Los aranceles impuestos por Trump no son solo una estrategia económica, sino el reflejo de un fenómeno mucho más amplio: la posible fragmentación del universo tecnológico en territorios aislados e incompatibles. El mapa tecnológico que conocÃamos está en plena transformación.
El pánico en los mercados, que ha hecho desaparecer casi 2 billones de valor de las tecnológicas en cuestión de dÃas, señala una preocupación mayor que los miedos a corto plazo: el sistema interconectado en el que las grandes tecnológicas levantaron sus imperios se está desmoronando. Como indica Ben Evans en su análisis en Stratechery, «es difÃcil subestimar el grado en el que cada aspecto de la vida moderna depende de cadenas de suministro globales, tan extensas y complejas que nadie comprende realmente las consecuencias de alterarlas».
Las grandes tecnológicas estadounidenses, cuyo éxito se cimentó en la premisa de un mundo sin fronteras digitales, ahora enfrentan la pesadilla de un planeta que se está balcanizando tecnológicamente.
- La súperisla estadounidense, dominada por compañÃas como Apple, Amazon, Google, Microsoft y Meta, se encuentra cada vez más rodeada de aguas agitadas. Ya no podrá depender de fábricas económicas en China o Vietnam.
- En contraste, la isla china lleva años construyendo sus propios ecosistemas y estándares. Huawei es un caso emblemático en este sentido.
- Mientras, la isla europea, aún en construcción, se enfoca en la regulación (GDPR, DMA, DSA) y busca posicionarse como una «tercera vÃa» que pone el acento en valores relacionados con la privacidad y la ética, al tiempo que mantiene posiciones estratégicas clave con fabricantes como ASML.
Hace unos dÃas informamos que Huawei no se ha pasado cinco años tendiendo puentes, sino cavando trincheras. Su sistema operativo HarmonyOS, presente en más de 1.000 millones de dispositivos, no busca integrarse con el ecosistema global, sino sustituirlo. No compite, crea una realidad alternativa. Occidente aún piensa en cuotas de mercado mientras Huawei construye un continente digital completo.
Los signos de esta fragmentación son cada vez más visibles, y si no se toman medidas, se intensificarán:
- Nintendo posponiendo los pedidos anticipados del Switch 2.
- Vietnam negociando con desesperación para reducir los aranceles.
- Empresas redibujando sus cadenas de suministro con urgencia.
Estos son apenas los movimientos en la superficie del tsunami que se está gestando en el fondo del océano digital.
Estamos observando la ruptura de un modelo tecnológico que dábamos por universal. Donde antes existÃa integración, ahora hay barreras digitales. Las economÃas de escala que permitieron dispositivos asequibles y servicios globales darán paso a ecosistemas más pequeños, menos eficientes y probablemente más costosos. El consumidor final no solo pagará más por sus dispositivos, sino que también tendrá que elegir a qué isla tecnológica desea pertenecer.
La Unión Europea, consciente de lo que se avecina, ya no solo discute sobre aranceles de represalia, sino también sobre el uso de su Instrumento Anti-Coerción para «limitar los derechos de propiedad intelectual» o «restringir el acceso de empresas de servicios financieros a los mercados de la UE». La confrontación abarca hardware, sÃ, pero la contienda también se extiende hacia software, servicios e infraestructura digital.
Europa podrÃa encontrar su oportunidad actuando como puente entre las islas, aprovechando su experiencia en la creación de estándares globales como GSM y GDPR, que pueden ser adoptados más allá de sus fronteras. Nuestra posición única, con conexiones tanto con Estados Unidos como con China, podrÃa convertirnos en integradores en un mundo tecnológicamente dividido.
En este archipiélago digital donde antes habÃa una Pangea, las empresas tendrán que decidir qué islas habitar y cuáles abandonar. Los estándares divergentes (con China ya estamos viendo ejemplos, incluso lanzan su propio HDMI), las cadenas de suministro redundantes y los ecosistemas incompatibles serán la nueva norma.
La innovación ya no circulará entre continentes, sino que quedará confinada en estas islas tecnológicas, cada una con sus propias reglas, limitaciones y oportunidades.
No es que la globalización tecnológica esté en peligro, es que se está desmantelando activamente. El sueño de un mundo digital sin fronteras se desvanece. Bienvenidos al archipiélago tecnológico.
Imagen destacada | Xataka, Wikimedia Commons
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