En España, las cuevas prehistóricas han sido una fuente inagotable de descubrimientos arqueológicos, revelando secretos del pasado y ofreciendo pistas sobre antiguas civilizaciones. Aunque Altamira es sin duda la estrella de las cuevas en la penÃnsula, existen muchas más que han desempeñado papeles variados a lo largo de los siglos. Estas maravillas naturales no solo atraen por su historia, sino también por su belleza esculpida por la naturaleza a lo largo de milenios.
A pesar de que muchas han sido moldeadas por la naturaleza, algunas cuevas han continuado siendo habitadas o utilizadas por el ser humano hasta tiempos recientes. Un ejemplo impresionante es Ojo Guareña, un vasto complejo kárstico situado en la penÃnsula ibérica, solo superado en tamaño por el Sistema del Mortillano.
Entendiendo los complejos kársticos. Estas formaciones geológicas son el resultado de la disolución de rocas solubles como calizas y dolomÃas, a menudo acompañadas por minerales como el yeso, bajo la acción del agua. Este proceso natural forma cuevas y galerÃas subterráneas al disminuir el agua en la superficie, proporcionando espacios que los humanos han explorado durante eras.
Estas cuevas son fascinantes por sus formaciones internas, como estalactitas y estalagmitas, que les otorgan un aire casi mÃstico. Históricamente, su condición de refugio las convirtió en importantes sitios arqueológicos y paleontológicos, como en el caso de Altamira.
Ojo Guareña. Situada al norte de Burgos, esta cueva destaca por múltiples razones. Una de ellas es su magnitud, con más de 110 kilómetros de galerÃas y alrededor de 400 cavidades. Reconocido como Monumento Natural, Bien de Interés Cultural y Lugar de Importancia Comunitaria, Ojo Guareña es un lugar verdaderamente excepcional.
Su biodiversidad, con 16 especies de invertebrados únicas, sus extensas dimensiones y los importantes hallazgos arqueológicos hacen de esta cueva un sitio de interés. Lo que resulta verdaderamente sorprendente es que 14 de sus cuevas estén interconectadas, formando un complejo con la altura de un edificio de seis pisos.
Museo del tiempo. Aunque los descubrimientos arqueológicos en el lugar son impresionantes, para sus antiguos habitantes tan solo era otro refugio. Se han hallado pinturas rupestres, armas, restos óseos, dientes de neandertales, huellas fosilizadas y cerámicas. A medida que las sociedades evolucionaron, las cuevas se fueron olvidando, usándose ocasionalmente para almacenar o refugiarse en tiempos de guerra.
No obstante, en Ojo Guareña, estos restos reflejan la sucesión de diferentes culturas en la PenÃnsula. Aquà podemos encontrar vestigios artÃsticos desde el PaleolÃtico hasta la Edad de Hierro.
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Santuario. En 2019, un descubrimiento reciente fue el esqueleto de una persona que posiblemente se perdió y murió en el complejo. Este individuo, datado del siglo VI a.C., llevaba consigo su ajuar, lo que indica que algunas cuevas servÃan como santuarios para las poblaciones. Esta función religiosa se mantuvo a través de los siglos.
Cerca de la entrada principal de Ojo Guareña se encuentra la Ermita de San Bernabé. Aunque su construcción data entre los siglos VIII y XIII, fue el centro del consejo municipal de Merindad de Sotoscueva hasta 1924. La ermita, integrada en la roca, alberga frescos de los siglos XVII y XVIII que representan escenas de la cristiandad.
Y turismo. Este lugar combina el arte prehistórico con el más reciente, formando una especie de enciclopedia de la historia del arte humano. Su importancia sigue viva, celebrándose una romerÃa el sábado siguiente al 11 de junio en torno a la ermita. Por supuesto, el turismo florece aquÃ, con entradas que varÃan entre tres y seis euros, según la edad.
Hay distintas opciones de excursiones, desde la relajada visita a la ermita y un tramo de 400 metros de galerÃas, hasta recorridos más intensos por Cueva Palomera y Sima Dolencias, una cueva no acondicionada para menores de 12 años. Los menores de 18 deben ir acompañados por un adulto.
Ojo Guareña no es solo un impresionante complejo kárstico, ni simplemente un sitio arqueológico; es un testimonio del paso del tiempo y de cómo un espacio ha sido adaptado y utilizado a lo largo de milenios por diversas civilizaciones.
Imágenes | Televisión Castilla y León, Roberto Lumbreras, Eliana Alvoz
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