En la Basílica de San Pietro in Vincoli, en Roma, destaca una escultura que ha captado la atención de muchos debido a un peculiar detalle. Se trata del “Moisés” de Miguel Ángel, donde el artista esculpió en el antebrazo un pequeño músculo que se activa al levantar el meñique. Este gesto casi invisible pero significativo refleja el control y la sutileza de la fuerza. Hoy en día, siglos después, los cuerpos esculpidos son tendencia nuevamente, esta vez no gracias al mármol o al arte, sino a las proteínas, suplementos y rutinas de ejercicio rigurosas.
La era del Protein Chic. En los últimos años, ha surgido un fenómeno que se ha afianzado como una tendencia clave en las redes sociales. Para 2023, los productos enriquecidos con proteínas han inundado los supermercados, desde yogures hasta snacks, promoviendo la noción de que el aumento de proteínas es sinónimo de salud y bienestar. Actualmente, esa obsesión se ha trasladado a los cuerpos definidos: figuras como Ashton Hall, conocido por su disciplina matinal, encarnan ese ideal de vida saludable y apariencia esculpida.
¿El nuevo mantra del bienestar? En la tercera temporada de The White Lotus, el personaje Saxon Ratliff, obsesionado con el ejercicio y la apariencia física, refleja esta actual fascinación por las proteínas. Interpretado por Patrick Schwarzenegger, hijo del legendario Arnold Schwarzenegger, Saxon lleva consigo su licuadora personal para no perderse sus batidos de proteínas y consume palomitas enriquecidas con “polvo Khloud” de Khloe Kardashian, una clara sátira del marketing de productos hiperproteicos. No es solo un personaje centrado en sus músculos; es un ícono del fitness convertido en cultura pop, donde la licuadora de proteínas es tan indispensable como el teléfono móvil, y los batidos, los nuevos cafés de moda.
Más allá de las pantallas. Este retrato ficticio refleja el auge de los productos hiperproteicos, pero ¿es realmente necesario consumir 200 gramos de proteína en un batido, como lo hace Saxon en el cuarto episodio? La ciencia ofrece diversas perspectivas. La dietista principal de Mayo Clinic, Tara Schmidt, comenta que las necesidades de proteína varían según el estilo de vida, peso e historial de salud, y no puede definir una cantidad ideal. Sin embargo, recomienda limitar el azúcar añadido y consumir al menos 20 gramos por ración. Además, la neurocientífica Lisa Mosconi ha señalado en Vogue que un exceso de proteínas podría causar inflamación y afectar la salud intestinal, contrarrestando los beneficios iniciales de estos productos.
La búsqueda de la (casi) perfección. Incluso en la moda, esta nueva forma corporal ha sido adoptada. Diseñadores como Demna y Hilary Taymour han lanzado colecciones que resaltan siluetas musculosas, mostrando cómo la moda adopta y amplifica los ideales corporales promovidos por la cultura del bienestar, según Vogue. No obstante, no solo la moda establece estándares: la viralidad de medicamentos para adelgazar, como Ozempic y Wegovy, desarrollados para la diabetes tipo 2, se han convertido en productos favoritos para la rápida pérdida de peso.
Simultáneamente, fenómenos como SkinnyTok promueven dietas restrictivas y rutinas intensas de ejercicio, con millones de vistas que glorifican cuerpos delgados y tonificados. Las redes sociales han magnificado la obsesión por cuerpos esculpidos, convirtiendo cada transformación física en un espectáculo viral.
El espejo distorsionado. En esta era donde el cuerpo se considera el nuevo lienzo, la dismorfia corporal ha encontrado un entorno propicio para expandirse. Este trastorno, caracterizado por una preocupación obsesiva por defectos corporales percibidos, ha alcanzado niveles alarmantes en plataformas como TikTok e Instagram, donde los filtros, imágenes editadas y constantes comparaciones han exacerbado la percepción distorsionada del cuerpo, especialmente entre los jóvenes. Un informe de Health indica que la constante exposición a cuerpos hiperdefinidos y pieles perfectas puede llevar a trastornos alimenticios y comportamientos compulsivos de ejercicio.
La psicóloga especializada en TCA, Sara Bolo, explica que lo alarmante es que muchas de estas conductas “saludables” esconden trastornos alimentarios disfrazados de cultura fitness. Cada vez más gimnasios están abarrotados y más personas obsesionadas con no omitir una comida o entrenamiento, ahí es donde surge el problema. No son el ejercicio ni la alimentación sana lo que está en cuestión, sino la rigidez con la que se practican. Además, advierte: “En última instancia, no se trata tanto de cuidar el cuerpo como de forzarlo a ajustarse a un molde irreal visto en redes sociales”.
El punto final. En un mundo donde la imagen pesa más que la esencia, donde los cuerpos son esculpidos y las dietas extremas se disfrazan de autocuidado, surge la pregunta inevitable: ¿Realmente estamos cuidando nuestros cuerpos o simplemente moldeándolos para encajar en un estándar inalcanzable?
Imagen | Pexels y Livioandronico2013
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