En los primeros años del 2000, Europa se erigía como líder mundial en energía solar. Sin embargo, más de dos décadas después, esta posición de liderazgo se ha desvanecido ante la arrolladora expansión de China, que ahora domina más del 80% de la producción mundial de paneles solares.
Cambio de rumbo. La estrategia china se basa en una visión a largo plazo que le ha permitido tomar la delantera en la energía solar. A través de subsidios, integración vertical y un estricto control de las cadenas de suministro, China ha conseguido fabricar paneles solares a menor costo, según BloombergNEF. Mientras tanto, los fabricantes europeos han luchado por competir, llevándolos al cierre de fábricas, quiebras y recortes de empleo.
La reacción europea. Europa busca reiniciar la producción local de paneles solares, impulsada por la presión ética y geopolítica del sector. Según Financial Times, crece la preocupación por la región de Xinjiang en China, responsable de casi el 20% de la producción mundial de polisilicio, donde se han denunciado violaciones de derechos humanos y trabajo forzoso hacia los uigures.
A modo de respuesta, naciones como Reino Unido han adoptado medidas decisivas. En abril, el gobierno británico declaró que su empresa estatal de energía no usaría paneles solares asociados al trabajo forzoso. Esta postura ética podría obligar a los desarrolladores solares europeos a revisar sus cadenas de suministro, privilegiando proveedores más transparentes, aunque con costos más altos.
Iniciativas en marcha. Con el objetivo de recuperar su autonomía energética, la UE aprobó el año pasado la Ley de Industria Net Zero. Esta ley no solo considera el precio, sino también la resiliencia de la cadena de suministro, el impacto ambiental y el origen local en las compras públicas de tecnologías limpias.
Además, se preferirán productos europeos en licitaciones para dotar de energía solar a hospitales, edificios públicos y otras infraestructuras estatales. De acuerdo con Solar Power Europe, esta ley podría generar un mercado de hasta 9 gigavatios de capacidad solar para productos “resilientes” ya en 2026.
La realidad numérica. La brecha con China es enorme. Actualmente, los paneles solares chinos se venden a aproximadamente 0,09 dólares por vatio, cuando en 2012 costaban un dólar por vatio, según BloombergNEF. Las empresas europeas simplemente no pueden igualar los costos frente a la escala y eficiencia del sistema chino.
Mucho más en juego. No solo se trata de la producción, sino también de minerales estratégicos. En el contexto actual, el desarrollo de una mina puede tardar hasta 17 años desde su descubrimiento hasta su operatividad total. Mientras tanto, China lleva dos décadas asegurando sus fuentes de litio, tierras raras, cobre y silicio.
Aun con las nuevas regulaciones de la UE funcionando al máximo, el llamado “mercado de resiliencia” cubriría menos del 14 % de la capacidad solar nueva en Europa, según Financial Times. Además, no hay garantía de que esos paneles sean de fabricación europea: podrían provenir de India, Corea del Sur u otras naciones que eviten materiales de origen chino.
¿Qué futuro elegirá Europa? La gran incógnita es si Europa está dispuesta a aceptar los costos económicos y políticos de reindustrializar su sector solar, o si continuará dependiendo de un proveedor asequible pero geopolíticamente desafiante. Hasta ahora, las medidas adoptadas parecen insuficientes para cambiar drásticamente el escenario del mercado. La transición energética en Europa avanza, aunque sustentada en paneles chinos, a pesar de que sus dirigentes promuevan discursos sobre autonomía tecnológica y comercio ético. Europa ha reaccionado tarde en una carrera que ella misma inició. Recuperar el terreno perdido será complicado. El sol sigue su curso, mientras China ya ha desplegado su sombrilla.
Imagen | Climate Group
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