambio de baterÃas de Better Place, la habrÃa usado. Lamentablemente, para cuando nos adentramos en esa aventura, el proyecto ya llevaba muerto seis años.
En poco más de un lustro, el mercado del coche eléctrico en España ha vivido una transformación notable. Aunque la red de carga debe seguir creciendo, hoy en dÃa es sencillo viajar a cualquier rincón del paÃs si el coche posee más de 60 kWh de capacidad de baterÃa. El mÃnimo necesario para viajar si se siguen las paradas recomendadas cada dos horas o 200 kilómetros.
El destino de Better Place
Es importante poner en contexto lo sucedido. Poseer un coche eléctrico y viajar con él hace poco más de un lustro era una verdadera odisea. Ahora, imagina que estás en 2007 y alguien sugiere que esos coches que apenas recorren 200 kilómetros en el mejor de los casos y requieren una noche entera para cargarse son el futuro.
¿Qué pensarÃas? Era urgente encontrar una solución para reducir los tiempos de carga. Asà pensó Shai Agassi. Este empresario israelà percibió una oportunidad de negocio. Aunque los coches eléctricos comenzaban a ganar terreno, la falta de puntos de recarga y la lentitud de carga los hacÃa inviables.
Agassi decidió crear algo tan simple y revolucionario como una estación de intercambio de baterÃas. La teorÃa era impecable en papel: llegas con tu coche y en lugar de esperar horas, en pocos minutos estarÃa listo para recorrer otros 150-200 kilómetros.
En realidad, el proceso recordaba a pasar por un túnel de lavado. Entrabas en la estación tras sortear una barrera. Dentro, la máquina retiraba la baterÃa del coche y la reemplazaba con una ya cargada. Se necesitaba un espacio adicional para recargar las baterÃas que se intercambiaban.
La idea atrajo apoyos significativos. Inversores aportaron en total 650 millones de euros. Sin embargo, en 2013 la empresa se declaró en bancarrota, habiendo recaudado poco más de cinco millones de euros.
En ese tiempo, Renault mostró interés. La marca francesa modificó su Renault Fluence para operar como un coche eléctrico. Con el apellido Z.E., el coche era compatible con el sistema de intercambio de baterÃas. El sistema solo estuvo disponible en Israel y Dinamarca, donde la empresa tenÃa operaciones.
Pese a tener todo para ser exitoso, el sistema fracasó. En Motorpasión se mencionaba que los clientes encontraban el proceso demasiado complicado, aunque debÃa simplificar las fricciones con el coche eléctrico. Sin duda, conectar el coche era más cómodo.
Ese fue uno de los grandes inconvenientes. Con una autonomÃa reducida, el intercambio de baterÃas parecÃa atractivo, pero casi nadie se atrevÃa a viajar con el coche. Era poco común que alguien utilizara el coche más allá de su autonomÃa. ¿Por qué hacerlo si era más económico cargarlo en casa durante la noche?
Además, el costo no resultaba favorable para el cliente. El dueño del coche alquilaba la baterÃa, lo que reducÃan el precio del vehÃculo, pero debÃa pagar entre 225 y 375 euros mensuales, según Yorokubo. AsÃ, no solo el coche (17,000 euros por el Renault Fluence Z.E.) era más caro que su equivalente de gasolina, sino que el pago mensual superaba el costo de un motor a combustión. ¿Dónde estaba la ventaja?
Adicionalmente, los desafÃos técnicos eran numerosos. Better Place se adaptó al Renault Fluence Z.E., pero tendrÃa que hacerlo nuevamente si deseaba seguir reemplazando baterÃas en nuevos modelos. Esto implicarÃa instalar nuevas estaciones de servicio o modificar las existentes, complicando y encareciendo el sistema. Sin un estándar, el proyecto perdÃa sentido, ya que no podÃa subsistir de un solo modelo.
Eso fue precisamente lo que ocurrió. En 2013, Renault ya anunciaba que abandonaba el sistema de intercambio de baterÃas. Better Place solo habÃa convencido a un fabricante, quien ahora se retiraba. Fue un golpe mortal que la empresa no pudo soportar. Ese mismo año se declaró en bancarrota.
En ese momento, esperaban que las ventas de coches eléctricos en Israel y Dinamarca, donde habÃan apostado fuerte, se dispararan. Nada más lejos de la realidad. Hasta 2013, Renault no lanzó el ZOE, un vehÃculo que se benefició del desarrollo conjunto con el Nissan Leaf gracias a la alianza entre ambas compañÃas, dos de los primeros eléctricos exitosos en Europa.
Pero para que eso ocurriera, tendrÃa que transcurrir casi toda la década. Una década en la que el coche eléctrico rara vez salÃa de la ciudad, y donde los propietarios contaban con cargadores en casa. Un sistema dependiente de un único modelo de coche eléctrico poco capaz tenÃa un tiempo limitado, como finalmente sucedió.
Foto | Villy Fink Isaksen y Better Place
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