Existe un refrán que afirma que «de la necesidad se hace virtud», pero cuando se trata de adicciones, esa virtud se transforma en una creatividad aguda, despierta y fértil. Algo similar pudo haber ocurrido con los sevillanos del siglo XVI, quienes, aunque se habÃan aficionado a fumar tabaco, no contaban con los recursos económicos para mantener este costoso hábito importado desde el continente americano.
Con el fin de continuar disfrutando de su afición sin desembolsar los escasos maravedÃes que poseÃan, los mendigos de Sevilla recurrieron a su ingenio y crearon una de las ideas más simples y populares: los cigarrillos.
Invenciones ‘made in Spain’. Al hablar de las aportaciones españolas a la humanidad, suelen mencionarse inventos como la fregona, la jeringuilla desechable, el teleférico, el futbolÃn, la calculadora digital o el Chupa Chups, entre otros. En esta lista no suele faltar el cigarrillo de tabaco.
Determinar su origen especÃfico no es tan sencillo como con el autogiro de Juan de la Cierva, el mocho con mango de Manuel Jalón o los famosos caramelos con palo de Eric Bernat. Sin embargo, se cree que los pequeños cilindros de papel rellenos de picadura nacieron en la Sevilla del siglo XVI.
A falta de maravedÃes… Bienvenido sea el ingenio. Esto debieron pensar los mendigos sevillanos que, sin dinero para costear sus vicios, crearon los famosos cigarrillos en el siglo XVI. Se cuenta que los elaboraban con hojas de papel de arroz y el tabaco que recolectaban de colillas y restos descargados en el puerto.
La técnica era sencilla: recogÃan colillas y restos de tabaco, los trituraban y los enrollaban en hojas de papel de arroz para formar pequeños cilindros compactos. Aunque no eran cigarros puros, servÃan para calmar la ansiedad.
Entre historia y leyendas. El origen sevillano del cigarrillo no está completamente documentado y algunos lo consideran una leyenda. Otros creen que la historia es posterior al siglo XVI, o que los cigarrillos tal como los conocemos hoy en dÃa no pueden rastrearse más allá del XIX. Sin embargo, esta historia ha cobrado fuerza con el tiempo y hoy es citada en diversos medios y mencionada en recorridos históricos por Sevilla.
La huella del tabaco. Independientemente de la precisión de la historia de los mendigos, es innegable que el tabaco ha dejado una profunda huella en Sevilla. Desde el siglo XVIII, la antigua Fábrica de Tabacos de Sevilla se destacó como la primera factorÃa de tabacos en Europa y ahora alberga la universidad de la ciudad. La producción de tabaco impulsó la economÃa local durante generaciones y popularizó la figura de las cigarreras sevillanas, inmortalizadas por Gonzalo Bilbao, Jean Laurent y el compositor Georges Bizet en la ópera ‘Carmen’.
El tabaco fue monopolio real desde el siglo XVI y su importación desde América comenzó a regularse para su elaboración en Sevilla. En 2003, Santiago de Luxán y Óscar Bergasa publicaron un estudio en Vegueta donde detallan que los primeros registros de comercio estable de tabaco a través de la Casa de Contratación de Sevilla datan de finales del XVI, y ya para principios del XVII, su comercio era suficiente para imponer derechos de entrada a los tabacos provenientes de las Indias.
Una costumbre no siempre impune. La historia del tabaco en España es rica y variada, llena de episodios que podrÃan pertenecer a una novela de aventuras. Uno de ellos es el de Rodrigo de Jerez, considerado uno de los primeros europeos en fumar tabaco. Durante la expedición de 1492, navegó con Cristóbal Colón y quedó cautivado por el hábito de los nativos de inhalar humo de ciertas hierbas. A su regreso a España, sorprendió a sus vecinos con el nuevo hábito, lo que le valió la atención negativa de la Inquisición.
Fascinado por la costumbre, Rodrigo la adoptó y la trajo a España, para el desconcierto de sus vecinos, quienes lo vieron escupiendo humo por nariz y boca, asimilándolo a un demonio. Esto no fue del agrado de la Inquisición, que presuntamente lo condenó a prisión.
De «humo de mendigos» a hábito sofisticado. Independientemente del papel de los sevillanos del XVI en la invención del cigarrillo, es innegable que estos cilindros llenos de tabaco ganaron terreno, tanto en España como en el extranjero. El apelativo de «humo de mendigo» fue olvidado, y el cigarrillo ganó popularidad en Europa, impulsado por la Revolución Industrial y los cambios sociales del siglo XX.
La modernidad. En 1825, los cigarrillos ya se comercializaban empaquetados, y en 1833, se encontraban cajetillas en venta. La industria recibió un fuerte impulso con la invención de una máquina por James Bonsack, capaz de liar un gran número de cigarrillos en un dÃa, atrayendo la atención del productor James Duke, quien supo aprovechar su potencial.
El camino hacia los cigarrillos con filtro —también de origen español— y los modernos cigarrillos electrónicos es una historia que merece su propio artÃculo.
Imagen | Wikipedia y Pawel Czerwinski (Unsplash)
*Una versión anterior de este artÃculo se publicó en diciembre de 2023
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