El rol de Elon Musk en la administración de Donald Trump, al menos a nivel público, parece estar enfocado en abordar los recortes y gastos del gobierno estadounidense. En las últimas 48 horas, dos eventos han capturado la atención, reflejando el caos que parece seguir al multimillonario más rico del planeta. Todo comenzó cuando publicó un mensaje controvertido en X.
Exculpando a dictadores. En la madrugada del pasado viernes, Musk compartió en X una publicación que sostenía que Stalin, Hitler y Mao no eran los directamente responsables de los millones de muertes bajo sus regímenes, sino que culpaba a los trabajadores del sector público. Este mensaje generó una inmediata reacción y críticas generalizadas, siendo percibido como una trivialización de los genocidios y una narrativa antisemita.
Ante la creciente presión, Musk decidió eliminar la publicación, aunque el daño parecía irreversible: historiadores, organizaciones de derechos humanos y miles de usuarios lo criticaron por dar visibilidad a una distorsión histórica.
Controversias y afiliaciones políticas. Este no fue el primer incidente donde Musk fue acusado de compartir o respaldar contenido polémico en su red. Anteriormente, apoyó un post antisemita que resultó en una retirada masiva de anunciantes de la plataforma. Además, generó polémica al sugerir que era “extraño” que nadie hubiese intentado asesinar al expresidente Biden o Kamala Harris, poco después del intento de asesinato a Trump durante las elecciones.
Además, Musk ha mostrado abiertamente simpatía por líderes de derecha y extrema derecha en el mundo. Ha elogiado y respaldado figuras como Javier Milei (Argentina), Jair Bolsonaro (Brasil) y Narendra Modi (India), todos líderes en países donde tiene intereses comerciales. Recientemente, ofreció una plataforma a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), organizando una reunión en línea con su candidato a canciller.
Reacciones de sindicatos y organizaciones. El mensaje que disculpa a los dictadores fue percibido como un ataque a los trabajadores del sector público en Estados Unidos, alineándose con la retórica de Musk contra el gobierno federal. En meses recientes, ha acusado a los empleados públicos de ocultar fraudes y desperdiciar recursos, alentándolos a renunciar.
El sindicato de empleados públicos (AFSCME) rechazó enérgicamente la publicación, argumentando que servidores públicos como enfermeros, bomberos, maestros y bibliotecarios no pueden ser comparados con genocidas. A su vez, la Liga Antidifamación (ADL) calificó la acción de Musk como “perturbadora e irresponsable”, acusándolo de minimizar crímenes históricos y fomentar narrativas peligrosas. Musk defendió que sus críticos eran los verdaderos aliados del nazismo y sugirió que había una conspiración en su contra.
Una decisión inesperada. Poco después, se hizo pública la última “reducción” que lleva el nombre de Musk. Todo comenzó el 3 de febrero, cuando Musk publicó en X que 18F, una oficina del gobierno estadounidense dedicada a servicios tecnológicos, había sido “eliminada”. Su tuit respondía a una publicación de Alex Lorusso, un activista de derecha, quien falsamente afirmó que 18F era un grupo de extrema izquierda.
Lo que parecía un comentario inofensivo en redes sociales desató confusión dentro de 18F, una agencia que trabaja en proyectos tecnológicos para mejorar la eficiencia gubernamental y reducir costes. Los empleados desconocían si realmente habían sido disueltos, qué ocurriría con los proyectos en curso y cómo responder a otras agencias que dependían de su trabajo.
Cierre definitivo. Según informó el Guardian, ya en marzo, semanas después del polémico tuit de Musk, los empleados de 18F recibieron un correo a la 1:00 a.m. informándoles sobre su despido y el cierre de la oficina. La orden provenía de altos niveles del gobierno y la Administración de Servicios Generales (GSA), responsable de supervisar 18F.
El motivo oficial dado por el gobierno fue que los costos por hora de los empleados eran demasiado altos y que contratar consultores externos resultaría más económico. Sin embargo, exmiembros de 18F y empleados actuales de GSA afirmaron que esta explicación era falsa, ya que la oficina ahorraba dinero al evitar contratos innecesarios con empresas privadas. Muchos sospechan que el cierre fue una decisión política impulsada por Musk y su ideología antigubernamental.
Impacto de la desinformación. Al igual que en el caso de la publicación sobre los dictadores, el incidente con 18F ejemplifica un patrón recurrente en la manera en que Musk maneja X. Desde que adquirió la plataforma, ha utilizado su influencia para amplificar mensajes de la derecha radical y atacar instituciones gubernamentales. Su tuit sobre 18F fue una muestra de cómo la desinformación en redes puede traducirse en acciones reales y perjudiciales dentro del gobierno.
Lorusso, el activista cuyo tuit fue amplificado por Musk, ha sido un colaborador cercano de su campaña política y ha trabajado como consultor pagado para su Super PAC. Su post sobre 18F fue desmentido por la comunidad de X, aclarando que la agencia no preparaba impuestos, sino que había desarrollado una plataforma gratuita para que los ciudadanos presentaran sus declaraciones sin pagar a terceros.
Así, la desaparición de 18F parece alinearse con el objetivo de Musk de desmantelar estructuras estatales en favor de soluciones privadas, aunque los datos muestran que la agencia ahorraba dinero a los contribuyentes, según el Guardian. En el fondo, el peligro de la desinformación en redes de figuras mediáticas, donde en un día se reescribe la historia difundiendo narrativas peligrosas, y al siguiente se cierran oficinas dejando a trabajadores sin empleo.
Imagen | Heinrich Hoffmann, Ministério Das Comunicações
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