China continúa consolidando su presencia militar en el espacio, llevando a cabo sus movimientos de manera usualmente discreta, pero a la vez, en esta ocasión, con un toque de misterio que seguramente ha llamado la atención de expertos en el Pentágono, quienes ahora podrían estar investigando las deidades del budismo detenidamente.
Un cambio en el enfoque. Hasta hace poco, los insignias de las misiones espaciales chinas mantenían un diseño algo predecible: formas circulares, una combinación de rojo con azul y símbolos nacionales. No obstante, se ha percibido un cambio. Esto fue evidente con la misión tripulada reciente Shenzhou hacia la estación espacial Tiangong, la cual presentó un parche con diseño triangular, rompiendo así con el estilo convencional.
Recientemente, Ars Technica ha puesto su atención en cuatro llamativos parches asociados a cuatro lanzamientos de satélites ultrasecretos. Estos emblemas ostentan una calidad artística y colores que contrastan fuertemente con diseños pasados, y representan a los cuatro reyes celestiales del budismo, lo cual aporta un nuevo nivel de intriga.
Los dioses protectores. Desde marzo, China ha lanzado cuatro satélites secretos que llevan los nombres de estos dioses budistas. Según la tradición, los cuatro reyes celestiales son deidades encargadas de proteger los puntos cardinales contra las fuerzas malignas y defender el Dharma, las enseñanzas de Buda. La cuestión aquí es si estos nombres podrían indicar el propósito de los satélites o si, por el contrario, es parte de un juego de distracción.
En el ámbito cultural chino, los cuatro reyes celestiales se conocen como: Duōwén Tiānwáng, Guardián del Norte, «el dios que todo lo oye», generalmente representado con un paraguas. Zēngzhǎng Tiānwáng, Guardián del Sur, «el dios del crecimiento», que lleva una espada. Chíguó Tiānwáng, Guardián del Este, «el defensor de la nación», con un instrumento musical de cuerda. Guăngmù Tiānwáng, Guardián del Oeste, «el dios que todo lo ve», simbolizado por una serpiente.
El cuarteto de satélites misteriosos. En sintonía con esta iconografía, China ha puesto en órbita geoestacionaria cuatro satélites militares, situados a unos 36.000 kilómetros sobre el ecuador, donde permanecen sobre la misma región del planeta. Estos satélites han sido denominados de manera general como Tongxin Jishu Shiyan, «satélites de prueba de tecnología de comunicaciones».
El TJS-15 fue lanzado el 9 de marzo a bordo de un cohete CZ-3B, con un parche que representa a Guăngmù, el Guardián del Oeste. El TJS-16, lanzado el 29 de marzo con un cohete un CZ-7A, tiene como emblema a Chíguó, el Guardián del Este. El TJS-17 despegó el 10 de abril en otro CZ-3B, representado por Duōwén, el Guardián del Norte. Finalmente, el TJS-19 subió el 12 de mayo (omitiendo al TJS-18 en la secuencia) en un CZ-3C, con un parche simbolizando a Zēngzhǎng, el Guardián del Sur.
¿Ocultan sus nombres un significado? Aunque la NASA los clasifica como «satélites con fines militares probables», la elección de sus nombres ha generado diversas teorías. Un dios «que todo lo oye» con un paraguas podría ser una alusión a una antena grande desplegable para captar señales débiles, lo cual se alinea con una función de espionaje o alerta temprana para misiles.
También cabe la posibilidad de que estos emblemas sean utilizados sin mayor trasfondo o simplemente para desviar la atención sobre las verdaderas funciones de los satélites. Algo que sí ha quedado claro es que estos satélites no están solos. Rastreadores desde la Tierra han detectado objetos que parecen haberse separado de TJS-15 y TJS-17 en órbita geosíncrona. Podrían ser sub-satélites o quizá etapas de cohete.
Una carrera armamentista espacial. La Fuerza Espacial de Estados Unidos mantiene una vigilancia constante sobre estos satélites. Según COMSPOC, uno de los satélites de inspección del programa GSSAP de la Fuerza Espacial, conocido como USA-324, realizó maniobras para acercarse a TJS-16 y TJS-17 a finales de abril. El satélite estadounidense redujo la distancia a unos 17 km del TJS-16 y a unos 12 km del TJS-17 para «observar» a sus vecinos sobre el Pacífico Occidental.
Este juego del gato y el ratón es apenas una muestra más de la intensificada militarización del espacio, donde la administración Trump buscó establecer un escudo antimisiles sin precedentes llamado «Golden Dome». Uno de los planes incluía, en parte, los satélites Starlink de SpaceX para detección de misiles, un proyecto que ascendería a 175.000 millones de dólares.
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