Después del agua, el café es la bebida más consumida a nivel mundial. Esta gran popularidad podría llevar a creer que los cafetos, las plantas de café, crecen fácilmente en cualquier lugar, pero la realidad es que su cultivo está lleno de desafíos si se desea obtener un grano de calidad.
¿Qué hace al café tan exigente? Examinemos las razones por las que el café solo prospera en determinadas regiones y cómo el cambio climático amenaza su cultivo y, a la vez, ofrece nuevas oportunidades fuera del conocido «cinturón del café».
El cinturón del café. Este término se utiliza para describir las principales áreas productoras de café, que abarcan partes de Latinoamérica, África y el sudeste asiático. Brasil, Vietnam, Colombia, Etiopía e Indonesia son los mayores productores, aunque países como Argentina y México también juegan un papel importante.
Estas zonas tienen algo en común: están ubicadas cerca del ecuador, dentro del área tropical, donde el clima es ideal gracias a una buena humedad, una temporada de lluvias bien definida y temperaturas medias entre los 18 y 24 grados centígrados.
Importancia de la altitud. Aunque estas condiciones son difíciles de encontrar fuera del cinturón del café, no solo el clima es crucial: la altitud también juega un papel fundamental en el crecimiento de los cafetos. Nos encontramos con dos variedades de café: arábica y robusta, que poseen características distintas:
- Arábica. Este tipo es reconocido por su calidad, influenciada por su ritmo de crecimiento lento, ya que se cultiva entre los 800 y 2.000 metros de altitud. Este crecimiento pausado permite que el fruto desarrolle sabores más complejos. Colombia, Perú, Guatemala, Honduras, México, Ecuador, Kenia, Jamaica y Costa Rica son algunos de los principales productores.
- Robusta. Esta variedad es más resistente a temperaturas altas y se cultiva a altitudes más bajas. Se considera que su perfil de sabor es menos complejo, pero su cultivo es más sencillo y el rendimiento es mayor. Brasil, Vietnam, Indonesia, Uganda e India están entre los mayores productores.
Curiosamente, en la publicidad «100% arábica» suele ser sinónimo de calidad, aunque un café arábica mal tostado puede resultar igual de amargo.
Suelo y sombra. Además de la altitud y el clima, otros factores como la sombra y el tipo de suelo son fundamentales. La sombra protege a las plantas de la luz directa intensa, y el suelo aporta nutrientes esenciales que impactan en el sabor del grano.
Por ejemplo, los matices cítricos o de cacao en un café pueden deberse a plantaciones cercanas de estos tipos de plantas. Los ricos suelos volcánicos de lugares como Colombia o Costa Rica son extremadamente beneficiosos por su alto contenido de nutrientes.
Desafíos y oportunidades. Los productores principales del café han mantenido su dominio gracias a condiciones óptimas, pero el cambio climático podría alterar esto. Las lluvias se han vuelto menos previsibles, y el aumento de temperatura podría obligar a mover el cultivo a zonas más altas, más limitadas.
¿La buena noticia? Existen regiones fuera del cinturón que están logrando cultivar café. En Canarias, ya se cultiva el café de Agaete, gracias a condiciones favorables y suelos volcánicos. También se realizan pruebas de cultivo en Andalucía y, sorprendentemente, en Cataluña. En Sicilia, los cafetos ahora sobreviven a los inviernos y crecen sin control.
Innovación tecnológica. En Cataluña, los esfuerzos por cultivar café han dado lugar a una posible salvación de las variedades arábicas amenazadas por el cambio climático. Mediante la selección genética de plantas más resistentes, es posible cultivar café en entornos controlados.
Otra opción, menos popular entre productores y puristas, es el «café sin café», elaborado con semillas molidas mezcladas con ingredientes adicionales y cafeína sintética. Aunque dicen que el sabor es similar al del café, la esperanza es que el café «tradicional» no desaparezca, considerando su importancia para tantas comunidades.
Imagen | The Cockroac
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