Todo comenzó como un simple video en TikTok, pero rápidamente se transformó en un tema de interés nacional en Brasil. Una joven compartió un video en el que simulaba llevar a su “bebé” Bento al hospital: organizó su mochila, lo acomodó en el coche, lo pesó, le dio el biberón y le limpió la mejilla. Más de 16 millones de personas vieron la escena sin advertir que el bebé era, en realidad, una muñeca reborn.
Caos político. Esta semana, el Guardian destacó cómo, en un Brasil donde Jair Bolsonaro enfrenta juicios por intentos de golpe de Estado y el actual presidente Lula enfrenta el peor momento de su mandato, el fenómeno de los muñecos/as reborn ha captado la atención pública. Son figuras hiperrealistas de bebés que muchas personas, principalmente mujeres, en Brasil han coleccionado y confeccionado durante décadas. De repente, se convirtieron en el blanco de burlas virales, amenazas y hasta propuestas legislativas.
Según el New York Times, actualmente existen al menos 30 proyectos de ley en Brasil que buscan impedir que las muñecas reborn reciban servicios públicos como salud o educación. En particular, legisladores en el estado de Amazonas han presentado muñecos en el parlamento, sugiriendo que algunas mujeres intentan obtener beneficios públicos con ellos, a pesar de la falta de evidencia que apoye estas afirmaciones.
Estigmatización. La cuenta oficial de la ciudad de Curitiba advirtió en tono de burla a las “madres reborn” que sus muñecas no son válidas para ocupar los asientos amarillos en los autobuses, reservados para embarazadas. Sin embargo, en Río de Janeiro, el concejo municipal propuso celebrar el 4 de septiembre como el Día de la Cigüeña Reborn, para rendir homenaje a las artistas que crean estas muñecas, aunque el alcalde vetó la propuesta asegurando que “esto no está pasando”.
Si bien el medio UOL documenta solo un caso real de una mujer con un trastorno psiquiátrico que intentó ingresar a un hospital con una muñeca, la mayoría de los proyectos de ley parecen basarse en rumores virales.
Kit con cuerpo de vinilo
De TikTok al Congreso. Todo empezó con virales en redes donde una coleccionista compartió su experiencia de ser llamada “loca” por llevar su muñeco a un centro comercial. Después, un video mostraba a una muñeca recibiendo atención en un hospital como parte de un juego de rol. Aunque el contenido fue aclarado como dramatización, la información se replicó de manera alarmista.
Las redes sociales se llenaron de burlas y amenazas hacia las “mamás reborn”. La situación se volvió más preocupante cuando un hombre, confundido por la histeria, atacó a un bebé real en junio, pensando que era un muñeco. El agresor fue liberado bajo fianza, mientras que el bebé sufrió lesiones leves.
Misoginia disfrazada. Lo que parecía una simple polémica por pasatiempos excéntricos revela una patologización del entretenimiento femenino. Isabela Kalil, socióloga, señala que mientras los hombres pueden coleccionar figuras de acción sin ser juzgados, las mujeres con muñecos hiperrealistas son vistas como desequilibradas. La artista Larissa Vedolin, conocida en redes como Emily Reborn, relata que recibe constantes amenazas debido a sus creaciones.
Reflejo social. El youtuber Chico Barney documentó un evento de coleccionistas en São Paulo, destacando la normalidad del encuentro. Sin embargo, el contraste entre la realidad y la narrativa viral evidencia una tendencia en la cultura digital: la búsqueda constante de un blanco para el odio colectivo. Kalil enfatiza que el fenómeno no tiene base en hechos reales, sino en una necesidad social de canalizar ansiedad a través de objetos simbólicos.
Práctica antigua. Las muñecas reborn existen desde los años 90 y no son exclusivas de Brasil. En EE.UU., Dave Stack, de Reborns, indica que las ventas han crecido considerablemente, con muñecas vendidas a diferentes precios según su detalle y material.
Una histeria como radiografía. El fenómeno reborn en Brasil refleja la ansiedad colectiva, misoginia y el poder de las redes sociales en el discurso político. Lo que es una expresión artística se ha convertido en objeto de legislación y polarización, mostrando la fragilidad de los consensos sobre el ocio y la expresión individual, especialmente cuando atañe a mujeres.
El episodio revela la facilidad para generar un pánico moral y muestra cómo una simple muñeca de silicona puede provocar tanto ruido, en una nación enfrentando crisis más profundas.
Imagen | Miriam, IToldYa, DONNA LEE
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