Por cada esquina de China, ya sea en un restaurante, en la recepción de un hotel, en cada planta de ese hotel, en una estación de metro o incluso en una pequeña tienda de barrio, es habitual encontrarse con una caja repleta de powerbanks.
Estas estaciones están por doquier y operan de manera sencilla: mediante el escaneo de un código QR con las aplicaciones WeChat o Alipay, una baterÃa portátil se desbloquea, permitiéndote llevártela para cargar tu dispositivo móvil en cualquier lugar.
No es obligatorio devolverla en el mismo sitio donde se recogió: solo hay que localizar otra estación del mismo proveedor. Esto resulta sencillo ya que existen miles desplegadas por las ciudades.
88 powerbanks en la estación de tren de Wuhu. Imagen: Xataka.
Detrás de esta sorprendente logÃstica se encuentran empresas como Meituan, Energy Monster, Xiaodian, Jiedian o Soudian. Estas compañÃas no solo gestionan redes de alquiler de baterÃas portátiles, sino que han desarrollado una infraestructura casi invisible, diseñada para ajustarse a la dependencia móvil de la sociedad moderna china.
El costo de este servicio es tan asequible como su presencia ubicua: suele ser de entre 1 y 8 yuanes la hora (aproximadamente 0,12 a 1 euro), con un lÃmite diario que rara vez supera los 50 yuanes (unos 6,5 euros), especialmente en áreas concurridas.
Algunas empresas solicitan un depósito reembolsable, que varÃa entre 50 y 200 yuanes (de 6 a 24 euros). Sin embargo, muchas plataformas han eliminado este requisito para los usuarios que han sido verificados.
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¿Qué ocurre si alguien se queda con la baterÃa? Sin ser una situación dramática, no es gratuita. En la mayorÃa de los servicios, como Volt+, si la baterÃa no se devuelve en un plazo de 48 horas, se cobra automáticamente un coste que suele ser de unos 99 yuanes (aproximadamente 12 euros) a la cuenta vinculada.
De este modo, el alquiler se transforma en una compra forzada: retienes la powerbank y te cobran por ella. Además, la penalización varÃa si se devuelve en una ciudad diferente o si la baterÃa regresa dañada.
12 powerbanks en un hotel que tenÃa la misma caja en sus 33 plantas. Imagen: Xataka.
Imagen: Xataka.
8 powerbanks junto a la caja registradora de un restaurante. Imagen: Xataka.
Otro par de cajas de distintas empresas proveedoras en otro restaurante. Imagen: Xataka.
Otra gran reserva de powerbanks en Shanghai. Imagen: Xataka.
Imagen: Xataka.
En la estación de tren de Shanghai. Imagen: Xataka.
Este ecosistema no se limita a beneficiar al usuario. Los establecimientos que albergan estas estaciones reciben una comisión por cada alquiler, además de incrementar el flujo de clientes, un fenómeno ya observado en España con las tiendas de barrio convertidas en puntos de recogida de paquetes. Es una nueva capa de servicios urbanos.
La comparación con España es inevitable. En nuestro paÃs, la implementación del DNI digital este año, junto con la paulatina desaparición de las tarjetas fÃsicas —de pago, de fidelización, incluso del carné de conducir—, configura un escenario donde el móvil se convierte no solo en un accesorio, sino en el núcleo de nuestra identidad operativa. Quedarse sin baterÃa podrÃa implicar no poder pagar, abordar un tren o identificarse ante una autoridad.
Al igual que en China, donde el alquiler de baterÃas se ha normalizado, España parece encaminada a incorporar infraestructuras similares si aspira a una vida completamente móvil. SerÃa razonable esperar que pronto veamos estaciones de powerbanks en cafeterÃas, gimnasios, bares o eventos deportivos, bajo un sistema de micropago asequible. Hace años se planteó una idea similar por una empresa belga, pero no ha tenido gran difusión.
El futuro sin carteras fÃsicas trae consigo un nuevo y sencillo riesgo: quedarse sin baterÃa podrÃa significar un colapso personal. Al igual que en tantos otros aspectos, China ya nos lleva la delantera con algunos recargadores de ventaja.
Imagen destacada | Xataka
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