Hay múltiples caminos para alcanzar la inmortalidad en la historia. Desde escribir una novela memorable, componer música que perdure, tener un impacto político significativo, ser pionero en alguna área o incluso dejar una marca debido a un error o un acto ilícito. No obstante, en la antigua Britania romana, un joven de alrededor de 35 años será rememorado por algo muy distinto: una mordedura de león en su pelvis. Aunque pueda parecer peculiar, este incidente nos proporciona mucha información sobre los entretenimientos romanos.
¿La razón? El hombre probablemente era un gladiador, y aquella mordedura representa «la primera evidencia física» de peleas entre humanos y bestias en las arenas romanas. Hasta ahora, los historiadores conocían estos eventos a través de mosaicos, cerámicas y documentos escritos, pero no tenían pruebas concretas.
En algún punto de Britania… La historia comienza (o al menos la investigación presentada por expertos de la Universidad de Maynooth y el King’s College London) en un cementerio romano de 1,800 años de antigüedad en Driffield Terrace, cerca de York. En 2004, se desenterraron allí decenas de tumbas en lo que había sido el antiguo Eboracum, en el camino principal entre York y Londres.
Algunos hallazgos resultaron particularmente interesantes. En el 70% de los casos, se descubrió que los cuerpos habían sido decapitados, una práctica ritual posterior a la muerte reconocida en Britania, aunque también se asociaba con ejecuciones. Además, casi todos eran hombres corpulentos de entre 18 y 45 años, provenientes de diversos orígenes y con señales de lesiones traumáticas sanadas, lo que sugiere una participación frecuente en combates.
Un hallazgo peculiar. Gracias a las similitudes entre los huesos de York y otros encontrados en Éfeso, los expertos concluyeron que Driffield podría ser un lugar de entierro de gladiadores. Sin embargo, un hueso en particular llamó la atención: una pelvis de un hombre de entre 26 y 35 años, enterrada junto a dos individuos más y cubierta de huesos de caballo, con una enigmática y profunda marca que los expertos vincularon rápidamente a la mordedura de un animal.
¿De qué animal era la mordedura y cuándo ocurrió? La mordedura debía ser analizada, así que los arqueólogos pidieron a zoológicos británicos muestras de huesos de caballo mordidos por grandes felinos como guepardos, tigres, leopardos y leones. La comparación reveló que la punción en la pelvis de York correspondía a la de un león. El reto siguiente era entender el contexto de esa mordedura.
En tiempos de combate, como explica Tim Thompson de Maynooth a The Guardian, los leones suelen atacar al cuello o la cabeza. Este caso resulta atípico, ya que la pelvis no es mortal. La hipótesis es que el individuo estaba incapacitado cuando el león marcó su cuerpo, sugiriendo que el animal pudo simplemente arrastrarlo.
¿Podría ser un venatore? En la cultura romana, no todos los luchadores eran gladiadores que enfrentaban a otros humanos. Los venatores o bestiarii eran especialistas en combates contra animales.
«Los anfiteatros romanos celebraban ‘cacerías de bestias’ (venationes), enfrentando a personas con animales en un espectáculo que perduró desde la República hasta la Antigüedad tardía», explican los investigadores en PLOS One.
El enfrentamiento de gladiadores con felinos. Durante estos eventos, los venatores cazaban y luchaban contra tigres, leopardos, osos, elefantes, jabalíes, ciervos, toros, y también leones. Estos animales no solo protagonizaban combates, sino que se utilizaban para ejecuciones durante los brutales damnatio ad bestias.
Con base en estos hechos, el profesor Thompson y su equipo dedujeron que el esqueleto de York pertenecía a un gladiador que luchó contra un león en un espectáculo romano.
La importancia del hallazgo. Según el King’s College London y la Universidad de Maynooth, el hueso de York supone «la primera evidencia física de enfrentamientos entre gladiadores y animales en el período romano». Los historiadores ya conocían las imágenes de estos eventos en mosaicos y cerámicas, pero la pelvis descubierta les permite profundizar en los espectáculos de la antigua Roma.
John Pearce, del King’s College, destaca que el hallazgo es «la única evidencia esquelética convincente» de estas interacciones en el mundo romano. Hasta ahora, solo se contaba con textos y representaciones artísticas.
Las marcas de mordeduras en el hueso son la primera «confirmación osteológica» de encuentros violentos entre humanos y grandes carnívoros en contextos de combate o entrenamiento romano, según la institución.
De indicios a evidencias. Previo a este descubrimiento, se conocía la presencia de espectáculos con animales a partir de pistas en mosaicos, cerámicas y crónicas. Ahora, York ha proporcionado una prueba sólida tras un exhaustivo estudio. «Nuestra comprensión de los combates de gladiadores y espectáculos con animales estaba basada, principalmente, en textos y arte,» añade Thompson.
El hallazgo no solo redefine la percepción del entretenimiento romano en Britania, sino que genera nuevas interrogantes: ¿Con qué frecuencia se veían animales exóticos en la región? ¿Cómo se transportaban? ¿Qué consecuencias tuvo este tráfico para el medio ambiente?
Desde África hasta Inglaterra. «Transportar grandes animales vivos desde el Mediterráneo hasta el norte de Inglaterra debió ser complicado y costoso, usando probablemente rutas militares», comenta Pearce. «Si los leones de África eran tomados no solo para Roma, sino también para las provincias del norte, las implicaciones ecológicas son significativas. Por cada león llevado a York, muchos debieron morir en el trayecto».
Imágenes | Wikipedia 1 y 2 y Maynooth University
Deja una respuesta