El 14 de febrero, conocido mundialmente como el DÃa de San ValentÃn, no fue un dÃa para el romance en un elegante hotel en Weissenhaus, Alemania. AllÃ, se desarrollaba la partida final del primer torneo del Grand Slam de ajedrez freestyle, sin que Magnus Carlsen estuviera entre los nombres de los jugadores, algo que ya de por sà era sorprendente —volveremos a eso en breve—, aunque no era lo único destacable de dicha partida.
Fabio Caruana realizó su primera jugada, d4. Un movimiento que no destacaba por su originalidad. Sin embargo, Vincent Keymer, su adversario, tardó 20 minutos en responder, un tiempo inusual en el ajedrez clásico, donde los jugadores de élite ejecutan sus primeras jugadas en cuestión de minutos, pues las tienen memorizadas. Apenas piensan en esos primeros compases del juego.
La razón de la demora es que Caruana y Keymer no estaban jugando al ajedrez clásico, sino al ajedrez ‘freestyle‘ o ‘estilo libre’. En esta modalidad, las posiciones de las piezas en la última fila (torres, caballos, alfiles, dama y rey) se determinan aleatoriamente, aunque deben seguirse dos reglas: los alfiles deben ocupar casillas de distintos colores y el rey debe estar entre las torres para posibilitar el enroque.
Vincent Keymer, vencedor del primer torneo del Freestyle Chess Grand Slam Tour 2025. Fuente: Freestyle Chess Grand Slam Tour 2025.
Esto da lugar a 960 posiciones iniciales posibles para el tablero —exactamente 959, ya que se elimina la posición clásica—, lo que ha dado nombre tradicional a esta modalidad: Chess960. Sus posiciones alternativas son lo que la hace particularmente especial.
Los grandes maestros del ajedrez dominan las aperturas del ajedrez clásico, referente a la posición estándar del tablero. Pero en el ajedrez freestyle, la situación es distinta. Memorizar las aperturas para las 959 posiciones es prácticamente imposible para un ser humano, lo que convierte a esta modalidad en un desafÃo que obliga a los mejores ajedrecistas del mundo a pensar desde el primer momento. Por eso, Keymer tardó 20 minutos en su primer movimiento: un error en las primeras jugadas puede significar una derrota casi inmediata.
Esta circunstancia sacude los cimientos del ranking mundial. No importó que en el torneo participaran figuras como Fabiano Caruana (32 años, subcampeón del mundo en 2018), Hikaru Nakamura (37 años, campeón mundial de ajedrez freestyle en 2022), Dommaraju Gukesh (18 años, actual campeón mundial), Alireza Firouzja (21 años, ex número dos del mundo por ranking ELO en 2021) o Magnus Carlsen (34 años, excampeón mundial de ajedrez y considerado por muchos como el mejor de todos los tiempos).
En este contexto, la gran revelación del torneo fue el joven Vincent Keymer, un alemán de 20 años, que fue avanzando ronda tras ronda, eliminando a Firouzja, luego a Magnus Carlsen en la semifinal, y finalmente a Caruana en la final. Esto evidenció algo claro: el ajedrez freestyle es otro mundo. Memorizar ya no sirve. Lo que importa verdaderamente es el nivel de los jugadores y su creatividad.
A continuación, exploraremos su origen y por qué Magnus Carlsen, quien es considerado el mejor jugador de todos los tiempos, piensa que esta modalidad será la que triunfe mundialmente.
Impulsando una revolución en el ajedrez
Noviembre de 2018. Londres. Magnus Carlsen y Fabiano Caruana se enfrentaron en el Campeonato Mundial de Ajedrez en un duelo de doce partidas de ajedrez clásico, todas las cuales terminaron en tablas, algo inaudito.
El bombo con las bolas para determinar una de las 959 posiciones iniciales posibles. Fuente: Freestyle Chess Grand Slam Tour 2025.
El campeonato se decidió en una serie de partidas rápidas donde Carlsen dominó a Caruana con tres victorias consecutivas. Esto originó un debate: la alta frecuencia de partidas que culminaban en tablas estaba empezando a ser alarmante, especialmente entre los jugadores de élite.
