El mercado del café en 2025 se encuentra en una situación crítica. Diversos factores han contribuido a que el precio del café experimente una de las subidas más significativas de la historia, y ahora se suma un nuevo desafío: el enfrentamiento arancelario de Estados Unidos con otros países. Surge la pregunta crucial: si los principales tostadores dejan de vender tanto a EE.UU. debido a los altos costos, ¿ajustarán la producción o venderán sus excedentes a precios más bajos en otros mercados?
La respuesta es incierta, y cada jugador parece estar tomando su propio enfoque estratégico.
Problemas en todos lados. La cosecha de café de 2024 enfrentó diversos retos que llevaron a un dramático aumento en los precios del café crudo. Eventos climáticos extremos como sequías y lluvias irregulares afectaron a los dos principales productores de café, Brasil y Vietnam, impactando tanto en la cantidad como en la calidad del grano. Además, se presentaron problemas logísticos debido a interrupciones en el Canal de Suez, lo que retrasó envíos y aumentó los costos.
Estos elementos, junto a otros factores, han generado una fuerte presión inflacionaria sobre el café, con incrementos del 40% en algunas semanas comparados con el año anterior. Esta situación es similar a lo que ocurre con el cacao, convirtiendo al café en un indicador clave de la economía global.
Los aranceles en el centro del conflicto. El elemento de discordia añadido ha sido protagonizado por la administración estadounidense actual. «Arancel» es la palabra clave del nuevo presidente de Estados Unidos, quien ha desencadenado una oleada de tensiones arancelarias. Este fenómeno afecta a varios sectores, como el de la automoción, el petróleo, la tecnología, los servicios digitales, los productos alimenticios y, sin duda, el café.
Estos aranceles son una medida proteccionista, pero también un medio de presión para obligar a otros países a cumplir con las exigencias de EE.UU. Un caso ilustrativo es la amenaza arancelaria dirigida a México y Canadá, dos socios comerciales clave, que generó tensiones entre sus líderes. Colombia también se ha visto envuelta en esta dinámica.
Si Colombia no adopta la política migratoria deseada por EE.UU., enfrenta la posibilidad de sufrir tasas de hasta un 50%. Uno de los productos que adoramos en Estados Unidos y en el que Colombia se destaca a nivel mundial es, precisamente, el café.
Impacto económico directo. Según el Observatorio de Complejidad Económica, en 2022 Colombia exportó 15.600 millones de dólares a EE.UU., de los cuales cerca de 1.800 millones correspondieron al café. Esta es la principal exportación del país, solo superada por el petróleo. Un informe del The New York Times advierte que aplicar un arancel del 25% o más a las mercancías colombianas afectaría directamente al bolsillo de los estadounidenses, quienes tendrían que decidir si reducen su consumo o asumen los costos adicionales.
Perspectivas divergentes. Boris Wüllner, CEO de Green Coffee, significativa productora en Colombia, ve el momento como una oportunidad para optimizar la producción, sugiriendo incluso tostar el grano en EE.UU. para minimizar el impacto impositivo. Wüllner observa que, aunque los cafés latinoamericanos enfrentarán un 10% de arancel, serán más competitivos en comparación con los de Indonesia y Vietnam, que enfrentan tasas más altas. Cree que los consumidores igual absorverán el costo adicional, aunque las opiniones varían en Europa, según el director ejecutivo de Lavazza.
Un mercado al límite. Antonio Baravalle, líder de Lavazza, advierte que los consumidores ya están al borde debido a los altos precios, lo que ha generado una contracción del mercado del café de alrededor del 3,5% en dos años. Una observación compartida por la Asociación Nacional de Café de EE.UU., que señala que el aumento de precios reduce la liquidez de los clientes.
Impacto global. Este no es un problema exclusivo de las partes implicadas. Javier Blas, columnista de Bloomberg, advierte que un arancel del 25% a las exportaciones colombianas calentaría aún más el ya tenso mercado del café, impactando en la dinámica global.
Colombia, siendo el tercer productor mundial de la preciada variedad arábica, podría ver cómo su capacidad para abastecer a EE.UU. repercute en otros mercados.
Paralelismos con el GNL. La situación podría reflejarse en el comportamiento del mercado del gas natural licuado (GNL), donde el freno en la demanda estadounidense llevó a los exportadores a buscar otros destinos, ajustando la producción para no saturar los precios. Un enfoque similar podría ser adoptado por los grandes productores de café, optimizando costes y logística como sugiere Wüllner.
¿Esperanza a la vista? La respuesta es incierta. La FAO prevé que, a pesar del incremento de precios, los consumidores seguirán comprando café por falta de alternativas. Wüllner, por su parte, sugiere que los aranceles podrían no afectar tanto a los consumidores, aunque la situación sigue siendo volátil.
El empresario subraya la incertidumbre, dadas las posibles renegociaciones de tasas, un factor crucial ya que la administración estadounidense actual utiliza los aranceles como mecanismo de presión sobre los principales productores de café. El panorama del precio del café en los próximos meses sigue siendo incierto.
Posibles señales positivas. Sin embargo, hay esperanza con la posible recuperación de mercados claves como Vietnam en el futuro próximo. Esto podría significar un aumento en la producción y llevar a grandes tostadores a reajustar precios en otros mercados para evitar el exceso de inventario.
Pese a las numerosas incógnitas, una cuestión es cierta: el café ha dejado de ser solo una bebida, para convertirse en un reflejo más de los complejos flujos económicos mundiales.
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