«No soy capaz de concentrarme en algo más de quince minutos sin revisar el móvil». Hace tiempo, en Xataka se publicó un reportaje fascinante sobre cómo nos hemos convertido en una generación que vive continuamente distraÃda. En el mismo, numerosos testimonios y expertos comentaban acerca de un tema recurrente de nuestra era: la percepción de que estamos perdiendo nuestra capacidad de concentración.
Pero, ¿realmente es as�
No es una pregunta fuera de lugar, definitivamente. El debate no gira tanto en torno a si la memoria (incluyendo la atención u otras habilidades cognitivas) se ve alterada por el uso de dispositivos móviles. Por supuesto que cambia. Cambia tanto funcionalmente como estructuralmente. Como nos mencionaba Manuel Sebastián, investigador de la Unidad de CartografÃa Cerebral de la Universidad Complutense, «sabemos que los textos con enlaces (hipertexto) tienden a ser recordados menos, lo cual tiene sentido al ser distracciones, y la atención juega un papel crucial en la memoria».
A pesar de esto, Sebastián nos recordaba que «el procesamiento diferente de la información no es necesariamente negativo». La cuestión radica en si estos cambios perjudican nuestra capacidad para enfrentar fenómenos del entorno.
¿Qué ocurre con nuestra atención? Hace unos meses, un grupo de la Facultad de PsicologÃa de la Universidad de Viena se propuso responder esta pregunta, lo cual no es tarea sencilla. Para lograrlo, debÃan trascender las experiencias individuales y encontrar medidas de atención en diversos contextos, épocas y edades, medidas que, además, no fueran solo teóricas, sino orientadas a resolver problemas concretos. ¿Dónde encontrar tales datos?
La única respuesta estaba en los tests de inteligencia.
El vasto repertorio de los tests de inteligencia. Por décadas, psicólogos han administrado pruebas de inteligencia a millones de individuos, proporcionando una valiosa base de evaluaciones psicométricas. Dentro de esta vasta cantidad de datos se encuentran, efectivamente, pruebas de atención.
Al percatarse de ello, los investigadores recolectaron 179 estudios con 287 muestras independientes de 32 paÃses durante 31 años: en resumen, analizaron los resultados de más de 20,000 personas para identificar si habÃa un deterioro de la atención en estas décadas.
Los resultados son sorprendentes. Al examinar a niños, adolescentes y jóvenes, observaron que las puntuaciones se mantenÃan estables a lo largo del tiempo. En adultos, de hecho, las evaluaciones mostraron mejoras. Asà es, nuestra atención ha estado mejorando con los años.
¿No estamos perdiendo la capacidad de atención entonces? Como menciona Adam Grant, profesor de psicologÃa organizacional de Wharton, el problema nunca ha sido la atención, sino la motivación. La capacidad de concentrarnos está allÃ, pero usualmente no lo deseamos. Nos encontramos rodeados de estÃmulos atractivos que nos llevan a realizar múltiples tareas a la vez.
Esto, evidentemente, trae consigo consecuencias. Es probable que esas mismas consecuencias sean las que notamos con mayor claridad y nos den la impresión de que perdemos nuestra capacidad de concentración.
Estamos engañándonos a nosotros mismos. Por ejemplo, es sabido que «atender» a varios medios simultáneamente (como ver una pelÃcula mientras usamos el móvil) afecta negativamente nuestra memoria, recordamos menos lo que vemos cuando estamos haciendo otras cosas a la vez. Cuando notamos que recordamos menos las pelÃculas, lo atribuimos a nuestra atención, en lugar de al modo en que consumimos la pelÃcula. Todo se mezcla.
Es fundamental tener cuidado con esto, ya que si no partimos de un entendimiento claro de la realidad, será imposible recuperar el control de nuestra capacidad de atención.
Imagen | Cristofer Maximilian
*Este artÃculo fue publicado por primera vez en febrero de 2024
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