El robo es una historia tan vieja como la humanidad misma, pero pocas veces se ha visto un capítulo tan extraño, inesperado y embarazoso como el ocurrido hace algunos años en Blenheim Palace, la lujosa residencia de Oxfordshire, Reino Unido, donde nació en 1874 Winston Churchill. En septiembre de 2019, una pandilla de ladrones se llevó de allí un peculiar inodoro de casi cien kilos.
Sin embargo, este no era un retrete común y corriente. Era una obra de arte hecha de oro macizo de 18 quilates, valuada en seis millones de dólares.
Para entender lo que sucedió en Oxfordshire ese año, debemos retroceder unos años y cruzar el Atlántico hasta Nueva York. En 2016, el controvertido artista Maurizio Cattelan creó una pieza que pretendía satirizar los excesos del mercado del arte y el sueño americano. La llamó ‘America’, y la obra consistía exactamente en un inodoro de oro.
Más que una simple escultura
Cattelan no solo fabricó su famoso retrete con oro de 18 quilates, lo que explica la impresionante suma de seis millones de dólares. Sin embargo, esto no era suficiente para el artista, conocido por performances provocativas como ‘La Nona Ora’, que muestra a Juan Pablo II golpeado por un meteorito, o ‘Comedian’, el plátano adherido a la pared con cinta adhesiva que fue subastado por 6,2 millones en 2024.
No. Lo más insólito de ‘America’ es que era un inodoro completamente funcional. Estaba hecho para que la gente lo usara, como en cualquier baño. Fue instalado en el Museo Guggenheim de Nueva York, donde cerca de 100.000 personas hicieron fila para verlo y experimentar lo que era aliviarse sobre un trono de oro macizo.
La performance tuvo tanto éxito que en 2019 cruzó el Atlántico para ser exhibida en Blenheim Palace, uno de los destinos más ilustres de Oxfordshire y de toda Inglaterra. Esta joya de la arquitectura barroca británica es Patrimonio de la Humanidad y lugar de nacimiento del primer ministro Winston Churchill.
Si en Nueva York había causado sensación, en Oxfordshire la historia no fue diferente. Sin embargo, hubo una diferencia clave: los encargados de Blenheim subestimaron los riesgos de un posible robo. «No va a ser fácil de robar», decía en 2019 Edward Spencer-Churchill, de la Fundación de Arte de Blenheim. «Está conectado a la red. Y un posible ladrón no tendría idea de quién lo usó por última vez ni qué comió».
El inodoro estaba conectado al sistema de tuberías y desagües del palacio, pesaba casi cien kilos y era usado regularmente. Sumado a su condición de obra de arte vanguardista, parecía que nadie tendría interés en sustraerlo. Pero en Blenheim, la vigilancia era más laxa durante las noches. Cuando el palacio cerraba, el baño quedaba sin supervisión, fuera del alcance de las cámaras de seguridad.
Error garrafal. ‘America’ era arte, pero también oro, mucho oro. Solo el metal valía alrededor de 3,6 millones de dólares, una tentación irresistible para los ladrones.
¿El resultado? Lo que muchos temían. La noche del 14 de septiembre de 2019, poco antes de las cinco de la madrugada, un grupo de criminales irrumpió en la propiedad, rompió el edificio, arrancó el inodoro y lo cargó en un coche. Todo en apenas cinco minutos, dejando al personal de seguridad y a la policía sin tiempo para reaccionar.
‘America’ llevaba solo dos días expuesta en Oxfordshire.
Casi seis años después, las grabaciones de las cámaras y las investigaciones han revelado cómo ocurrió este famoso robo del inodoro de seis millones de dólares. La banda, compuesta por cinco personas, usó dos vehículos robados para infiltrarse en la finca después de que se marcharan los últimos invitados. Rompieron una ventana y, usando mazos y palancas, arrancaron el inodoro del sistema de tuberías del palacio. Cargaron la pieza en uno de los vehículos y huyeron.
Recientemente, Eleanor Paice, empleada del palacio que dormía allí la noche del robo, contó a la BBC cómo vivió esos momentos. Se despertó al escuchar el ruido de cristales rompiéndose y salió corriendo al patio al activar la alarma. Solo pudo ver sombras y movimientos rápidos antes de que los ladrones subieran a un vehículo y escaparan.
Inicialmente, el equipo no sabía qué habían robado. Paice pensó que quizás era una reliquia de Churchill. Solo después, al revisar el edificio, comprendieron que el inodoro había sido sustraído, dejando una pequeña inundación. «El inodoro dorado era hermoso, perfecto; lo que quedó fue lo contrario: destrozado», comentó Dominic Hare, director ejecutivo del palacio.
El personal del palacio reaccionó al desastre. Cubrieron la escena con cinta policial y decidieron que, en ausencia del famoso retrete, el lugar del crimen formaría parte de la exposición. La curiosa exhibición atrajo a numerosos visitantes, interesados no tanto en el retrete de oro, sino en la escena del crimen. Hare asumió que la seguridad había fallado y prometió mejorarla.
En cuanto a los ladrones, aunque inicialmente lograron escapar con el botín, no pasó mucho tiempo antes de que la policía capturara a algunos. El primero fue un hombre de 40 años de Oxford, quien ya tenía antecedentes. Dos días después del robo, intentaba vender oro a 25.500 libras el kilo. Los investigadores también encontraron su ADN en un mazo abandonado y en una camioneta robada, así como fragmentos de oro en su ropa.
No fue el único en ser detenido. En marzo pasado, el Tribunal de la Corona de Oxford declaró culpables a dos hombres de 39 y 36 años. Uno fue condenado por robo tras ser visto visitando el palacio para estudiar meticulosamente las obras de Cattelan y fotografiar detalles como la cerradura de la puerta del baño.
El otro fue condenado por conspirar para transferir bienes robados, aunque su pena fue suspendida en mayo al considerar que su papel fue limitado y no obtuvo beneficios personales.
¿Y el retrete de oro? ‘America’, tal vez ahora parte de la historia del arte y el crimen británico, no ha sido recuperado. Ni el inodoro, ni el oro. Se cree que la obra de Cattelan fue desmantelada y vendida. Con las sentencias emitidas, el artista espera que dejen de circular teorías que lo involucran como el «cerebro» detrás del robo y que esta era otra de sus provocadoras performance. «Que este veredicto limpie mi nombre».
Imágenes | Wikipedia y Anna Fox (Flickr)
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