Este mes de junio, Francia comenzará una misión para mapear y analizar el estado de los más de 200,000 barriles de residuos radiactivos que varios paÃses europeos enterraron en las profundidades oceánicas. El objetivo es evaluar su impacto ambiental y determinar la viabilidad de su recuperación.
Prácticas del pasado. Durante más de cuatro décadas, los paÃses europeos vertieron rutinariamente residuos radiactivos de muy baja actividad en el océano, desde 1946 hasta 1990.
Más de 200,000 barriles que contenÃan guantes, material de laboratorio y muestras nucleares fueron depositados en las profundidades del Atlántico Nordeste, a más de 4,000 metros bajo el océano, hasta que la práctica fue prohibida por la Convención de Londres en 1993.
Mejor tarde que nunca. Aunque la radiactividad ha disminuido significativamente debido a la corta vida de isótopos como cesio-134 o hierro-55, no ha habido un esfuerzo a nivel estatal para recuperarlos hasta ahora.
El CNRS de Francia se embarcará a mediados de junio en la misión NODSSUM, que más que buscar recuperar los barriles de inmediato, pretende realizar un análisis detallado de los contenedores, estudiar el comportamiento de los radionucleidos en el océano profundo y su interacción con los ecosistemas marinos, para decidir cuáles deberÃan recuperarse y cómo hacerlo.
Un robot submarino y redes de pesca. El proyecto NODSSUM se llevará a cabo en dos grandes fases. La primera campaña, una misión de reconocimiento, se iniciará el 15 de junio y se prolongará hasta el 11 de julio. El robot autónomo submarino UlyX, de la Flota Oceanográfica Francesa, jugará un papel crucial, capaz de descender hasta 6,000 metros.
UlyX realizará inmersiones cientÃficas a 70 metros sobre el lecho marino, utilizando un sónar de alta resolución para cartografiar la principal zona de vertido e identificar los barriles. Luego, se aproximará a 10 metros para fotografiarlos y recolectar muestras iniciales de agua, sedimentos y fauna, sin tocar los bidones. Los cientÃficos usarán nasas para capturar peces y crustáceos y evaluar el impacto de los residuos en la vida marina.
Sin movimiento de barriles hasta 2026. Con base en los datos de la primera fase, en la segunda se empleará un robot con brazos operado remotamente, como Victor o Nautile, que observará de cerca los barriles y recolectará muestras a su alrededor para un análisis más profundo.
Estos datos ayudarán a decidir la necesidad y viabilidad de operaciones de recuperación selectiva en el futuro. La seguridad será el núcleo del proyecto, con un riguroso protocolo de radioprotección controlado por el organismo de seguridad nuclear de Francia.
Además de corregir errores pasados, la misión proporcionará una oportunidad única para estudiar las consecuencias a largo plazo de almacenar desechos radiactivos en el fondo del océano Atlántico.
Imagen | CNRS, Greenpeace (1978)
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