El Parlamento iraní, oficialmente conocido como la Asamblea Consultiva Islámica, ha sugerido cerrar el estratégico estrecho de Ormuz. Esta propuesta surge como una reacción al reciente ataque de Estados Unidos contra instalaciones nucleares en Irán. La decisión final sobre esta acción, con potenciales repercusiones económicas y geopolíticas significativas, dependerá del líder supremo, el ayatolá Alí Khamenei.
Según confirmó el general Esmaeil Kousari, miembro de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento, en la televisión pública iraní, “la Cámara ha concluido que se debe cerrar el estrecho, aunque la decisión final corresponde al Consejo Supremo de Seguridad Nacional”. Esta recomendación parlamentaria podría intensificar las tensiones en la región del Golfo Pérsico, reflejando la presión interna para tomar medidas contundentes tras la ofensiva estadounidense.
El estrecho de Ormuz, uno de los puntos más cruciales del mundo, es vital para el comercio de petróleo, representando aproximadamente un quinto del suministro mundial. Una interrupción en esta vía impactaría de inmediato en los mercados energéticos globales y en la estabilidad regional.
Como uno de los principales productores de petróleo, Irán extrae 3.3 millones de barriles de crudo al día y exporta 1.7 millones. Cerrar el estrecho significaría un riesgo considerable para su economía y para sus socios comerciales, dada su dependencia de los ingresos petroleros.
Los analistas del sector energético alertan sobre las posibles consecuencias de bloquear este paso marítimo. Warren Patterson, de ING Research, advirtió que “una interrupción significativa de estos flujos podría elevar los precios a 120 dólares por barril”, refiriéndose al crudo Brent. Además, si el cierre se prolonga, “podríamos ver al Brent alcanzando máximos históricos, superando los 150 dólares por barril registrados en 2008”.
La región del Golfo Pérsico ya vive un contexto geopolítico tenso debido a los recientes ataques y la presión sobre el programa nuclear iraní. El Parlamento iraní ve el cierre como una manera de presionar a las naciones occidentales y mostrar su capacidad de respuesta. No obstante, esta medida representa un dilema estratégico para Irán, que debe considerar los beneficios de demostrar fuerza frente a las implicaciones económicas y el riesgo de una escalada militar.
El Consejo Supremo de Seguridad Nacional, asesor de Khamenei en materia de seguridad y defensa, tiene la autoridad para tomar esta decisión. Cerrar el estrecho no solo requeriría medidas navales, sino también prepararse para posibles represalias militares o mayores sanciones económicas internacionales.
Históricamente, Teherán ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz como táctica de presión en sus disputas con Estados Unidos y aliados. Sin embargo, hasta ahora, el tránsito ha permanecido abierto debido al alto costo que un cierre implicaría para todas las partes.
La comunidad internacional sigue de cerca estos eventos ante una posible interrupción del suministro mundial de energía. Grandes consumidores como la Unión Europea, China e India dependen del flujo a través del estrecho. Un conflicto podría aumentar los precios de la energía, afectar las cadenas de suministro y agravar la economía global.
El anuncio del Parlamento iraní abre una nueva fase de incertidumbre en la región. El liderazgo iraní evalúa sus próximos pasos, mientras los mercados energéticos se preparan para posibles fluctuaciones. La decisión sobre el futuro del estrecho de Ormuz será clave para el desarrollo del conflicto y la estabilidad de los mercados petroleros internacionales.
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