Imagínate una pequeña casa de dos pisos entre gigantescos edificios residenciales. Este paisaje no es solo parte de la película de Pixar ‘Up’, sino una realidad palpable en algunas regiones, especialmente en China, donde estas «casas clavo» se alzan firmes en medio del avance imparable del concreto.
Conocidas como “casas clavo”, son un fenómeno global, pero en China encontramos algunos de los ejemplos más emblemáticos que simbolizan la resistencia popular.
Dīngzihù. La expresión “casas clavo” proviene del término chino «dīngzihù», donde “dīngzi” significa “clavo” y “hù” se traduce como “familia” u “hogar”. Este término se utiliza para describir a los propietarios que se rehúsan a abandonar sus viviendas para ser demolidas, convirtiendo sus hogares en clavos imposibles de remover. Se volvió popular durante la modernización del país.
Los desarrolladores de nuevos proyectos urbanos necesitaban terreno para construir, ofreciendo compensaciones económicas a los habitantes para que dejen sus casas. Sin embargo, quienes rechazaban estas ofertas, ya sea por razones personales o económicas, veían cómo sus hogares se convertían en los únicos en pie, rodeados por torres de concreto.
En China, el fenómeno es notablemente reciente. Hasta hace no mucho, la propiedad privada no era tan significativa, pero en 2007 se implementó la primera ley moderna de propiedad privada, complicando la expropiación forzosa y empoderando a los dueños de viviendas. Así, la única manera de demoler una casa era justificando el “interés público” del nuevo proyecto, desencadenando movimientos de ciudadanos dispuestos a proteger sus hogares.
Wu Ping. Estos movimientos de resistencia se destacan tanto por las historias humanas detrás como por la peculiar estética que crean en las calles: casas pequeñas y tradicionales frente a modernos rascacielos. Un caso notable es el de Chongqing en 2004, donde Wu Ping y Yang Wu rechazaron vender su casa para dar paso a un centro comercial.
El resto del vecindario fue demolido, pero su casa se mantuvo, creando una imagen impactante: sola en la cima de un montículo, rodeada por una excavación. Este matrimonio fue el único de entre 281 familias que resistió el traslado y declaró: “No soy terca ni rebelde, simplemente protejo mis derechos como ciudadana y continuaré hasta el final”.
Además de su apego emocional, la casa había sido el hogar de su familia durante tres generaciones. La disputa no fue pacífica: los promotores les cortaron el suministro de agua y electricidad cuando excavaron alrededor. Yang Wu, maestro de artes marciales, improvisó una escalera con nunchakus hasta su casa y amenazó con defender su propiedad por la fuerza.
Finalmente, izaron una bandera china en la propiedad. Después de años de peleas legales y mediáticas, llegaron a un acuerdo millonario y obtuvieron un apartamento en el centro de la ciudad del mismo tamaño que su casa, la cual finalmente fue demolida.
Resistencia en China. Aunque la casa de los Wu puede ser la más llamativa visualmente, no es el único caso que ha causado revuelo mediático. En Nanning, una pequeña casa quedó en el centro de una amplia avenida, rodeada únicamente de asfalto y vehículos. Al final, llegaron a un acuerdo, pero la imagen quedó para la posteridad. Algo similar ocurrió en Zhejiang, donde en 2012 una casa de cinco pisos resistió en medio de una autopista.
De 450 edificios demolidos, los propietarios de esta casa se negaron a aceptar una compensación que consideraron insuficiente. Finalmente, tras recibir una oferta más justa y un terreno, acordaron dejar su hogar, que fue demolido.
Sea que terminen cediendo o no, estos ejemplos subrayan la resistencia del pueblo chino, defendiendo tanto su patrimonio como sus derechos personales ante una modernización que ha avanzado a pasos agigantados en el gigante asiático.
Edith Macefield. Pero esta resistencia no se limita a China. Un caso famoso fuera de Asia es el de Edith Macefield en Seattle, EE.UU. Su historia capturó la atención global cuando rechazó un millón de dólares por dejar su hogar. Aunque recibió ofertas adicionales, como atención domiciliaria de por vida, se mantuvo firme: su casa no iba a ser derribada para dar paso a un centro comercial.
Sus razones no eran solo resistir: a sus 84 años, mudarse resultaba demasiado tedioso. Tras varios intentos fallidos, los constructores decidieron levantar el proyecto de todos modos, pero a diferencia de China, rodearon la casa con muros de concreto de cinco pisos, permitiéndole vivir ahí hasta su fallecimiento en 2008. Actualmente, la casa sigue en pie, deshabitada, como testimonio de su valentía.
Quizás te resulte familiar esta historia por ser la inspiración tras la película ‘Up’ de Pixar. También hay relatos similares en EE.UU., como el Thirsty Beaver, un bar que abrió en 2008 y, al rechazar vender, fue rodeado por un edificio en 2015. Aún sigue en pie.
Inspiración. Similarmente, estas anécdotas sirven como inspiración en varias películas. ‘Up’ destaca por el diseño y la negativa de su protagonista, pero en películas como ‘El emperador y sus locuras’ y ‘Shrek’, también vemos la lucha por mantener hogares ante intereses de modernización.
Así que, si alguna vez encuentras una casa que desentona con su entorno, podría ser una ‘casa clavo’, donde los residentes han decidido no renunciar a su hogar.
Son esos últimos clavos que resisten ante el martillo del progreso.
Imágenes | Tim Wu, Zhou Shuguang, George Alexander Ishida Newman, Payton Chung, N509FZ
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