En campeonatos mundiales posteriores, la tendencia de partidas empatadas no ha sido tan pronunciada (7 tablas en 11 partidas en 2021, 8 en 14 en 2023 y 9 en 14 en 2024) pero sigue siendo considerable. Esto ha dado lugar a discusiones sobre la «muerte por tablas» (draw death), refiriéndose al creciente número de partidas que concluyen en empate.
Leontxo GarcÃa, periodista con más de 40 años cubriendo ajedrez en El PaÃs, ya habÃa advertido sobre este problema en diciembre de 2017. Explicaba que tanto las tablas rápidas como los empates luchados pero aburridos ponÃan en riesgo los torneos de élite. A pesar de las propuestas para reducir el número de tablas, ninguna ha tenido éxito.
Además, otro problema es que el ajedrez clásico no suele ser especialmente emocionante al inicio, ya que los jugadores memorizan con gran precisión las teorÃas de apertura. A menudo, los primeros 10, 15 o incluso 20 movimientos no requieren pensamiento estratégico. Simplemente reproducen movimientos, porque, tras siglos de práctica, está bien documentado cuáles son las aperturas más efectivas y las maneras de contrarrestarlas para alcanzar un medio juego equilibrado.
Es a partir de este punto que el ajedrez se vuelve emocionante y apasionante. Donde surgen movimientos brillantes y errores catastróficos. Es entonces cuando los jugadores realmente muestran su talento.
Sin embargo, para algunos jugadores, la memorización de las aperturas es una carga. Esto no es nuevo. En 1792, el jugador holandés Philip Julius van Zuylen van Nijelvelt publicó un tratado en el que expresaba su desprecio por el ajedrez clásico y proponÃa una idea singular.
Que las piezas principales se colocaran de manera aleatoria, en lugar de posiciones fijas.
Esa idea pretendÃa «generar una enorme variedad de situaciones diferentes, de modo que nadie pudiera estudiarlas de antemano». Su enfoque tuvo cierto éxito y fue ganando popularidad. Aaron Alexandre incluyó la idea en su Enciclopedia del ajedrez, publicada en 1837, y se llegaron a jugar algunas partidas y torneos menores.
Sin embargo, fue necesario esperar un siglo y medio para que esta idea realmente despegara. Fue en 1996, en Buenos Aires, donde Bobby Fischer, campeón mundial entre 1972 y 1975, rescató la idea. Fischer, uno de los jugadores más brillantes de la historia, estaba listo para revolucionar el ajedrez.
En 1996, aunque ya no era el mismo jugador que en su apogeo, su carisma seguÃa siendo inmenso. Tras aceptar un nuevo ‘match’ contra Spassky en 1992, Fischer adoptó la idea de van Zuylen van Nijelvelt y la perfeccionó: los alfiles debÃan estar en casillas de distinto color y el rey debÃa ubicarse entre las torres.
El 19 de junio, en una conferencia de prensa, Fischer presentó su variante, a la que denominó ajedrez aleatorio de Fischer (Fischer Random Chess). En esta, la creatividad y el talento predominaban sobre la memorización y el análisis. Aunque otras variantes del ajedrez buscaban un fin similar, Fischer defendÃa que «su» variante era la mejor, afirmando en una entrevista posterior: «No intento matar al ajedrez, intento mantenerlo vivo».
Aunque su propuesta recibió cierta atención, pasó a un segundo plano cuando, al año siguiente, Deep Blue derrotó a Kasparov. Las máquinas habÃan alcanzado lo que parecÃa inalcanzable, y el ajedrez ya no parecÃa tener tanto sentido. ¿Por qué buscar alternativas entonces?
No obstante, lejos de extinguirse, el ajedrez experimentó un auge sin precedentes. La pandemia y la serie ‘Gambito de dama’ contribuyeron al aumento del ajedrez en lÃnea, junto al fenómeno de los influencers del ajedrez: jugadores de diversos niveles que demostraban con sus contenidos que el ajedrez, especialmente en partidas rápidas, podÃa ser fascinante.
Sin embargo, no todos estaban convencidos con el ajedrez tradicional.
