Durante el verano de 2003, lo que aparentaba ser una investigación de rutina sobre robos en Manhattan llevó a un desvÃo inesperado. Un agente encubierto del Departamento de PolicÃa de Nueva York siguió a un joven con un comportamiento sospechoso, observándolo manipular un cajero automático durante unos minutos. Utilizaba tarjetas falsificadas para retirar dinero, aprovechando el cambio de dÃa y eludiendo asà los lÃmites diarios. Aquel episodio fue solo la superficie de una compleja red criminal, como reveló más tarde The New York Times.
El joven era Albert Gonzalez, aunque en el ámbito online se le conocÃa como «soupnazi». Su modus operandi, denominado «cashing out» en foros criminales, consistÃa en emplear tarjetas clonadas para obtener efectivo antes de que los bancos reaccionaran. Su arresto desencadenó una operación sin precedentes al descubrir, los agentes, que almacenaba millones de números de tarjetas en su ordenador, además de mostrar un conocimiento profundo sobre ciberdelincuencia.
Gonzalez no era un criminal cualquiera
En la comunidad de ciberdelincuentes, su papel era sobresaliente. Actuaba como moderador en Shadowcrew, un foro dedicado al intercambio de datos bancarios robados, herramientas para falsificación de tarjetas y consejos para explotar vulnerabilidades financieras. Al ser detenido, según indica NPR, decidió colaborar con las autoridades, lo que le permitió evitar una condena inmediata y operar como informante para la Unidad de Delitos Electrónicos del Servicio Secreto. Su cooperación facilitó una operación encubierta que llevó al arresto de 28 personas en varios paÃses en octubre de 2004. Conocida como la operación Firewall, sentó precedentes para futuras investigaciones en el cibercrimen.
No obstante, la historia no acabó ahÃ. Mientras trabajaba para el gobierno, Gonzalez simultáneamente construÃa una red criminal más ambiciosa. Accedió a sistemas internos de grandes cadenas estadounidenses como TJX, OfficeMax y DSW, sustrayendo más de 40 millones de números de tarjetas. Estas intrusiones involucraban la instalación de «sniffers» para capturar datos en tiempo real en puntos de venta. Posteriormente, los números eran codificados en tarjetas vÃrgenes para retiradas de efectivo.
Detenidos en medio de la operación Firewall
El uso de la inyección SQL permitió a Gonzalez acceder remotamente a bases de datos desde formularios web, infiltrándose en empresas como Heartland Payment Systems. Este ataque comprometió millones de transacciones, impactando a más de 250 instituciones financieras, y fue calificado como el mayor robo de tarjetas registrado hasta entonces. Asà lo confirmó el Departamento de Justicia de EE. UU. en un comunicado de 2009. Otras cadenas como 7-Eleven y Hannaford Brothers también se vieron afectadas.
Albert González
Durante el dÃa colaboraba con las autoridades, pero por la noche seguÃa enviando bases de datos robadas a contactos en Europa del Este. Utilizaba empresas ficticias, sistemas de transferencia opacos y mulas para blanquear millones. Incluso vendió información comprometida a otros hackers en investigación, generando nuevas lÃneas de acusación. Tras una serie de detenciones clave y el rastreo de una cuenta de correo vinculada a su alias, los agentes lograron cercarlo.
Fue capturado en 2008 en un hotel de Miami. Poco después, condujo a los investigadores hasta un bidón enterrado en casa de sus padres con más de un millón de dólares en efectivo. En 2010, la justicia estadounidense lo condenó a 20 años y un dÃa de prisión por conspiración, fraude informático, robo de identidad agravado y blanqueo de capitales, además de imponerle dos multas de 25.000 dólares y tres años de libertad vigilada. La sentencia abarcó casos en Massachusetts, Nueva Jersey y Nueva York.
Albert Gonzalez, quien según el podcast Malicious Life y The New York Times habÃa hackeado la NASA y captado la atención del FBI en su juventud, se convirtió en uno de los mayores traidores del mundo hacker y una figura clave para entender la evolución del cibercrimen en la era digital. Desde el 19 de septiembre de 2023, cuando dejó la custodia del Buró Federal de Prisiones, su paradero se ha vuelto incierto, como si intentara alejarse definitivamente de su pasado.
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