En un contexto internacional de alta tensión, el presidente de Estados Unidos ha declarado que los próximos días marcarán un punto crucial en el conflicto entre Israel e Irán. Entre sombras, emerge un miedo latente que incluso Rusia ha advertido tras cuatro meses del incidente de Chernóbil: «el mundo está a milímetros de una catástrofe», según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.
Se trata del temor a un desastre nuclear.
La Dimensión Nuclear del Conflicto. Según el Financial Times, los recientes ataques aéreos de Israel sobre las instalaciones nucleares iraníes han reactivado los temores de un posible desastre radiológico o químico en la región. Rafael Grossi, director general del OIEA, expresó su preocupación por esta escalada militar, señalando que podría aumentar el riesgo de liberación radiactiva con consecuencias severas para la población y el entorno.
Aunque no se ha registrado un desastre radiológico grave, incidentes como el ataque a Natanz han provocado contaminación localizada dentro de las instalaciones, sin afectar al área exterior, según las mediciones del organismo nuclear.
Contaminación Radiológica Limitada. Actualmente, la contaminación radiactiva se restringe al interior del complejo de Natanz, compuesta principalmente por partículas alfa, cuyo riesgo es controlable si no se inhalan o ingieren.
En Natanz, los daños afectaron dos salas subterráneas de enriquecimiento y algunas estructuras de superficie, pero los niveles de radiación en el entorno permanecieron estables. Otras instalaciones, como Fordow o el proyecto de Khondab, no mostraron daños ni aumentos de radiación tras los ataques.
La Complejidad de un Desastre Nuclear. Según el Times, para generar una masiva liberación de contaminantes radiactivos es necesario alcanzar materiales sometidos a fisión, como en un reactor o una bomba atómica. Hasta ahora, ni la central de Bushehr ni el reactor de Teherán han sido blanco de ataques. El uranio enriquecido de Irán es débilmente radiactivo, solo peligroso bajo condiciones específicas.
La liberación de productos de fisión, como el yodo radiactivo o el cesio-137, responsables de los efectos más críticos tras Chernóbil, parece improbable. Además, las instalaciones nucleares de Irán están diseñadas para minimizar riesgos, con zonas críticas enterradas bajo capas de hormigón y tierra.
Fotografía aérea del reactor 4, varios meses después de la explosión
Peligros Químicos. Más allá de la radiactividad, los expertos advierten sobre la dispersión de productos químicos tóxicos. En lugares como Natanz, el hexafluoruro de uranio es clave en el proceso de enriquecimiento, y aunque estable a temperatura ambiente, puede liberar gas fluorhídrico al contacto con agua, un compuesto altamente corrosivo y letal si se inhala.
El OIEA ha informado que en el ataque a Natanz se pudieron liberar compuestos peligrosos, pero de forma controlada dentro de las instalaciones. Un incidente en Oklahoma en 1986 con liberación de hexafluoruro de uranio destaca el potencial de estos accidentes, incluso fuera de conflictos bélicos.
Instalaciones nucleares de Natanz
Normas y Legalidad Internacional. Los ataques contra instalaciones nucleares con fines pacíficos están prohibidos bajo la normativa internacional. El OIEA ha insistido en que tales actos violan la Carta de Naciones Unidas y el derecho internacional. Aunque Israel e Irán son miembros del OIEA, Israel no ha firmado el Tratado de No Proliferación.
En el conflicto actual, Israel argumenta que Irán está en desarrollo de un arma nuclear, acusación que Teherán rechaza. Las tensiones aumentan después de que el OIEA señalara violaciones de Irán a sus obligaciones de no proliferación, lo que intensifica el conflicto.
Un Futuro Incierto. Si el régimen iraní colapsara repentinamente, dejando su arsenal nuclear desprotegido, ¿qué ocurriría? Los ataques aéreos pueden degradar infraestructuras, pero no garantizan la eliminación completa de capacidades nucleares si estas son dispersadas o ocultadas.
Las fuerzas especiales estadounidenses, como Delta Force y SEAL Team Six, están preparadas para intervenir en emergencias nucleares. Desde 2016, el SOCOM lidera la misión de contrarrestar armas de destrucción masiva, aplicando experiencia adquirida tras la disolución de la URSS para proteger arsenales descontrolados.
El ejército de Estados Unidos en ejercicios de emergencia nuclear
El Umbral de la Proliferación. Informes del OIEA indican que Irán posee al menos 400 kg de uranio enriquecido al 60%, suficiente para fabricar una bomba nuclear con un enriquecimiento adicional. Las restricciones iraníes a las inspecciones aumentan la incertidumbre sobre el paradero de materiales sensibles.
Irán ha tomado medidas para ocultar su material nuclear, aumentando los temores de que componentes como el uranio hexafluoruro puedan ser fácilmente escondidos ante ataques.
Preparativos para Escenarios Operativos. Estados Unidos ha desarrollado planes para incursiones quirúrgicas y entrenamientos reales simulando asaltos a instalaciones nucleares hostiles. Ejercicios como el realizado en la planta Bellefonte en Alabama destacan las capacidades para neutralizar amenazas nucleares.
Unidades especializadas del 20.º Mando CBRNE tienen la misión de localizar y neutralizar infraestructuras nucleares críticas, negando capacidades nucleares a enemigos en entornos hostiles.
Reacción a Amenazas Dinámicas. El colapso del régimen iraní o el desplazamiento de material nuclear podría requerir operaciones para interceptar cargamentos en tránsito. Las fuerzas especiales son clave por su capacidad de infiltración «rápida y discreta».
Aunque no hay confirmación de transferencia de materiales a grupos como los hutíes, la historia de Irán exportando misiles y tecnologías subraya el potencial de proliferación. Además del uranio, existen preocupaciones sobre programas paralelos de armas químicas y biológicas.
Una Amenaza Global. La pérdida de control de material nuclear tiene potencial para desencadenar consecuencias globales, como bombas sucias o chantajes geopolíticos.
Equilibrio Inestable. Aunque no se ha producido un desastre nuclear, el peligro persiste. Los bombardeos continuos sobre instalaciones sensibles podrían romper este frágil equilibrio. Aunque el diseño y las medidas de seguridad de los complejos reducen la probabilidad de un desastre, cualquier error o daño podría desencadenar consecuencias imprevisibles.
La preocupación actual se centra en la acumulación de microincidentes de contaminación química, que podrían derivar en una emergencia sanitaria o medioambiental, tal como advierte el Financial Times.
La advertencia del OIEA subraya ese punto de no retorno, cada vez más cercano.
Imagen | U.S. Department of Energy, Wikimedia, Maxar, US ARMY
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