El 1 de junio, a la hora pactada, unos camiones que llevaban semanas estacionados en diversos puntos de Rusia abrieron sus puertas. Fue entonces cuando un enjambre de más de 100 drones avanzados dio inicio a una misión cuyo objetivo eran varias bases aéreas cercanas a Moscú. Los drones, equipados con cargas explosivas, se activaron automáticamente al llegar a sus objetivos, marcando una operación histórica por el grado de sofisticación involucrado en la guerra de aparatos no tripulados, a pesar de haber perdido la señal antes de alcanzar sus metas.
Fue en ese instante cuando los algoritmos asumieron el control.
El nuevo rostro de la guerra. Este hecho, reportado por el Financial Times, destacó la carta secreta de Ucrania para asegurar el éxito de la operación Spiderweb.
La dinámica del conflicto en Europa del Este ha pasado a una nueva etapa, caracterizada por una rápida incorporación de la inteligencia artificial en los sistemas de combate, tanto de ataque como de defensa. En la operación Spiderweb, los drones lograron impactar con éxito bases militares rusas, alcanzando incluso aquellas más allá del Círculo Polar Ártico, lo que resultó fundamental.
Una generación avanzada. La operación, llevada a cabo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), no solo demostró la habilidad técnica y táctica de Kyiv para realizar ataques en territorio enemigo, sino que también resaltó la creciente relevancia de la automatización en el campo de batalla contemporáneo.
El ataque fue ejecutado con una nueva generación de drones desarrollados por la empresa First Contact, bajo la dirección de Valeriy Borovyk. Su modelo estrella, el Osa, se distingue por su sofisticación, materiales de alta calidad y capacidades de navegación autónoma, resistentes a condiciones adversas y sistemas de interferencia. Estos drones, que quintuplican el costo de los convencionales, fueron programados para seguir rutas predefinidas y detonar automáticamente al alcanzar su objetivo, aun después de perder la señal.
Mapa del SBU que ilustra los transportes de drones en camiones desde Cheliábinsk a las cinco bases aéreas rusas objetivo
Autonomía guiada. Según el medio, el diseño de estos drones no es exclusivo de una sola empresa. Yaroslav Azhnyuk, fundador de The Fourth Law, explicó que tanto Ucrania como Rusia están ampliando sus capacidades de despliegue de sistemas autónomos en etapas iniciales, pero aún con intervención humana en el guiado final. Azhnyuk ha suministrado sistemas con estas características a las líneas del frente desde hace un año, y otras compañías en Ucrania han seguido su ejemplo.
La idea de delegar decisiones finales a la inteligencia artificial en entornos donde las transmisiones pueden ser fácilmente bloqueadas por el adversario ha pasado de ser una ambición tecnológica a una necesidad táctica. Paralelamente, el Ministerio de Transformación Digital de Ucrania anunció recientemente la implementación de drones de carga capaces de volar 300 kilómetros y lanzar dos FPV autónomos, ampliando así el alcance operativo de estas herramientas.
Guerra furtiva. Anteriormente hablamos de esta noción en relación con la fibra óptica. En este conflicto de desgaste, la tecnología responde no solo a avances, sino a carencias. La escasez de misiles antiaéreos, artillería o municiones ha llevado a Ucrania a reinventarse constantemente. Fundaciones civiles como la Prytula Foundation, liderada por Bohdan Danyliv, han suplido la escasez con cientos de interceptores de ala fija que han derribado casi 250 drones rusos, demostrando que las soluciones ad hoc pueden ser tan efectivas como los sistemas tradicionales.
Rusia tampoco ha quedado rezagada. Ha identificado los drones ucranianos y ha respondido con modelos mejorados, muchos de ellos con tecnología autónoma, fibra óptica e incluso elementos extraídos de consolas de videojuegos estadounidenses, según los servicios de inteligencia ucranianos. Esta evolución evidencia una carrera tecnológica en la que las líneas entre lo civil y lo militar se difuminan cada vez más.
El desafío ruso. Como hemos comentado, una de las estrategias más sorprendentes ha sido la eficacia de los drones rusos conectados mediante cables de fibra óptica, una solución aparentemente simple pero sorprendentemente efectiva contra los sistemas de interferencia ucranianos. Esta tecnología, que permite a los operadores manejar drones sin preocuparse por bloqueos electrónicos, ha sido clave en la reciente ofensiva rusa en el área de Kursk, logrando avances significativos.
La respuesta ucraniana ha sido más lenta. Oleksandr Yakovenko, director de TAF Drones, admitió haber subestimado el potencial de esta técnica. Su empresa ahora trabaja para aumentar la producción a 10.000 drones con fibra óptica mensuales, aunque reconoce que necesitarían fabricar al menos 70.000 para igualar la capacidad ofensiva rusa.
Nuevo balance bélico. Es evidente que la guerra de drones ha dejado de ser un complemento para convertirse en el núcleo central del conflicto. En un entorno cargado de interferencias, recursos limitados y presiones geoestratégicas, Ucrania y Rusia se enfrentan en un desafío donde la innovación se ha vuelto una necesidad vital.
La inteligencia artificial, los sistemas autónomos, las redes de producción improvisadas y las adaptaciones inesperadas, como el uso de cables o piezas de videojuegos, redefinen los límites de lo posible. La cuestión que se alza para los próximos meses no es quién tiene más drones, sino quién logrará adaptarse más rápidamente en una guerra donde la inteligencia, en cualquiera de sus formas, ha emergido como el factor clave.
Imagen | Ssu.gov.ua
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