Para muchos, Chipre evoca imágenes de playas bañadas por el Mediterráneo y ruinas arqueológicas, tal vez incluso su rica gastronomÃa, famosos por la fasolada o platos de calamares. Pero lo que quizás no es tan conocido es su commandaria, un vino dulce que es uno de los más antiguos de la historia (si no el más) y reconocido por el Récord Guinness por poseer la denominación de origen más antigua. Ahora, algunos viticultores chipriotas están decididos a devolverle al commandaria la notoriedad de antaño.
El vino cuenta con una extensa y rica tradición.
Nombres que resuenan: «commandaria». Si aprecias los vinos, especialmente los dulces con una historia que contar, «commandaria» es un nombre que debes tener presente. Este es el nombre con el que se ha conocido durante siglos al vino producido en el suroeste de Chipre, elaborado con uvas autóctonas (Mavro y Xynisteri) y siguiendo un método tradicional. Estas uvas, expuestas al sol durante más de una semana, resultan en un vino ambarino y dulce.
¿Qué lo hace especial? Su historia es el principal motivo. La leyenda cuenta que fueron los cruzados del siglo XIII quienes lo nombraron, al llamar a la región de producción ‘La Grande Commanderie’; sin embargo, su origen es mucho más antiguo. Se dice que se elaboraba ya en el 800 a.C. o incluso hace 5.000 años bajo el nombre de «nama», y que basta con revisar la historia para encontrar menciones de este vino.
Hace casi 3.000 años, Homero y EurÃpides ya lo elogiaban. La historia y la leyenda se entrelazan alrededor de sus barricas, como que en el siglo XIII ganó el primer concurso de vinos del que se tiene registro o que el rey Ricardo Corazón de León lo sirvió en su boda en Chipre en 1191. Todos estos relatos resaltan la tradición rica del commandaria.
Un récord indiscutible. El commandaria tiene el honor de ser uno de los vinos más antiguos del mundo, si no el más. Según el Guinness World Records, se remonta al 2.000 a.C. También posee el récord de la ‘Appellation d’origine’ más antigua. En 1223, su afición era tal que el rey Felipe de Francia llegó a llamarlo «el apóstol de los vinos».
Un pasado resplandeciente. A pesar de su historia y ser bebida de reyes, el commandaria ha luchado por brillar en el competitivo mercado vinÃcola del siglo XXI. Según AP, su producción alcanzó su auge en los siglos XV y XVI bajo el dominio veneciano, mientras que en años recientes se ha mantenido en torno a las 200.000 botellas, una cantidad mÃnima frente a los más de 250 millones de litros producidos anualmente por la DO Rioja.
¿Por qué ha perdido terreno? Diversos factores explican la reciente trayectoria del commandaria. La revista The World of Fine Wine señala que Chipre aumentó sus exportaciones en los años 30 con el «jerez chipriota», pero la entrada en la UE y la regulación de denominaciones plantearon desafÃos. Además, el cambio de tendencias hacia sabores menos dulces y la falta de promoción internacional han afectado su mercado.
Un factor reciente que ha afectado su demanda es la guerra en Ucrania. Las sanciones tras el avance ruso en 2022 impactaron en el turismo ruso, un mercado crucial para los vinos de Chipre. Hubo intentos de entrar al mercado chino, pero la demanda sobrepasó la capacidad de producción.
¿Por qué es relevante ahora? Porque en Chipre se está impulsando un nuevo esfuerzo para revitalizar el commandaria, tanto por parte de instituciones como del sector privado. Una muestra clara de este resurgimiento es la candidatura presentada en 2024 para incluir al commandaria en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
La propuesta está disponible en la web oficial de la UNESCO y viene respaldada por un extenso argumento que aboga por el reconocimiento, destacando a los 14 territorios que producen commandaria. Las autoridades esperan que la candidatura sea revisada en el año en curso.
Tanto la agencia AP como CNN destacan los esfuerzos de pequeñas bodegas en Chipre que trabajan para recuperar técnicas tradicionales y favorecer el renacimiento del commandaria. Una de estas bodegas es Revecca, situada en Ayios Mamas, produciendo unas 3.000 botellas anuales. «Primero debemos asegurar la consistencia de la calidad y capturar el mercado interno antes de expandirnos colectivamente al extranjero».
Su fortaleza: la tradición. Hace una década, la marca más conocida del vino chipriota, Keo St. John, producÃa unos 130.000 litros, principalmente para el mercado nacional, aunque también exportaba a Rusia, Escandinavia, Francia, Australia y Estados Unidos. «Posee todos los elementos de Chipre: miel, hierbas, vainilla, especias y frutos secos como ciruelas», destacaba su enólogo sénior.
La estrategia ahora adoptada por las microbodegas chipriotas que buscan impulsar el commandaria es capitalizar su rica herencia histórica. Para ello, están reintroduciendo las técnicas tradicionales de elaboración. «Nos enfocamos en mejorar la calidad en lugar de obsesionarnos con la cantidad».
Imágenes | Secret Travel Guide (Unsplash), Yanay Rosen (Flickr) y Wikipedia
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