El impacto de Montoya en la octava edición de ‘La isla de las tentaciones’ parecÃa ser efÃmero, pero ha logrado trascender gracias a sus momentos virales. Su icónica escena de celos, la frenética carrera por la playa gritando en la noche y Sandra Barneda llamándolo con desesperación, han dejado su huella en este inicio de 2025.
Audiencias de récord. El fenómeno Montoya ha catapultado las cifras de audiencia del programa. La semana pasada, el show alcanzó un 14,9% de cuota, superando ‘El Hormiguero’ y quedando cerca de ‘La Revuelta’. Posteriormente, subió hasta un 21,4%. Su episodio del miércoles logró un 14.2%, y el más reciente alcanzó un 20.6%, dominando el horario frente a sus competidores.
Reconocimiento internacional. La popularidad de Montoya creció globalmente cuando Whoopi Goldberg y otros comenzaron a comentarlo. Marcas y eventos deportivos incorporaron el meme, ampliando su alcance. El siguiente paso fue adaptar a Montoya a otros idiomas.
La IA en acción. Era inevitable que la inteligencia artificial tomara el video viral de Montoya y lo tradujera a múltiples idiomas. Este video, promovido por Sensacine, ya goza de popularidad. Montoya se escucha ahora en árabe, italiano, chino, inglés, ruso, portugués, turco, alemán y francés, aunque la esencia andaluza del original sigue sin poder replicarse.
La IA para el humor. La traducción multilingüe es un uso eficaz de la IA, especialmente en contextos humorÃsticos donde los errores son parte de la diversión. El uso de la IA para el humor sigue siendo uno de sus mayores aciertos.
@sensacine ¡Esto es una fantasÃa! ¿Te imaginas cómo suena el montoyazo en ruso o en chino? #teleentiktok #quever #humorentiktok #montoyaporfavor #sabiasquetiktok #laisladelastentaciones
♬ sonido original – sensacine
El toque humano insuperable. A pesar de las traducciones, el doblaje al japonés por Hugo Carrasco, quien además crea contenido digital, se destaca por su calidad y humor. Su interpretación de Montoya, incluyendo expresiones españolas como «papafurita» y «Sandora» en japonés, culmina con un hilarante «Montoya-san».
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