El apareamiento en el reino animal puede ser una actividad llena de riesgos. Un ejemplo famoso es el macho de la mantis religiosa, quien a menudo pierde la cabeza, literalmente, al ser devorado por la hembra mientras su cuerpo sigue copulando de manera automática. Aunque esta práctica no es tan común como se cree, limitándose a unas pocas especies de mantis, no es la única situación donde el macho paga con su vida por asegurar la descendencia. Un caso similar se encuentra en ciertas especies de pulpos.
Sin embargo, una especie particular de pulpo ha desarrollado una táctica singular para sobrevivir: envenenar a la hembra durante el apareamiento.
Dimorfismo Sexual. Antes de profundizar en el caso de los pulpos, es crucial mencionar que en muchas especies animales, el dimorfismo sexual es notable. Esto significa que los sexos son significativamente diferentes en tamaño. En los mamÃferos, usualmente los machos son más grandes porque luchan por el territorio y el apareamiento, pero en aves rapaces, artrópodos, anfibios, y reptiles, a menudo es lo contrario.
En el caso de los pulpos, algunas hembras pueden ser hasta diez veces más grandes que los machos. Un ejemplo es el pulpo de lÃneas azules, Hapalochlaena fasciata. Aunque son diminutos, estos pulpos son increÃblemente peligrosos debido a su habilidad para inocular una potente neurotoxina, tanto machos como hembras. Curiosamente, su tamaño no excede al de una pelota de golf.
Apareamiento Peligroso. Sin embargo, la hembra es el doble de grande que el macho, haciendo que el proceso de apareamiento sea considerablemente peligroso para él. Según un estudio de la Universidad de Queensland en Australia, los machos han encontrado una solución tóxica y extraordinaria para sobrevivir: morder a la hembra para inyectar una neurotoxina directamente.
Debido a esta gran diferencia de tamaño, los machos no pueden usar las tácticas de otras especies de pulpos, como desarrollar un brazo reproductor más largo para una inseminación a distancia segura o el uso de brazos que se separan tras la copulación. La única estrategia disponible es inyectar la neurotoxina mediante una mordida.
Aquà hay una secuencia que dura aproximadamente media hora:
Veneno Estratégico. Según ScienceAlert, se cree que esta evolución es una «respuesta tanto a la necesidad de reproducción como a la de autoprotección». Los machos muerden a la hembra cerca de la aorta para administrar la dosis precisa de tetrodotoxina necesaria para paralizar temporalmente a su pareja durante la cópula.
En la investigación, los cientÃficos observaban seis parejas en diferentes acuarios y notaron esta práctica en todos los casos. «Las hembras sucumbieron rápidamente», mencionan, al perder reflejos a estÃmulos luminosos, palidecer, y experimentar contracciones de pupilas debido a la pérdida de control del sistema nervioso.
¿Qué Ocurrió Exactamente? En observaciones más detalladas, se observó que los machos aumentaban su ritmo de contracciones de 20 o 25 por minuto en reposo a 35 o 45 durante el apareamiento, mientras que las hembras experimentaban una caÃda súbita en su ritmo cardÃaco y cesaban de respirar unos ocho minutos después de la mordida.
A pesar de ello, ninguna murió, lo que sugiere que la cantidad de neurotoxina administrada es precisa, o que evolutivamente, las hembras han desarrollado contramedidas. «Una vez inmovilizadas, los machos proceden con la cópula y el apareamiento termina cuando la hembra recupera el control de sus brazos y aparta al macho», explican los investigadores.
En este vÃdeo se observa cómo el macho se aproxima mientras la hembra permanece inmóvil:
Evolución en Acción. Los investigadores destacan que no midieron directamente los niveles de la neurotoxina, pero creen que esta práctica demuestra una «carrera armamentÃstica evolutiva entre los sexos, donde el canibalismo de hembras grandes es contrarrestado por los machos mediante el uso del veneno». Esta adaptación se refleja en las glándulas salivales posteriores de los machos, que son tres veces más grandes que las de las hembras y contienen las bacterias simbióticas productoras de toxina.
Adicionalmente, mencionan que no son los únicos organismos que almacenan esta toxina; también peces, moluscos, y anfibios la producen. Continuarán investigando si otros animales la utilizan para la reproducción segura. Un detalle curioso del experimento es que un macho mordió en un área ligeramente lejana de la aorta, y la hembra despertó en 35 minutos, menos tiempo que las demás.
Mientras que la comunicación suele ser el puente entre las diferencias, cuando el hambre se mezcla con la reproducción, es evidente que algunas especies luchan por contener instintos canÃbales. Además, Wen-Sung Chung, uno de los investigadores, ha compartido 15 GB de vÃdeos que documentan estas peculiares estrategias de apareamiento.
Imágenes y vÃdeos | Universidad de Queensland
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