Donald Trump ha dejado claro en múltiples ocasiones su desdén hacia la OTAN. Durante su primer mandato, insinuó la posibilidad de que Estados Unidos reconsiderara su vínculo con la alianza atlántica, una idea que ha resonado con fuerza tanto en su papel de candidato como en el de presidente electo. A medida que la relación con Europa se torna más tensa y surgen posturas dentro de su equipo que apoyan la desvinculación de Washington del tratado de 1949, la pregunta se impone: ¿Qué ocurriría si EEUU abandona la OTAN?
Para intentar dilucidar la respuesta, es necesario examinar tanto retrospectivas históricas como geoestrategia y aspectos matemáticos.
Imaginando una OTAN sin EEUU. El mero hecho de plantear esta cuestión ya es significativo. En especial porque los reparos sobre el futuro de EEUU en la OTAN no emergen de meras especulaciones, sino de declaraciones de funcionarios de alto rango en Washington, incluido Trump, quien ha declarado que la alianza se está «aprovechando de EEUU».
Trump expresó en NBC News: «El comercio se aprovecha de nosotros; no aceptan nuestros autos ni nuestros alimentos. Es vergonzoso. Y encima de todo, los defendemos». Así, cuando se le cuestionó si consideraría la salida de EEUU de la OTAN en respuesta a un trato que considera injusto, respondió contundente: «Sí, por supuesto». Su participación en la alianza, subrayó, depende de que sus miembros «paguen sus facturas».
El Rumor Persistente. No es la primera ocasión en que se baraja la salida de EEUU de la OTAN, ni será la última. En 2018, The New York Times informó sobre la amenaza de Trump de retirarse de la OTAN, durante su primer mandato. Ahora, en el segundo mandato y solo un mes después de asumir, las tensiones con aliados históricos como Canadá y la UE son ya palpables, evidenciadas por la falta de representación de Ucrania y la Unión Europea en las negociaciones entre EEUU y Rusia para resolver el conflicto en Ucrania.
Esta tendencia no parece disminuir. En tiempos recientes, Europa se ha mostrado firme en su apoyo a Ucrania, mientras que Trump y Zelenski han exhibido públicamente sus diferencias. Elon Musk, aliado de Trump, ha avivado el debate sobre la posible salida de EEUU de la OTAN, expresando su apoyo a través de Twitter.
La Viabilidad. La pregunta inicial resurge bajo un ángulo distinto: ¿Es sostenible una OTAN sin el liderazgo de EEUU? En una reciente entrevista con la BBC, se le preguntó al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, si los aliados podrían compensar la retirada de EEUU del conflicto en Ucrania. Su respuesta fue categórica: ese escenario ni siquiera se contempla.
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Un Riesgo Total. Mientras que EEUU promueve una paz duradera en Ucrania, Rutte enfatizó la necesidad de una alianza cohesionada: «Es crucial que permanezcamos unidos: EEUU, Ucrania, Europa, por la paz en Ucrania. Eso es por lo que Trump y todos nosotros luchamos».
Zelenski, quien sueña con la entrada de Ucrania en la OTAN, advierte sobre las consecuencias de una retirada estadounidense, apuntando que «el riesgo de que Rusia ocupe Europa es del cien por cien si Estados Unidos se retira de la OTAN».
Un Peso Relevante. El peso de EEUU en la OTAN es indiscutible. En 2024, se prevé que sea el tercer país que más porcentaje de su PIB destine a defensa, un 3,4%, detrás de Polonia y Estonia. Sus compromisos trascienden el Tratado del Atlántico Norte, representando casi dos tercios del gasto total en defensa de la OTAN debido a su gran economía.
En términos de costos, el reparto según el ingreso nacional destaca nuevamente a EEUU junto a Alemania, como los mayores contribuyentes con casi un 16%. Reino Unido y Francia completan el top cuatro de países que más aportan.
