En cualquier momento del día, es muy probable que utilices algún servicio de Google. Desde enviar correos en Gmail hasta navegar con Chrome, Google se ha convertido en una parte integral de nuestra vida digital. Sin embargo, esa dominación ha puesto a la empresa bajo el escrutinio de las autoridades antimonopolio, que han aumentado su presión para que Google se desprenda de ciertas divisiones, haciendo de una posible fragmentación una realidad cada vez más plausible.
El enfrentamiento con el DOJ. La disputa entre Google y las autoridades de Estados Unidos no es nueva. A finales de 2020, el Departamento de Justicia (DOJ) junto a once fiscales estatales demandaron a Google por monopolizar las búsquedas en internet. Tras años de litigios, en agosto pasado, el juez federal Amit P. Mehta falló contra Google, afirmando que la empresa había mantenido su dominio mediante prácticas que dificultaban la competencia, como pagar a fabricantes de móviles para ser el buscador predeterminado.
Una medida extrema a consideración. Históricamente, las sanciones económicas han sido la respuesta común a los monopolios. Sin embargo, forzar la venta de partes del negocio es una medida más radical. Esta posibilidad se planteó informalmente tras el fallo contra Google, aunque las medidas correctivas oficiales se conocerán en 2025. A pesar de no ser aún definitivas, la posibilidad de una escisión parece cada vez más real.
DOJ aboga por la fragmentación. Aunque el juez todavía no ha respaldado oficialmente la fragmentación de Google, el DOJ ha insistido en que es la única manera de contener su dominio monopolístico. Sugieren que la compañía debería desprenderse de Chrome y posiblemente de Android. En un giro inesperado, este segundo intento de fragmentación ocurre con Donald Trump como presidente, quien, a pesar de su inclinación por proteger a las empresas estadounidenses, ha permitido que la presión continúe.
El DOJ argumenta que Google, con su colosal tamaño y poder, ha eliminado la capacidad de elección de los consumidores y empresas. “La conducta ilegal de Google ha creado un gigante económico que asegura su control del mercado”, declaró el DOJ, insistiendo en la necesaria desinversión.
Un futuro incierto. Omeed A. Assefi, actual líder interino de la división antimonopolio, ha firmado esta presentación mientras el Senado evalúa a Gail Slater, la elegida por Trump, para asumir el cargo. Assefi, con anterior experiencia en la administración Trump, y Slater, con su intención de aplicar regulaciones precisas, podrían influir en la dirección de esta disputa. Sin embargo, el nombramiento de Slater podría marcar un cambio de estrategia o continuar con la intensificación de la presión sobre el sector tecnológico.
¿Y qué pasó con Trump como posible aliado? Antes de su presidencia, líderes tecnológicos como Tim Cook se acercaron a Trump buscando soluciones a los desafíos regulatorios. Sundar Pichai de Google también conversó con él, pero los detalles de esa charla no son públicos. Google incluso contribuyó al fondo de toma de posesión con un millón de dólares. Ahora, enfrentándose a una posible división, Google ha anunciado su intención de apelar la decisión judicial.
Impacto en el ecosistema digital. La división de Google no solo afectaría a la empresa: modificaría todo el ecosistema digital. Chrome y Android, que existen más como puertas de entrada al motor de búsqueda de Google que como negocios rentables, tendrían un impacto significativo si se separan. Además, si Google se enfrenta a tal fragmentación, otras grandes empresas tecnológicas como Apple, Amazon o Meta podrían ser las siguientes en enfrentar medidas similares.
Imágenes | Xataka con DALLE·3 | Greg Bulla
Deja una respuesta