Existen numerosas formas en español de expresar advertencias y amenazas. Desde el clásico «que viene el lobo» hasta el dicho del cántaro y la fuente, pasando por la metáfora de la cuerda, no faltan historias o juegos de palabras para describir estas situaciones.
Este es precisamente el escenario que se presenta con la guerra arancelaria iniciada por Donald Trump. Desde su llegada a la Casa Blanca, el entonces presidente de Estados Unidos no cesaba en amenazar con nuevos aranceles, lanzando mensajes incendiarios incluso hacia sus aliados, una relación que hasta no hace mucho se consideraba firme. Sus crÃticas han abarcado desde Europa hasta México y Canadá.
Durante este periodo, sin embargo, se ha concretado poco. A partir del 2 de abril, Estados Unidos aplicó un arancel del 25% a los automóviles que cruzan sus fronteras y a las piezas necesarias para su fabricación, asà como al acero y al aluminio, recursos vitales para la industria automotriz.
Los anunciados aranceles a Canadá y México están en suspensión. El 2 de abril se anunciaron aranceles a prácticamente todo el mundo, con una entrada en vigor prevista para el 9 de abril. Se trata de un arancel del 20% a productos europeos e incluso un 10% a una isla deshabitada, ocupada únicamente por pingüinos y focas.
No obstante, China ha enviado un claro mensaje: si continúan los aranceles sin posibilidades de diálogo, impondrá un 34% de aranceles a productos estadounidenses.
Esta es la respuesta más directa que ha recibido Estados Unidos hasta la fecha, pero no es la única. Las advertencias tienen sus consecuencias y tanto Canadá como México ya sufren el riesgo a su industria automotriz.
Y algunas de estas consecuencias ya son palpables.
Impacto inicial
Hasta ahora, Canadá y México han sido socios comerciales de Estados Unidos. Incluso la Ley de Reducción de la Inflación promovida por el Gobierno de Joe Biden, que favorecÃa a las compañÃas que produjeran en suelo estadounidense, contemplaba que parte de esa producción se realizara en estos paÃses.
Ambos paÃses se destacan por la fabricación de vehÃculos en grandes cantidades. Excepto Tesla, que produce todos sus autos en EE.UU., y Ford, que fabrica el 77% de sus vehÃculos allÃ, el resto de las compañÃas importan una gran parte. General Motors, por ejemplo, fabrica el 30% en Canadá y México; Nissan el 31% y Toyota el 27%.
En respuesta al impacto, Canadá ha anunciado un arancel del 25% a los coches estadounidenses que no cumplan el tratado de libre comercio T-MEC. Este acuerdo, que ha vinculado a los tres paÃses durante 60 años, permitÃa una exención de aranceles para fomentar una industria automotriz integrada.
Para ilustrar la complejidad de la nueva situación, la BBC describe el intrincado proceso de fabricación de un pistón, que cruza varias veces entre Estados Unidos, Canadá y México antes de ser finalmente ensamblado.
Los aranceles recÃprocos incrementarán los costos de los productos, afectando tanto al empleo como al volumen de ventas de automóviles. Stellantis ha anunciado medidas drásticas, comenzando con el retiro temporal de 900 empleados en EE.UU., distribuidos en cinco plantas y cuyas labores se interrumpirán debido al descenso en la producción causado por los aranceles.
Además, otros 4,500 trabajadores en Ontario, Canadá, estarán inactivos por dos semanas, y la planta de Toluca en México cerrará durante todo abril.
Aunque Ford se ve menos afectada, su CEO Jim Farley advirtió en febrero que un arancel del 25% en las fronteras con México y Canadá podrÃa causar una crisis en la industria estadounidense sin precedentes, según recoge The New York Times.
Este panorama tiene un impacto directo en España, que cuenta con un mercado relevante en Estados Unidos para la exportación de piezas automotrices. Allà se envÃa el 4% de estas piezas, mientras las empresas se preparan para los cambios que traerá la guerra comercial en México, donde hay muchas inversiones españolas.
El encarecimiento de productos o el traslado de producción a otros lugares son alternativas a considerar. Mercedes, por ejemplo, podrÃa dejar de vender su modelo GLA, pues los autos pequeños se vuelven menos rentables ante un arancel del 25%.
Volkswagen enfrenta un desafÃo significativo, ya que el 43% de sus ventas en EE.UU. se originan en Canadá y México, y otro 36% en Europa. Solo el 21% de sus ventas se produce dentro de EE.UU. Una posible estrategia es trasladar la producción de sus modelos más rentables a las plantas existentes en el paÃs. Según Automotive News, la empresa alemana ha ordenado suspender sus envÃos desde México y Europa.
Por su parte, Toyota, que ya habÃa reducido su producción, ha decidido disminuir las jornadas laborales en su planta de Guanajuato, México. En Honda, también se consideran medidas para reducir la producción, lo que podrÃa resultar en la suspensión temporal de empleados.
Foto | Honda y Luis Ramirez
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