El modelo laboral híbrido, que abarca de uno a cuatro días de trabajo remoto, se ha establecido como el estándar predominante en las empresas. Esta flexibilidad ha llevado a los equipos a depender de aplicaciones de mensajería como Microsoft Teams y Slack para comunicarse, incluso cuando los trabajadores están físicamente en la misma oficina.
No obstante, esta dependencia tecnológica ha traído consigo un efecto secundario preocupante: la denominada «fatiga del ping«. Este término describe el cansancio mental provocado por las constantes interrupciones de notificaciones y mensajes que demandan atención y perturban la concentración.
Conexión constante, productividad en riesgo
Las interrupciones frecuentes durante la realización de tareas no solo afectan la concentración, sino que también repercuten seriamente en la productividad. Volver a alcanzar el nivel de enfoque puede requerir hasta 15 minutos, extendiendo el tiempo necesario para completar las tareas. Este cambio constante entre tareas puede generar un agotamiento y estrés adicionales.
Hannah Yardley, directora de personal de Achievers, le explicó a WorkLife que este problema está íntimamente relacionado con la «ansiedad por estar siempre conectado», derivando su nombre de los códigos de datos que los dispositivos utilizan para verificar su conectividad.
Esta ansiedad surge cuando los empleados sienten la necesidad de estar siempre activos, trabajando sin pausas y disponibles para responder correos o consultas de colegas que pueden estar en otra parte del mundo.
“Es un periodo estresante en el entorno laboral. Los empleados necesitan saber que cuentan con el respaldo de su empresa y que sus equipos no están bajo la presión de estar siempre conectados”, afirmaba Yardley. «Promover límites entre trabajo y vida personal genera resultados positivos de manera espontánea».
Estrategias para retomar el control
Para afrontar este reto, se han desarrollado diversas estrategias que ayudan a disminuir el impacto de la fatiga del ping en la productividad personal.
James Ware, experto en neurociencia de la atención, sugiere la implementación de «baterías de notificaciones». Su propuesta es programar períodos específicos para revisar mensajes de manera regular.
Por ejemplo, puedes configurar tus dispositivos en «modo monje» durante las actividades más demandantes y reservar un tiempo entre tareas para revisar los mensajes y correos recibidos.
Otra técnica útil es la «regla 25-5»: trabajar 25 minutos con total concentración y sin interrupciones, seguidos de cinco minutos de «descanso» para verificar notificaciones.
«Dividir la jornada laboral en bloques de concentración se alinea con los ritmos naturales del cerebro», señala Ware. Su enfoque coincide con el de Tony Schwartz, CEO de Energy Project, quien sugiere abordar las tareas como esprints, dedicando energía total en periodos breves, seguidos de un descanso, en lugar de largas horas ininterrumpidas en una misma tarea.
Este método no solo incrementa la productividad al otorgar al cerebro un descanso entre tareas, sino que también alivia el estrés asociado a un flujo constante de mensajes.
Tecnología al servicio de la concentración
Aunque la tecnología facilita las interrupciones, también ofrece herramientas para gestionarlas.
Corina Leslie, directora de relaciones públicas de la plataforma de verificación de correos ZeroBounce, comentó a WorkLife que utiliza una aplicación en su computadora para bloquear notificaciones durante intervalos de 45 minutos. «Mi meta diaria es lograr tres horas de trabajo profundo. Al cumplirla, noto una notable mejora en mi productividad», afirma Leslie.
Tanto Windows 11 como MacOS disponen de modos de concentración integrados que silencian notificaciones durante periodos establecidos, permitiendo evitar distracciones sin tener que desactivar las aplicaciones una por una.
Imagen | Unsplash (Austin Distel)
Deja una respuesta