Puede que ‘Brihuega’ no sea un nombre que resuene en tu mente de inmediato. No obstante, este pequeño municipio de Guadalajara cobra fama como la «capital española de la lavanda.» Cada julio, su población de cerca de 2,800 habitantes se ve multiplicada gracias al famoso Festival de la Lavanda. Pero Brihuega guarda un secreto bajo su superficie:
Un extenso laberinto subterráneo de casi ocho kilómetros, el más grande de toda España.
Cuevas Árabes. Las cuevas y túneles, ya sean naturales o hechos por el hombre, siempre han despertado fascinación. Imaginar las historias contadas entre sus estrechas paredes les confiere un atractivo especial. Las minas, como las de Almadén, son un ejemplo de este interés… y también de su potencial como negocio. Mientras que Capadocia encanta con sus ciudades subterráneas y túneles, no hace falta viajar a Turquía para ver algo similar.
Entre los siglos X y XI, los habitantes de Brihuega construyeron un complejo sistema de túneles que serpentean bajo prácticamente todo el pueblo y algunas áreas exteriores. Aunque se les conoce como ‘Cuevas Árabes’, las galerías carecen de iconografía mudéjar.
Guerra y Paz. Estas estructuras, por su naturaleza, ofrecen protección contra los elementos y mantienen una temperatura fijo de aproximadamente 12 grados centígrados todo el año. Tradicionalmente, estas galerías han servido como almacenes de víveres.
A lo largo del recorrido, es posible encontrar grandes tinajas que alguna vez almacenaron alimentos o bebidas, cada una marcada con el sello del alfarero que las creó. No obstante, estos túneles no fueron sólo útiles en tiempos de paz; probablemente fueron creados como rutas de escape y refugio.
Brihuega desempeñó un papel estratégico durante la Reconquista, ayudando a planificar la toma de Toledo. En tiempos de asedio, los túneles ofrecían una vía de escape más allá de las murallas. En diciembre de 1710, Brihuega fue también el escenario de una batalla durante la Guerra de Sucesión española.
Guerra Civil. Estas estructuras han sido vitales como refugios durante conflictos; algo que volvió a ser relevante en la Guerra Civil. En marzo de 1937, durante la batalla de Guadalajara, las tropas nacionales con apoyo italiano intentaron avanzar hacia Madrid desde el norte.
Un reportaje de Televisión Castilla-La Mancha revela que en ciertos lugares cerca de los respiraderos, hay techos cubiertos de hollín. Son evidencia de los fuegos que los habitantes encendieron para cocinar y calentarse mientras se refugiaban del asedio italiano.
Interés Turístico. Hoy en día, las cuevas de Brihuega son un recordatorio de que la historia en algunos lugares no se encuentra solo en la superficie, aunque, desafortunadamente, no es posible recorrer el total de sus ocho kilómetros.
Actualmente, solo 700 metros están disponibles para visitas guiadas, las cuales tienen un costo de tres euros por persona y duran menos de 30 minutos. Son una visita fascinante… a no ser que sufra de claustrofobia.
Imágenes | Millars y Benjamín Núñez González
Deja una respuesta