Recordar es quizás uno de los aspectos más sencillos del estudio, aunque también es uno de los menos eficaces. El aprendizaje auténtico no se centra únicamente en la memorización, sino en la comprensión y asimilación del contenido estudiado.
La Técnica SQ3R (Survey, Question, Read, Recite, Review), o técnica Robinson en honor a su creador, el psicólogo educativo estadounidense Francis P. Robinson, fue desarrollada en 1946. Este sistema busca transformar el enfoque de estudio centrado en la memoria hacia un aprendizaje estructurado en cinco pasos esenciales, que permiten una mejor retención de la información.
Un método para aprender genuinamente, no solo para aprobar
Aunque originalmente fue diseñada para estudiantes universitarios, la técnica se ha expandido a colegios, institutos y programas de formación profesional. Se basa en un proceso que incluye diferentes fases de lectura y profundización en los temas, con el objetivo de proporcionar un conocimiento más completo y duradero.
Desde su implementación, la técnica SQ3R ha demostrado ser especialmente efectiva en áreas que requieren una lectura comprensiva, tales como historia, derecho o ciencias sociales. En universidades de Estados Unidos y Reino Unido es ampliamente utilizada, mientras que en España comienza a ganar popularidad, especialmente entre opositores y estudiantes universitarios que buscan organizar extensos temarios de manera eficiente.
El éxito de esta técnica radica en su simplicidad: al dividir el estudio en pasos concretos, los estudiantes pueden convertir la información en conocimiento duradero. Además, fomenta el desarrollo de habilidades importantes como el análisis y la autoevaluación.
Los cinco pasos de la técnica SQ3R
El método aborda las sesiones de estudio como una aproximación progresiva a los textos educativos, involucrando al estudiante y destacando qué se espera aprender de cada lección incluso antes de comenzar.
1. Survey (Explorar)
El primer paso consiste en una lectura superficial del material a modo de exploración previa. El estudiante se enfoca en títulos, subtítulos, palabras en negrita y elementos gráficos que acompañan al texto.
El objetivo es adquirir una visión global del tema y evaluar cuánto tiempo tomará estudiarlo, considerando su extensión y complejidad aparente. Esta fase inicial prepara la mente para identificar conceptos clave.
Por ejemplo, al estudiar un capítulo sobre anatomía, podrías centrarte en identificar los órganos mencionados y las funciones generales antes de profundizar en los detalles. Un estudio realizado por The Meadows Center for Preventing Educational Risk y la Universidad de Texas respalda la utilidad de esta fase para activar el conocimiento previo y establecer conexiones significativas con el texto.
2. Question (Preguntar)
Este paso invita al estudiante a ser curioso. Al formular preguntas sobre el texto –como «¿Para qué sirve un determinado concepto?» o «¿Cómo se relaciona este tema con lo estudiado anteriormente?»–, el cerebro empieza a procesar la información de manera activa, como una especie de rompecabezas que conecta nuevas piezas con las que ya se tiene.
Según una guía de la Southern Illinois University Carbondale, el paso de «preguntar» permite a los estudiantes identificar rápidamente las ideas principales de un texto en tan solo minutos. Este enfoque ayuda a organizar la información mentalmente, mejorando la comprensión general y la retención del contenido.
Un estudio publicado en English Language Teaching mostró que los estudiantes que usaron esta técnica experimentaron mejoras significativas en su comprensión lectora, como evidenciaron análisis estadísticos con pruebas t independientes, demostrando un impacto positivo claro en comparación con aquellos que no emplearon el método.
3. Read (Leer)
Este es el momento de la lectura en profundidad. Es crucial subrayar ideas principales y tomar notas. También se recomienda utilizar técnicas de concentración por bloques de tiempo, como el método Pomodoro, que divide las sesiones de estudio en intervalos de 25 minutos. Puede ser necesario releer un texto varias veces.
La lectura aquí no trata solo de pasar los ojos por las palabras; se trata de comprender. Los estudiantes empiezan a conectar ideas y absorber los fundamentos del tema, por lo que la concentración es esencial.
4. Recite (Recitar)
En este paso, no se trata de declamar como en una tragedia. Es crucial para interiorizar y entender mejor el contenido. Albert Einstein resumió bien este objetivo con su famosa cita: «Si no puedes explicarlo de forma sencilla, es que no lo entiendes bien».
Consiste en expresar, con tus propias palabras, lo que has leído, ya sea verbalmente o escribiendo un breve resumen. No es una repetición memorística, sino un análisis del significado y una relación de las ideas expuestas. Así, el estudiante detecta qué parte de su explicación presenta lagunas, permitiéndole reforzar esas áreas buscado información adicional.
Además, realizar este ejercicio de síntesis y escribirlo activa mecanismos psicomotores y de aprendizaje en el cerebro, ayudando a fijar los conceptos en la memoria.
5. Review (Repasar)
El repaso final es fundamental para fijar el conocimiento a largo plazo. Se recomienda realizar esta fase después de estudiar un tema y en los días previos a un examen, ya que contribuye a consolidar los conceptos. Cuanto más se revisita un tema, más se afianza en la memoria a largo plazo.
Un estudio de Karpicke y Roediger (2006) mostró que estudiantes que realizaron pruebas repetidas con espaciado lograron tasas de retención superiores en comparación con aquellos que solo estudiaron de manera tradicional. Después de una semana, los estudiantes que realizaron el repaso espaciado recordaron un promedio del 56 % del contenido, frente al 42 % de los que no lo hicieron. Esta investigación es una referencia clave en el ámbito de la memoria y el aprendizaje efectivo.
Imagen | Unsplash (Eliott Reyna)
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