«Tu objetivo no es la productividad, es el control. Haz menos cosas, con más intención, hasta que todo lo que hagas sea exactamente lo que quieres».
El otro dÃa mientras navegaba en X, tratando de esquivar memes de Studio Ghibli, me topé con esta reflexión de Justin Welsh. Es una de las múltiples ideas que comparte el emprendedor, lanzándolas como si fueran piedras al agua, generando ondas de asentimiento. Esta resonó también en mÃ.
La productividad se ha vuelto nuestro propio caballo de Troya. Nos atrae prometiendo liberación cuando en realidad introduce un régimen de constante autoevaluación. Mea culpa. Hemos asimilado que optimizar la eficiencia es valioso, sin cuestionarnos una premisa fundamental: ¿eficiencia para qué? ¿Para quién?
La industria de la optimización personal y los fanáticos de la productividad en especial, operamos sobre una ilusión: perseguimos sistemas y herramientas con la promesa de volvernos más productivos, pero en el fondo lo que anhelamos es tener autonomÃa y control sobre nuestro tiempo.
La optimización alcanza su lÃmite relativamente pronto, pero las limitaciones intencionales ofrecen mucho más desarrollo. En otras palabras, la libertad nace de la disciplina de saber decir «no». De comprender qué es verdaderamente importante y protegerlo.
Según Welsh, la productividad no debe ser vista como un objetivo, sino como un reflejo de la autonomÃa personal. De volver a tomar las riendas de nuestro tiempo y no convertirnos en esclavos del calendario, tanto como nuestras circunstancias laborales lo permitan.
«Productividad», entonces, se convierte en sinónimo de «control». No el tipo obsesivo que se vende en libros de autoayuda, sino uno más profundo: recuperar la capacidad de decidir sin medir nuestro éxito únicamente por nuestra capacidad de producción.
Por eso la afirmación de Welsh tiene tanto impacto. No es una simple técnica más para optimizar el dÃa, sino un recordatorio de algo que ya sabÃamos pero que solemos olvidar: la vida no se mide por las tareas que completamos, sino por las decisiones que tomamos conscientemente.
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