Para derrotar la procrastinación, el mejor consejo podría ser simplemente tomarse un respiro. Algunos expertos afirman que las personas no «procrastinan por pereza, sino porque su cuerpo les está pidiendo un descanso«. Personalmente, mi cuerpo me lo pide constantemente. Por eso, necesito una estrategia que me ayude a vencer esta “pereza” y que me permita aprovechar mejor mi día, reduciendo así mi lista de tareas. Aquí es donde entra en juego el método (10+2)*5.
Esta técnica está diseñada para acabar con las tareas pendientes y hacer que mis días rindan más sin invertir tiempo adicional. Te cuento cómo.
¿Qué es el método (10+2)*5?
Es una fórmula sencilla, no te preocupes. Cualquiera podría resolverla, incluso un niño. Creada por Merlin Mann de 43Folders.com, es una estrategia para “superar la procrastinación”. Contrario a un simple horario de trabajo, también incorpora descansos. Según Mann, está destinada para “procrastinadores, distraídos, personas con muchas pequeñas tareas pendientes o quienes tienen problemas enfrentándose a tareas grandes”. Personalmente, me identifico con la segunda: me distraigo con facilidad. Así es mi naturaleza.
El truco es que, al planificar también los momentos de descanso, te sientas motivado para comenzar a trabajar. Aplicar el método (10+2)*5 es sencillo: se divide cada hora en intervalos de 10 minutos de trabajo seguidos de 2 minutos de descanso, y se repite cinco veces (12×5=60). Lo he probado en los días de máxima pereza y, aunque al principio sigues el reloj al pie de la letra, pronto encuentras un ritmo de trabajo que hace que la hora pase sin que te des cuenta.
Es particularmente útil cuando trabajas desde casa. En mi caso, el teletrabajo implica un sinfín de distracciones externas que me apartan una y otra vez de lo que estoy haciendo. Desde querer poner una lavadora, hasta probar una nueva crema o dudar si hay leche para el café. Esto no ocurría en la oficina, donde esos estímulos se quedaban en casa, facilitando la concentración incluso cuando estaba agotada o desmotivada.
Expertos de Xataka nos dicen que no procrastinamos por pereza ni falta de tiempo, sino por nuestro estado de ánimo y cómo lo manejamos. Este método ayuda a superar estas barreras de manera natural, sin ser plenamente conscientes de ello.
Al iniciar mi jornada, mi horario se veía así:
- 9 am – 9:10 am ESCRIBIR
- 9:10 am – 9:12 am DESCANSAR
- 9:12 am – 9:22 am ESCRIBIR
- 9:22 am – 9:24 am CAFÉ
- 9:24 am – 9:34 am ESCRIBIR
- 9:34 am – 9:36 am INSTAGRAM
- 9:36 am – 9:46 am ESCRIBIR
- 9:46 am – 9:48 am TIKTOK
- 9:48 am – 9:58 am ESCRIBIR
- 9:58 am – 10 am DESCANSAR
Configuré un temporizador para controlar los intervalos. En la segunda hora del día, ya estaba tan concentrada que ignoré algunos descansos de los cinco planificados, y en la tercera hora, olvidé por completo el temporizador y seguí trabajando sin parar. Sorprendentemente, mi lista de tareas comenzó a reducirse rápidamente.
En esos 10 minutos, es posible concentrarte intensamente en la tarea, aunque los dos minutos de descanso pueden parecer insuficientes, lo que a veces lleva a omitirlos. No obstante, es fundamental no acumular descansos; si se pasan, se pierden, y si tomas más tiempo, puedes perder el enfoque.
El mayor desafío para la productividad es dar ese primer paso antes de comenzar una tarea. Todo se centra en ese paso inicial. De manera similar a cuando empezamos a correr, una vez en movimiento, es más fácil seguir avanzando.
Imágenes | Como Dios (2003)
Deja una respuesta