Los centros comerciales suelen ser un hervidero de actividad, llenos de tiendas y visitantes. Sin embargo, cuando las expectativas no se cumplen, estos espacios pueden transformarse en escenarios desolados, dignos de una película de terror. Así ha ocurrido con algunos centros comerciales en Estados Unidos, que en su momento vivieron tiempos prósperos, pero ahora están en decadencia. A veces, la planificación errónea lleva a un proyecto al fracaso desde el comienzo.
Esto es justo lo que le ocurrió al New South China Mall, en algún momento el centro comercial más grande del mundo, que permaneció desocupado casi en su totalidad durante mucho tiempo. Pero, sorprendentemente, su historia tuvo un desenlace feliz, aunque no del todo perfecto.
Vista aérea del New South China Mall
Un megaproyecto. El New South China Mall se encuentra en Dongguan, una de las metrópolis industriales más destacadas de China, con más de diez millones de habitantes. A pesar de su gran población, la ciudad no es particularmente próspera debido a su composición mayormente obrera y a la falta de conexiones aéreas con otras ciudades importantes.
Este colosal centro comercial fue idea de Hu Guirong, quien amasa una fortuna en la industria de los fideos instantáneos. La inversión para construir el centro ascendió a unos 1.300 millones de dólares y representaba un tributo a su ciudad natal.
Inspiración en ciudades. Con una imponente área total de 892.000 metros cuadrados, de los cuales 659.612 están construidos, el mall tenía capacidad para albergar más de 2.000 tiendas. En China, es común encontrar réplicas de ciudades, principalmente europeas. Un buen ejemplo es el campus de Huawei, que recrea lugares como Granada. Al igual, en el centro comercial se replicaron famosos distritos de ciudades como Ámsterdam, Roma, París y Venecia, así como zonas que evocan a California, el Caribe y Egipto.
Canales venecianos con agua de color verde radioactivo
En su arquitectura, se incluyeron réplicas del Campanario de San Marcos de Venecia, con un canal de más de dos kilómetros donde se podía navegar en góndola, y una réplica del Arco del Triunfo, de 25 metros de altura, la mitad de su contraparte en París.
O la réplica del Arco del Triunfo
Un gran fiasco. Pero a pesar de su magnificencia, el centro comercial fue un fracaso total. Estaban presentes varios factores que jugaron en su contra desde el inicio. Su ubicación en áreas suburbanas implicaba la necesidad de un automóvil para acceder, lo cual no favorecía su crecimiento.
Además, en su concepción, se pensó que las tiendas serían marcas de lujo, algo inalcanzable para los habitantes locales, cuyos recursos económicos eran limitados.
Un 99% vacío. Esto provocó que las pocas tiendas que abrieron fueran cadenas de comida rápida y se informó que casi la totalidad del espacio estaba desocupado. Pero Hu Guirong no se dio por vencido y vendió una participación mayoritaria del centro comercial.
El Founder Group, vinculado a la Universidad de Pekín, intentó revivir el espacio. El primer paso fue cambiar su nombre a uno más largo, New South China Mall, Living City. Sin embargo, por más de una década, sólo establecimientos como KFC, McDonald’s y un cine IMAX permanecieron operativos. Cuando todo parecía perdido, la solución estaba al alcance de la mano.
Renacimiento. ¿La clave? Redefinir el enfoque del centro comercial. Después de fracasar en atraer a compradores de alto poder adquisitivo, optaron por hacer que la clase media se sintiera bienvenida. Se realizaron mejoras como limpiar los canales, ampliar las áreas verdes, cambiar la iluminación e inaugurar un parque marítimo. Gracias a estos cambios, y a la llegada de tiendas más asequibles, la ocupación alcanzó el 91% en 2020.
En conclusión, la historia del New South China Mall es alentadora. Aunque ya no ostenta el título de ser el centro comercial más grande del mundo, ha logrado escapar de un destino marcado por el abandono, a diferencia de muchas otras estructuras similares.
Imagen | David290
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