En 1927, cuando cazadores furtivos abatieron al último bisonte europeo salvaje cerca del monte Elbrús, solo quedaban 48 ejemplares en algunos zoológicos. ParecÃa que su destino estaba sellado.
Sin embargo, un polaco decidió no rendirse y fundó la CompañÃa Internacional de Defensa del Bisonte.
El renacimiento del bisonte europeo. De hecho, la CIDB se estableció en 1923, unos años después de que los últimos bisontes polacos desaparecieran del Bosque de Białowieża. Durante siglos, desde el siglo XVI al XX, estos animales fueron considerados privilegios de caza de la nobleza y lograron sobrevivir en Europa del Este debido a las severas medidas contra el furtivismo.
La Primera Guerra Mundial cambió esta situación, ya que la necesidad de alimentar a tropas y refugiados diezmó las poblaciones autóctonas. En 1919, el último bisonte polaco sucumbió.
A pesar de numerosos obstáculos, como una crisis económica mundial y una nueva guerra, los miembros de la CIDB persistieron. Aunque en 1929 lograron liberar dos bisontes, no fue hasta 1950 cuando el nuevo gobierno polaco decidió apoyar plenamente su recuperación. Hoy superan los 1.000 ejemplares, un verdadero éxito.
Un éxito que trasciende Polonia. Hoy, prácticamente todos los paÃses europeos han experimentado la reintroducción del bisonte europeo. Lugares como el Bosque de BiaÅ‚owieża se han convertido en su centro neurálgico, extendiéndose incluso a Bulgaria, RumanÃa, PaÃses Bajos, Francia, República Checa e Inglaterra.
España también ha entrado en esta tendencia.
El proyecto más emblemático comenzó con la llegada de siete bisontes al municipio de San Cebrián de Mudá en Palencia. Desde entonces, los bisontes se han ido asentando en distintas provincias españolas.
Y con ellos, surgen nuevos desafÃos. Se dice que el último bisonte español falleció en Navarra en el siglo XII, aunque nadie lo puede asegurar. Incluso, no está confirmado si alguna vez esta especie pisó la penÃnsula Ibérica.
Un estudio en Conservation Science and Practice, realizado por 40 investigadores españoles, sostiene que «no hay evidencia de que esta especie habitara la PenÃnsula Ibérica en ningún periodo histórico».
Pero, ¿qué pasa con Altamira…? Aunque uno de los bisontes más célebres se encuentra en las pinturas de Altamira, se cree que pertenecÃa al Bison priscus, el bisonte estepario, extinto hace unos 10.000 años.
¿Surgirán complicaciones? Es posible. La adaptación del bisonte a climas mediterráneos es compleja; necesitan condiciones especÃficas, y su presencia podrÃa afectar a especies como el ciervo rojo o el ganado local.
En resumen, representan una potencial amenaza para los frágiles equilibrios socioecológicos del paÃs.
Imagen | Michael Gäbler
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