Más que Números. World Population Review muestra visualmente la contribución de cada país a la OTAN en 2023. EEUU destaca con un 3,49% de su PIB y una inversión de 860.000 millones de dólares, superando a Alemania, que ocupa la segunda posición.
Este gráfico, elaborado por Visual Capitalist en 2024, permite visualizar mejor la importancia de la inversión de EEUU en defensa comparada con la de los otros 31 países aliados.
Un Enfoque Diferente. No solo importa lo que aporta Estados Unidos, sino cómo contribuyen los demás miembros. Trump ha solicitado que el resto de las naciones incrementen su contribución hasta el 5% de su PIB, superando incluso lo que destina EEUU actualmente. No parece estar dispuesto a modificar su postura. «Les dije a los países ‘No voy a protegeros a menos que paguéis’, y eso ascendió a más de 600.000 millones de dólares», aseguró en diciembre.
La meta del 5% supera el 2% fijado por la OTAN, que podría ser revisado, ya que actualmente muchos países están por debajo de este porcentaje. Los países previstos para 2024 que quedarían por debajo de esa línea incluyen a Croacia, Portugal, Italia, Canadá, Bélgica, Luxemburgo, Eslovenia y España, en última posición con un 1,3%. EEUU además goza de un peso notable en el apoyo a la defensa de Ucrania.
El Pilar del Artículo 5. Una cuestión de igual o mayor relevancia que la contribución económica es el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, que sostiene el principio de defensa colectiva: “Las partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas, que tenga lugar en Europa o América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas”, lo que implicaría que cada país «ayudará a la parte o partes atacadas», sin excluir el uso de la fuerza.
El artículo también establece que cualquier ataque de esta índole será inmediatamente comunicado al Consejo de Seguridad, detallando lo que se considera un «ataque armado», como la violación de fronteras, buques o aviones. En su punto 13, el tratado, firmado en 1949, reconoce que después de veinte años, cualquier miembro puede retirarse.
Más que un Documento. En 2001, tras los atentados del 11-S, el Consejo del Atlántico Norte invocó oficialmente la cláusula de defensa mutua, requiriendo el apoyo de los miembros de la alianza. Sin embargo, un análisis de Dan Reiter y Brian Greenhill en The Conversation destaca que «los acuerdos de la alianza son más flexibles de lo que se piensa».
«En la práctica, Estados Unidos y otros países occidentales pueden permanecer al margen de un conflicto que involucre a un miembro de la OTAN, sin romper necesariamente sus compromisos de alianza», señalan ambos académicos, explicando que el lenguaje del tratado permite márgenes de acción que posibilitan a los países mantenerse al margen en ciertas situaciones.
El Alcance del Artículo 5. Esta es la pregunta que los expertos plantean, concluyendo que el tratado «no contiene una definición clara» de lo que constituye una agresión armada, como se evidenció en 2020 tras los ataques en territorio turco por fuerzas rusas y sirias.
Además, incluso si se considera que la agresión se alinea con la filosofía del artículo 5, no existe una «autoridad central de la OTAN que indique a cada país qué hacer». En cambio, explican que «cada país le informa a la OTAN qué está dispuesto a hacer».
El Caso de 2001. Los expertos recuerdan que tras los ataques al World Trade Center y el Pentágono en 2001, no todos los miembros de la OTAN enviaron tropas a Afganistán en apoyo de EEUU. «Esto no se consideró una violación del tratado ni generó un debate importante, y los países que no participaron no fueron sancionados ni expulsados de la alianza».
A favor del artículo 5 está la presión interna ejercida por la ciudadanía sobre sus líderes, algo evidenciado por Reiter y Greenhill mediante un experimento sociológico. Sin embargo, reconocen que los líderes políticos pueden influir con su discurso, señalando que «los compromisos de la alianza no son tan vinculantes, ni legal ni políticamente, como sugiere la sabiduría convencional».
Imágenes | Gage Skidmore (Flickr) y Wikipedia 1 y 2, OTAN y Visual Capitalist
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