«5 consejos para saber si tienes TDAH», «Cómo reconocer si estuviste en una relación con un narcisista», «Si te gusta que una cuchara pese más, ¿puede ser que seas autista?», «Descubre si eres una Persona Altamente Sensible (PAS) con este video», «11 señales de que podrÃas ser autista sin saberlo»…
En los últimos tiempos, las redes sociales han visto un fenómeno en crecimiento: el autodiagnóstico en salud mental. Tanto jóvenes como adultos consumen y comparten contenido que describe sÃntomas de trastornos como el Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH), la ansiedad o la depresión, a menudo sin la intervención de un profesional de la salud.
El auge de esta tendencia se debe tanto a una mayor visibilidad de la salud mental como al atractivo formato viral de estos contenidos, que prometen explicar de manera sencilla sensaciones cotidianas y terminan en el feed de miles de usuarios.
Los algoritmos de las plataformas priorizan contenidos que apelan a nuestra necesidad de autocomprensión y empatÃa con los demás. La salud mental encaja perfectamente, pues es un tema personal, que provoca reacciones y se comparte ampliamente. Esta dinámica lleva a muchos a verse reflejados en videos que describen sÃntomas y comportamientos, generando un eco mental: «A mà también me pasa eso».
El peligro del autodiagnóstico «ansioso»
El diálogo sobre salud mental ha ganado espacio, rompiendo tabúes y reduciendo estigmas, muchas veces impulsado desde las redes sociales. Sin embargo, hablar mucho no siempre es hablar bien, y aunque muchos profesionales ven en el contenido digital una herramienta para concienciar más allá de sus pacientes, no todos los videos disponibles provienen de expertos.
Las consultas psicológicas han experimentado un aumento de pacientes que buscan ayuda después de ver videos en TikTok. Claudia Pradas, psicóloga especializada en trauma y género, comparte que en su consulta es común que jóvenes de 18 a 20 años lleguen con ideas preconcebidas sobre su estado: «A menudo confundimos vivencias personales con criterios diagnósticos», señala, advirtiendo que no bastan uno o dos sÃntomas para comprender el malestar que se experimenta.
Una usuaria de TikTok comenta los riesgos del autodiagnóstico en un video: «Nosotros nos observamos constantemente. Yo llegué al diagnóstico de TDAH y, tras las pruebas, acerté. No digo que siempre sea el caso, pero no deberÃamos descartar esta posibilidad». Otro usuario señala que ha concluido tener «TDAH, trauma infantil y posible autismo» sin diagnóstico profesional.
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Otra joven de 22 años revela que el algoritmo le llevó a creer que tenÃa TDAH tras semanas de exposición a contenido sobre signos y sÃntomas. Aún no ha buscado terapia, pero confÃa en su autodiagnóstico.
La salud mental como trend
La exposición constante a contenido relacionado con trastornos lleva a muchos a creer que sufren de afecciones que no tienen.
En TikTok, los videos buscan generar identificación masiva, comparándose con el horóscopo, donde descripciones genéricas invitan a la identificación personal. Esto se asocia al espectro Forer o efecto Barnum, donde se aceptan descripciones vagas como únicas.
Pradas ejemplifica: «‘Aries es una persona leal y amable’, ¿quién no se identificarÃa con eso?». Los diagnósticos pueden provocar un «efecto espejo» con condiciones como TDAH o ansiedad, ignorando explicaciones alternativas.
El consumo continuo de este tipo de contenido lleva a una autoobservación constante. Cada pensamiento y comportamiento se analiza en busca de encajar en etiquetas vistas en redes, propiciando autodiagnósticos erróneos.
«No todo malestar o dificultad indica un trastorno», destaca Mapi López, psicóloga en Zaragoza. Los sÃntomas incómodos, como la tristeza, no siempre son patológicos, y en un contexto donde se buscan respuestas rápidas, etiquetarlo todo se convierte en la salida más fácil.
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MarÃa Gómez, psicóloga en redes con más de 900 mil seguidores, advierte que el análisis excesivo puede confundir más que ayudar. Recuerda que estos temas no deben tratarse con los mismos códigos que la moda o los festivales: «No es un trend, no debe convertirse en moda».
El formato breve de los videos dificulta la explicación completa de conceptos complejos, pues resumen experiencias complejas en pocos segundos.
