En 2024, el narcotráfico cobró la vida de 110 personas en Francia y dejó heridas a otras 341, cifras que, aunque más bajas que las de 2023 —con 139 muertos y 413 heridos—, siguen siendo consideradas inaceptables por el Ministerio del Interior. Para abordar este problema, las autoridades francesas han optado por atacar desde la raíz.
Una cárcel a 7.000 kilómetros de distancia.
La estrategia. Gérald Darmanin, ministro de Justicia de Francia, anunció recientemente la apertura de una nueva cárcel de máxima seguridad para 2028. Curiosamente, esta no se ubicará en el continente europeo, sino en la Guayana Francesa, al otro lado del Atlántico.
En una entrevista, Darmanin aclaró que el objetivo de esta tercera prisión de alta seguridad en Francia es “neutralizar a los perfiles más peligrosos del narcotráfico”. La distancia respecto a la Francia continental servirá para “alejarlos de manera significativa de sus redes mafiosas”.
Ruta de la cocaína. La Guayana Francesa es un territorio de ultramar de Francia que, aunque dejó de ser una colonia tras la Revolución Francesa, ha emergido como un punto estratégico en el tránsito de la cocaína desde Brasil y Surinam hacia Europa.
Las cifras son impactantes: se estima que entre el 15% y el 20% de la cocaína que llega a Francia lo hace a través de esta ruta, utilizando “mulas”, principalmente madres jóvenes y solteras, que aceptan alrededor de 7.000 euros por cada viaje exitoso a Europa. En cada vuelo de Cayena a París, se estima que viajan de 20 a 30 mulas, de las cuales un tercio logra pasar desapercibidas.
La prisión. Francia tiene planes de construir la nueva cárcel en la comuna de Saint-Laurent-du-Maroni, a unos siete kilómetros del centro urbano y próximo a la frontera con Surinam, un punto clave en la ruta de la cocaína. El presupuesto es de cerca de 450 millones de euros y se prevé que incluya, además de la prisión, un tribunal para agilizar los procesos judiciales relacionados con los internos.
Con capacidad para 500 reclusos, 60 serán considerados de “máxima seguridad” y 15 como “terroristas”. Esta ala especial no solo contribuirá en la lucha contra el narcotráfico, sino que también aliviará la carga de la otra prisión en la región, Rémire-Montjoly, que está diseñada para 614 internos pero actualmente alberga casi mil, y que ha sido apodada por los presos como «la guillotina seca».
Fantasmas del pasado. Aunque a primera vista puede parecer una estrategia efectiva construir una cárcel de máxima seguridad lejos del territorio principal, existen ciertas preocupaciones, inspiradas en precedentes históricos. Durante el siglo XIX, Napoleón III estableció un sistema penal en la Guayana Francesa que operó como la principal colonia penal de ultramar hasta 1953.
Las Islas de la Salvación y la Isla del Diablo se convirtieron en lugares donde criminales comunes y prisioneros políticos compartían espacio, enfrentándose a trabajos forzosos, duros castigos y una elevada tasa de mortalidad del 75% en los momentos más críticos. Las historias de quienes lograron volver a Francia alimentaron la opinión pública, impulsando el cierre de las instalaciones, hoy convertidas en un atractivo turístico.
Y preocupación. Según la BBC, la decisión de reincorporar a la Guayana Francesa como ‘cárcel de ultramar’ ha causado indignación entre sus habitantes. Davy Rimane, un diputado local, critica la decisión unilateral de Francia, señalando que no se ha contado con la opinión de los diputados de Guayana. Rimane subraya que “trasladar delincuentes de alto perfil a Guayana, personas que Francia no quiere, nos devuelven a un pasado terrible, doloroso y lleno de sufrimiento”. Este traslado no solo incluirá a narcotraficantes, sino también a terroristas islamistas.
Rimane afirma que no son “el basurero de Francia”. Además, la criminóloga Marion Vannier de la Universidad de Manchester considera que es “una mala idea” pasar de aliviar una prisión existente a establecer un nuevo sistema que albergue a delincuentes peligrosos de alto nivel.
Se espera que Francia inaugure su nueva cárcel de ultramar en unos tres años, aunque habrá que ver si el proyecto sigue adelante dadas las reticencias de los francoguayaneses, quienes no desean regresar a un oscuro pasado 70 años después.
Imagen | Ministerio de Justicia
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