Para los coleccionistas, la numismática —que abarca monedas, billetes y medallas— es un viaje sin fin. Dentro de este fascinante universo, las monedas tienen un lugar especial entre los conocedores. A pesar de que el uso de tarjetas de crédito y pagos móviles ha menguado su uso cotidiano, antiguamente las monedas dominaban las transacciones en nuestro país. Esto, por supuesto, antes de que el euro remplazara a las pesetas al inicio del siglo XXI.
Aunque han pasado 24 años desde la introducción del euro, los españoles todavía conservan en casa 1.575 millones de euros en monedas y billetes de la antigua divisa.
En el ámbito numismático, el valor de una moneda no se mide solo por su precio de mercado, sino también por su historia. Existen en España otras monedas que, sin ser pesetas, poseen un valor extraordinario debido a su antigüedad, estado de conservación, y el material de su fabricación.
Un ejemplo excepcional es el «centén segoviano», una pieza altamente valorada entre los coleccionistas. Esta moneda de oro impresiona tanto por su tamaño —es la moneda más grande de España y una de las mayores de Europa— como por su valor en subastas, donde puede alcanzar los dos millones de euros.
El centén segoviano se acuñó en los talleres del Real Ingenio de Segovia durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Equivalente a 100 escudos, mide 7.5 centímetros de diámetro y pesa aproximadamente 339 gramos de oro. El proceso de acuñación era por presión, utilizando grandes cuños, y luego se ajustaba su peso recortando el cospel. Finalmente, las monedas se remataban a mano, convirtiéndolas en verdaderas obras de orfebrería.
Estas monedas están adornadas con la cruz de Jerusalén y el escudo de los territorios de la Monarquía Hispánica. Un detalle distintivo es la inscripción en latín en el borde: Phillipus III Dei Gratia (Felipe III por la gracia de Dios). Su rareza se debe a que solo se acuñaron en dos series, una en 1609 y otra en 1633. Según el catálogo de Numismática Española, solamente existen cuatro ejemplares de cada serie.
Originalmente, debido a su gran valor, se cree que el centén segoviano se usaba como símbolo de prestigio y reconocimiento público. También era una forma en que los monarcas premiaban a ciertas figuras notables de la nobleza.
El valor de estas monedas ha trascendido fronteras, atrayendo a coleccionistas de todo el mundo. Un único ejemplar de la primera serie de 1609 fue subastado por Áureo y Calicó, alcanzando la asombrosa cifra de 944.000 euros, gracias a un comprador suizo. Hoy, ese precio se ha disparado a cerca de dos millones de euros.
De la serie de Felipe IV, solo se acuñó una pieza en 1623 y cuatro en 1633. Esta última es la menos rara, con tres ejemplares en manos privadas. Uno de estos se subastó con un precio de salida de 500.000 euros. Otro ejemplar se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de España en Madrid.
No te hagas ilusiones
Aunque toparse con un centén segoviano en casa es prácticamente un sueño imposible, existen otras monedas antiguas que son auténticos tesoros en el mundo del coleccionismo, alcanzando sumas considerables. Según Áureo y Calicó, existen piezas similares, como la gran dobla de Fernando VI, las doblas de Juan II, y los 50 excelentes de los Reyes Católicos, todas ellas raras y mayormente en manos privadas.
Si uno tiene alguna moneda cuya historia o valor se presume significativo, lo más acertado es buscar la opinión de un experto para determinar su valor real. El precio final dependerá de los coleccionistas que estén dispuestos a pagar por sus características únicas.
En Xataka hemos comentado antes cómo a menudo se inflan las cifras en los reportajes sobre monedas comunes, especialmente las antiguas pesetas.
Imagen | Blog Numismático / Museo Arqueológico Nacional
*Una versión anterior de este artículo se publicó en diciembre de 2023
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