El picante, un componente culinario que no pasa desapercibido, nos ofrece una experiencia sensorial única. A diferencia de sabores como el dulce o el ácido, la capsaicina presente en el picante engaña a nuestro sentido del tacto, simulando una sensación de quemazón. Este es un mecanismo evolutivo que las plantas utilizan para protegerse de ser consumidas.
El picante como aliado de la dieta. Recientemente, un grupo de investigadores ha identificado un interesante beneficio del picante: su potencial para reducir la ingesta calórica. Los resultados del estudio revelaron que la sensación de ardor disminuía el consumo de alimentos y, en consecuencia, de calorías.
Esto se conecta con un concepto ya conocido: comer más despacio suele llevarnos a comer menos. El picante podría ser un catalizador para reducir nuestro ritmo al comer, lo cual incrementa la sensación de saciedad y, de manera indirecta, nos lleva a ingerir menos cantidad de comida.
“Está demostrado que comer despacio reduce la cantidad de comida ingerida”, explicaba Paige Cunningham, coautora del estudio, en un comunicado de prensa. “Sospechábamos que aumentar el picante en las comidas podría contribuir a ralentizar el consumo. Decidimos comprobarlo en condiciones controladas de laboratorio para ver si una pequeña cantidad de picante (…) lograba que la gente comiera más despacio y, por tanto, menos.”
Experimentando con el picante. La investigación incluyó tres experimentos con un total de 130 participantes, en los cuales se prepararon diferentes versiones de un mismo plato variando entre pimentón dulce y picante, manteniendo el sabor base. “La ciencia es prueba y error; ajustábamos la receta para conseguir el nivel deseado de picante”, comentaba Cunningham.
Durante el estudio, los investigadores grabaron a los participantes mientras comían, monitoreando no solo la cantidad de alimento consumido, sino también la cantidad de agua bebida, la duración de la comida, la velocidad de ingesta, y otros comportamientos asociados.
El tiempo como factor clave. Los resultados mostraron que los participantes comían menos y lo hacían más despacio, lo cual podría explicar la reducción en el consumo de alimentos. Una hipótesis alternativa sugería que el aumento en la ingesta de agua, debido al picante, podría ser la causa de la saciedad, pero esto fue descartado.
Los hallazgos del estudio están disponibles en la revista Food Quality and Preference.
Otros factores que influyen. Anteriormente, se ha demostrado que la textura y forma de los alimentos pueden producir efectos similares en la ingesta. Incluso, un estudio previo del mismo equipo sugirió que también se reduce la velocidad al comer alimentos excesivamente calientes.
El entorno también juega un papel: otro estudio encontró que factores como el género y patrones rítmicos externos pueden acelerar o desacelerar el ritmo al comer.
Imagen | Qurratul Ayin Sadia
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