En la jornada de ayer, el rÃo Manzanares superó de manera alarmante el umbral de peligro de desbordamiento en la ciudad de Madrid. No se trata de una simple «alerta»: el rÃo efectivamente se desbordó en el Pardo, y el enlace de conexión entre la M-30 y la M-40 permaneció cerrado durante varias horas. A esto se suman casi una decena de carreteras que continúan intransitables debido al temporal.
Como ha ocurrido recientemente en Sevilla, la semana pasada en Guadalajara, y actualmente en Toledo, es un fenómeno que llama poderosamente la atención. Y es que va mucho más allá de lo que sucede en el Manzanares.
¿Qué estamos enfrentando? ¿Qué estamos observando realmente? El Manzanares es solo una manifestación de los múltiples problemas que aquejan a las cuencas del Tajo y del Guadiana. Estos rÃos, que usualmente tienen un flujo de agua reducido, de repente se encuentran manejando volúmenes significativos de agua.
Como mencionamos anteriormente, el problema no es únicamente la cantidad de agua que cae, sino sobre todo el desafÃo de encontrar una vÃa de salida para esa agua.
Sin embargo, la situación no es sencilla. Por diversas razones, las crecidas naturales suelen estar acompañadas de derrumbes de tierra, cambios fenológicos y otros fenómenos geológicos. Por otra parte, muchos de los problemas son de origen humano.
A lo largo de los años, hemos edificado alrededor de los cauces de los rÃos pensando que el agua transportada era toda la que podrÃan acarrear. Hemos reducido las llanuras aluviales, construido en áreas propensas a inundaciones y levantado estructuras de hormigón que, con estos volúmenes de agua, no pueden contener la fuerza de los rÃos.
El Manzanares ha generado titulares porque está en Madrid, ciertamente, pero también porque afecta a miles de personas y porque es un ejemplo evidente de lo que sucede en el centro de la PenÃnsula: numerosos problemas.
La gran paradoja, una vez más. Como mencionamos hace unos dÃas, la tremenda paradoja que presenta el cambio climático es que debemos prepararnos para enfrentar periodos de sequÃa cada vez más prolongados y severos, mientras que también debemos diseñar infraestructuras y planes contra inundaciones cada vez más intensas.
Talavera es un buen ejemplo de esto. Según el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas del Gobierno de España, el caudal promedio del Tajo en marzo, a su paso por esta ciudad toledana, es de 188 m3/s. Actualmente se encuentra en 750, se ha desbordado en numerosos puntos, y el Ayuntamiento está convencido de que continuará subiendo debido a las lluvias.
¿Y cuál es el plan de acción? Esa es la gran incógnita. Como explicaba el meteorólogo Jordi Carbó, «estamos atrapados en una dinámica de la que resulta complicado escapar». Aunque el ECMWF empieza a mostrar una leve desaceleración en las precipitaciones, «las previsiones apuntan a que las lluvias se extenderán hasta principios de abril».
En otras palabras, «es muy probable que en este mes de marzo se rompan récords de precipitación». En un contexto donde marzo se vuelve cada vez más lluvioso, resulta crucial tener esto presente.
No obstante, por ahora solo queda registrarlo. Hoy la urgencia es tomar medidas: evacuar a personas potencialmente afectadas y contener los daños. Mañana, lo importante será recordar esta lección y trabajar para que la próxima crecida nos encuentre mejor preparados.
Imagen | Andrés P. Mohorte
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