Aún me cuesta asimilar que David Lynch ya no está entre nosotros. Su ausencia deja un vacÃo difÃcil de llenar para todos los que admiramos su cinematografÃa única e inconfundible. Entre todas las imágenes imborrables que nos dejó, una en particular me sigue produciendo escalofrÃos cada vez que la revisito: la inolvidable escena del mendigo en ‘Mulholland Drive’.
Este artÃculo contiene spoilers sobre la mencionada escena de ‘Mulholland Drive’.
«Espero no volver a ver esa cara fuera del sueño»
David Lynch dejó una huella imborrable con su estilo inconfundible, amado por muchos y polémico para otros. Sus obras están llenas de personajes y momentos tan enigmáticos como fascinantes, lo que hace difÃcil elegir solo uno entre tÃtulos como ‘Terciopelo azul’, ‘Carretera perdida’ o su icónica serie ‘Twin Peaks’.
Pocas escenas han logrado quedarse tan grabadas en mi memoria como la del mendigo en la primera mitad de ‘Mulholland Drive’. El proyecto, que comenzó como un episodio piloto fallido para un spin-off de ‘Twin Peaks’, nos regaló uno de los jumpscares más impactantes del cine para mi gusto.
En esa escena, encontramos a dos personajes, Dan (Patrick Fischler) y Herb (Michael Cooke), que no tienen un papel importante en el resto de la historia, sentados en la cafeterÃa Winkie’s. Durante su desayuno, Dan confiesa a Herb que querÃa visitar ese lugar debido a una pesadilla que habÃa tenido.
En su sueño, no parece ser «ni de dÃa ni de noche», y Herb comparte su asiento al lado del mostrador, ambos sumidos en un miedo inexplicable. Dan identifica rápidamente la fuente de ese pavor: un hombre al otro lado de la pared. «Espero no volver a ver esa cara fuera del sueño», murmura aterrorizado.
Al final, ambos se aventuran a la parte trasera de la cafeterÃa, donde en su pesadilla imaginaron al hombre aterrador, con el propósito de enfrentar su temor. No obstante, lo que aparece detrás de la pared es un mendigo de aspecto sucio que los observa con intensidad, suficiente como para que Dan sufra un infarto (y nosotros como espectadores) y colapse.
Admito que esta es mi pelÃcula favorita de Lynch y, aunque contiene múltiples momentos que me fascinan, probablemente esta escena sea la que más resuena en mi memoria cada vez que la veo. Especialmente porque, aun sabiendo lo que ocurrirá, siempre siento un nudo en el estómago cuando ese personaje aparece (cuando se volvió a proyectar en cines hace algunos años, fue reconfortante ver que no fui la única en la sala que saltó en ese instante).
Sin duda, la aterradora imagen del personaje (interpretado por Bonnie Aarons, la misma actriz que posteriormente encarnó a ‘La monja’) y la súbita música contribuyen a este jumpscare inolvidable. Sin embargo, este momento de horror repentino tiene mucho más tras de sÃ.
La dirección de Lynch nos introduce una creciente sensación de inquietud desde la misma conversación en la mesa, con una cámara flotante que parece advertirnos del peligro inminente, sugiriendo que quizás no estamos tan lejos del sueño que Dan está narrando.
Esta sensación, combinada con el tenso acercamiento hacia la parte trasera, alternando planos de su caminata con el acercamiento al ominoso muro, provoca que mi corazón se acelere hasta que finalmente aparece esa perturbadora figura que, como pocas escenas, consigue helarme la sangre.
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