Al igual que un esperado concierto, los consumidores franceses de aceite de oliva han esperado pacientemente: ese instante en que las bodegas del paÃs se vacÃen de las reservas de 2024 y los precios desciendan gracias a la entrada del producto español.
La buena noticia es que ese instante ansiado ha llegado. La mala noticia es que estas botellas traen consigo un descubrimiento inesperado.
¿Descubrimientos inesperados? A medida que se preparaban para este «gran momento», la reconocida revista francesa ’60 millions de consommateurs’ decidió evaluar las principales marcas disponibles en el mercado francés. Se examinaron 22 botellas de aceite de oliva virgen extra (obtenido solo mediante presión mecánica o centrifugación).
A pesar de los numerosos fraudes detectados, los resultados de los análisis concuerdan con los estándares de composición de este tipo de aceites (99% de lÃpidos con un perfil especÃfico, predominio de ácidos oleicos monoinsaturados, etc.). La sorpresa vino al descubrir altos niveles de microplásticos.
¿También en el aceite? Asà es. «Bios o convencionales todos […] contienen algún tipo de ftalatos», compuestos quÃmicos que hacen el plástico más flexible y resistente. Aunque están permitidos, existe creciente evidencia de su papel como disruptores endocrinos.
Recientemente se ha mencionado su influencia en la regulación de la presión arterial.
¿Qué se puede hacer? La problemática de los microplásticos es considerable. Apenas ahora comprendemos su alcance y magnitud. Sin embargo, situaciones como esta demuestran nuestra falta de rigor en su control: la presencia de ftalatos se debe, principalmente, a los envases que utilizamos.
Un desafÃo global. Aunque estos datos sean franceses, serÃa ingenuo suponer que en España (donde el consumo de este aceite es hasta seis veces mayor y las ofertas no siempre son ‘premium’) la situación sea diferente. No lo es.
Este escenario debe llevarnos a reflexionar: hablamos de un producto fundamental en el paÃs, pilar de una industria clave que vertebra al paÃs. Es necesario reconocer que preservar este patrimonio demanda una perspectiva más profunda, un plan más allá de lo cotidiano.
Y lamentablemente, es una asignatura pendiente.
Imagen | Fulvio Ciccolo | Oregon State University
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