Cuando Magnus Carlsen se hartó del ajedrez clásico
Magnus Carlsen es ampliamente considerado como el mejor jugador de ajedrez de la historia. Pero, paradójicamente, se ha cansado de la modalidad clásica del juego. En julio de 2022, Carlsen renunció a su tÃtulo, declinando defenderlo ante Ian Niepómniashi —ganador del Torneo de Candidatos— en 2023.
Fuente: Freestyle Chess Grand Slam Tour 2025.
Carlsen ya habÃa dado indicios. Durante años ha estado en desacuerdo con la FIDE, organismo rector del ajedrez clásico, buscando cambiar el formato del campeonato mundial. Propuso, por ejemplo, un sistema mixto de partidas rápidas y clásicas, pero ninguno de sus intentos fue exitoso.
Entonces fue cuando Jan Henric Buettner hizo su aparición. Este emprendedor y millonario alemán se interesó en el ajedrez durante la pandemia. Su profesor, el gran maestro alemán Niclas Huschenbeth, le sugirió organizar un torneo, pero Buettner encontraba el ajedrez clásico poco estimulante.
No obstante, tenÃa claro que deseaba que Magnus Carlsen participara en su torneo. Consiguió hablar con él en Doha, donde el ajedrecista competÃa en el Qatar Masters, y Carlsen le comentó que preferirÃa un torneo de ajedrez aleatorio de Fischer entre jugadores de alto nivel.
Buettner, quien desconocÃa esta modalidad, investigó y quedó cautivado. Decidió que el nombre necesitaba ser más atractivo y lo bautizó como ajedrez freestyle.
Carlsen se involucró plenamente en el proyecto, y junto a Buettner, recaudaron 12 millones de dólares de la firma Left Lane Capital para lanzar el Freestyle Chess Grand Slam Tour, inspirado en el Grand Slam de tenis, con cinco torneos de ajedrez freestyle en Weissenhaus (ya celebrado), ParÃs, Nueva York, Nueva Delhi y Ciudad del Cabo, con premios de cuatro millones de dólares.
La FIDE, por su parte, expresó su desacuerdo. En enero de 2025, emitieron un comunicado declarándose «el único organismo internacionalmente reconocido para el ajedrez» y criticaron la creación de un campeonato mundial paralelo en esta modalidad —Buettner y Carlsen dejaron de llamarlo «campeonato mundial»—, argumentando que «amenaza el cumplimiento de las actuales obligaciones contractuales de los jugadores profesionales con la FIDE».
La disputa de fondo entre Carlsen y la FIDE sigue latente, pero el jugador parece satisfecho de haber competido en este primer torneo de ajedrez freestyle. Aunque fue eliminado en semifinales, reconoció que «el ajedrez freestyle es más desafiante«, presentándole un nuevo y emocionante desafÃo. Como expresó en The Wall Street Journal, «En muchos sentidos, el juego que estamos jugando ahora es más puro y largo que el ajedrez clásico normal. Te sientas ante el tablero y tienes que pensar desde el principio».
El torneo presenta otras particularidades: previo a cada partida, se sortea la disposición de las piezas, y durante 10 minutos, los jugadores del mismo color pueden reunirse (si lo desean) para discutir la mejor estrategia inicial. Forman una alianza temporal contra sus oponentes, aunque después cada cual librará su batalla individual. El formato es sin duda atractivo, aunque no todos lo ven con buenos ojos y algunos dudan sobre el futuro del Grand Slam.
Esto no significa que Carlsen abandone por completo el ajedrez clásico —planea jugar en la Esports World Cup— pero parece tener la intención de seguir promoviendo el ajedrez Freestyle. Además, continúa participando en campeonatos de partidas rápidas, habiéndose consagrado campeón mundial de ajedrez blitz en siete ocasiones, modalidad donde cada jugador dispone de tres minutos y dos segundos de incremento por jugada. En este formato, la velocidad predomina sobre la memorización de aperturas.
PodrÃamos estar presenciando un momento decisivo en la historia del ajedrez, abriendo paso a esta nueva y emocionante modalidad. Como suele decirse, las perspectivas son prometedoras.
Imágenes | Freestyle Chess Grand Slam Tour
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