Era algo que se veía venir, pero el efecto sigue siendo considerable. La administración Trump ha dado a conocer su propuesta presupuestaria para el año fiscal 2026, y las implicaciones para la NASA son significativas.
El adiós al SLS. El gigantesco y costoso cohete lunar SLS de la NASA, desarrollado por Boeing durante los últimos 14 años, será descontinuado tras la misión Artemis III, programada para 2027. Esto significa que no habrá una versión Block 1B, y la torre de lanzamiento móvil ML-2, cuyo costo se había multiplicado por siete, quedará sin uso.
La razón principal es económica. El documento presupuestario critica al SLS por su costo de 4.000 millones de dólares por lanzamiento y por haber excedido su presupuesto en un 140%. Estas cifras han condenado al cohete, que representa el legado de los programas Apolo y de los transbordadores espaciales, así como a toda la infraestructura lunar de la NASA.
Farewell a Orion y Lunar Gateway. La cápsula espacial Orion de Lockheed Martin, diseñada para ser lanzada con el SLS, también tiene fecha de retiro tras las misiones Artemis II y Artemis III. A partir de Artemis IV, la NASA optará por una arquitectura más moderna y económica.
Y los recortes no se detienen ahí. La estación espacial Lunar Gateway, un proyecto internacional crucial en los planes ahora cancelados del programa Artemis, también será desechada. Esto afecta seriamente a los socios internacionales de la NASA, como la Agencia Espacial Europea (ESA), Japón (JAXA), Canadá (CSA) y los Emiratos Árabes Unidos.
La ESA, que suministra el Módulo de Servicio Europeo para Orion y desarrolla los módulos I-Hab y ESPRIT para Lunar Gateway, se encuentra en una situación compleja con su inversión y las oportunidades de vuelo para sus astronautas ahora en el aire. Como menciona Daniel Marín en Eureka, el impacto para los socios, en especial Europa, es significativo.
La nueva apuesta: empresas comerciales y Marte. Según un comunicado de la NASA, el objetivo de los recortes es «acelerar la exploración humana hacia la Luna y Marte con una agenda de misiones fiscalmente responsable». En otras palabras, se terminaron los presupuestos ilimitados para los socios habituales de la agencia espacial.
La Casa Blanca tiene la meta de «regresar a la Luna antes que China y llevar a un estadounidense a Marte». Más de 7.000 millones de dólares del presupuesto están destinados a la exploración lunar, pero centrándose en «sistemas comerciales de nueva generación, más económicos» para sustituir la arquitectura SLS/Orion. Las opciones más probables son Starship/HLS de SpaceX y New Glenn/Blue Moon de Blue Origin.
El presupuesto también contempla 1.000 millones de dólares para lanzar un programa enfocado en Marte. Aunque los detalles son limitados, se asume que también se apoyará en la Starship de SpaceX, siguiendo la visión de Elon Musk. Sin embargo, es una apuesta a largo plazo con pocas posibilidades de éxito antes del final del actual mandato presidencial.
Reducción en ciencia y vuelos a la ISS. El presupuesto es especialmente perjudicial para la división de ciencia espacial de la NASA, que verá un recorte de 2.265 millones de dólares. Se cancela específicamente la misión Mars Sample Return, que buscaba recuperar muestras del suelo marciano del rover Perseverance, con el argumento de que este objetivo se alcanzará con futuras misiones tripuladas.
Proyectos emblemáticos como el telescopio espacial Nancy Grace Roman (casi finalizado) y el histórico telescopio espacial Hubble están en riesgo. Asimismo, según Eric Berger de Ars Technica, la participación de la NASA en la misión europea Rosalind Franklin también podría verse afectada.
La Estación Espacial Internacional continuará operativa hasta 2030, pero sufrirá reducciones. La NASA disminuirá tanto el tamaño de la tripulación estadounidense como la investigación a bordo (-508 millones de dólares en presupuesto), reduciendo «significativamente» los vuelos de carga y tripulación, cediendo gradualmente la órbita baja terrestre a estaciones comerciales (y a China).
Un posible cambio de rumbo. Aunque la propuesta aún necesita la aprobación del Congreso, la mayoría republicana dificulta grandes alteraciones, aunque programas como SLS/Orion cuentan con apoyos considerables dentro del partido debido al lobby de grandes corporaciones como Boeing.
La gran incógnita es si esta estrategia logrará ganar la carrera espacial contra China. La cancelación abrupta del SLS podría crear un vacío que China podría aprovechar para establecer una presencia lunar sostenida antes de que las alternativas comerciales estén listas.
Y es que llegar a la Luna no es tarea fácil para las empresas privadas, como han demostrado los intentos fallidos del programa CLPS de la NASA. Sin mencionar el riesgo que implica una llegada más rápida a Marte.
Imagen | NASA
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