En el campo de la salud mental, el contexto es crucial. Joanna Cortés Saura, psicóloga, señala que el diagnóstico psicológico no se basa en un video, sino en la historia única de cada persona y cómo se manifiestan los sÃntomas.
Un riesgo adicional es la credibilidad que estos contenidos generan. Al ver repetidamente ciertas ideas, pueden quedar grabadas en nuestra mente, validándolas sin recordar su origen.
El desdibuje de las etiquetas
Las psicólogas alertan sobre la banalización en redes al tratar todo como contenido. «Sentir ansiedad es normal, diferente de un trastorno de ansiedad. La palabra ha perdido peso en redes», explica Gómez.
Esta trivialización puede llevar al uso excesivo de etiquetas que no explican el estado real de una persona. Las etiquetas pueden ser útiles, pero no reflejan el origen del malestar ni ayudan a generar cambios, según los expertos. Aunque la salud mental es un problema real, su tratamiento superficial en redes ha incentivado una obsesión general por encajar en categorÃas.
«Pasamos mucho tiempo intentando categorizarnos y entendernos, un peligro si no se contrasta con un profesional», apunta Pradas. Marina, al escuchar «crisis existencial», no sintió que describiera adecuadamente su problema, pues el término se ha usado tanto que ha perdido su significado.
El TDAH es uno de los trastornos más autodiagnosticados en redes. Muchas situaciones de distracción no implican necesariamente TDAH.
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Cortés Saura comenta que es frecuente recibir pacientes que piensan tener TDAH debido a problemas recientes de organización y atención, aunque la evaluación puede revelar un origen diferente, como el trauma.
El autodiagnóstico del TDAH puede ignorar otras causas. Problemas organizativos pueden relacionarse con trastornos del estado de ánimo, como la depresión o ansiedad. Un episodio de ansiedad o depresión puede confundirse con TDAH, según Saura.
Mapi López ha atendido a personas convencidas de tener TDAH, trastorno lÃmite, bipolaridad o depresión, cuando en realidad enfrentan un duelo normal. Muchos confiesan haberlo «visto en un video», que creen explica su situación. López y otros expertos prefieren trabajar desde la funcionalidad de la conducta, centrando en la experiencia del individuo.
Redes sociales, para bien y para mal
En la era digital, se valoran lo breve y viral, pero la terapia no es una serie de consejos rápidos. La vida no se resume en «5 señales» o «10 cosas que no deberÃas hacer».
No obstante, marcas e influencers encuentran en estos temas una oportunidad económica. López advierte sobre el «nicho comercial» en torno a la salud mental, que puede desvirtuar su contexto clÃnico y humano, trivializando el tema o generando expectativas poco realistas.
Algunos creadores de contenido, respaldados por empresas, promueven test de autodiagnóstico o visitas a sus sitios web, prometiendo mejoras emocionales. Estos test son a menudo vagos y generalistas; a veces de pago, haciendo que cualquiera pueda sentirse identificado con los resultados.
Expertos coinciden en que quienes buscan un diagnóstico deben acudir a terapia. Para Claudia Pradas, la diferencia entre un profesional comprometido y quienes buscan beneficios comerciales es clara: «Nuestro trabajo no es crear contenido, sino ayudar».
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No todo el impacto de las redes es negativo. Gracias a estas plataformas, más personas se interesan por la salud mental, rompiendo el estigma de los trastornos psicológicos y permitiendo conversaciones más abiertas sobre emociones.
Para Cortés Saura, si una persona sospecha de un trastorno no detectado, debe acudir a un profesional. Aunque las redes son valiosas para educar, nadie deberÃa basar un diagnóstico en un video corto.
López también destaca el «valor potencial» de estos videos en visibilizar problemas, reducir el estigma y animar a buscar ayuda profesional. Sin embargo, siempre se debe recordar que no sustituyen a una evaluación profesional y pueden desinformar si no son responsables.
Mientras la salud mental gana terreno en redes, también se expone a la lógica del algoritmo: lo que vende, lo que emociona, lo que se reduce a 60 segundos. En este proceso puede perder su matiz, contexto y profundidad. Lo que comenzó siendo un espacio de visibilidad se convierte en otro escaparate. La clave, según los expertos, es mantener el rigor y recordar que visibilizar no equivale a diagnosticar.
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