El olivo es indiscutiblemente un símbolo de la cuenca mediterránea. Los extensos olivares han adornado los paisajes del sur de Europa y el Levante desde tiempos remotos. La longevidad de esta especie es tal que algunos olivos han compartido su existencia con los eventos más antiguos de la historia.
Un caso notable es el olivo de Vouves, situado en la isla griega de Creta.
Evaluaciones conservadoras sugieren que este árbol tiene alrededor de 2,000 años. Durante su vida, habría presenciado la división del imperio Romano, la caída de Bizancio y del imperio Otomano, así como el surgimiento de la Grecia moderna.
Estimaciones más ambiciosas indican que podría tener hasta 4,000 años. Esto lo convierte en un contemporáneo de figuras históricas como Pitágoras, Aristóteles o Alejandro Magno, y habría nacido en la época de Creta minoica, siendo un observador del colapso de la Edad del Bronce Tardía, un enigma histórico fascinante.
Lo más sorprendente es que el olivo de Vouves sigue produciendo frutos.
Esto suscita la curiosidad de muchos: ¿cómo es posible? ¿Qué hace a este y otros olivos tan duraderos?
El olivo (Olea europaea) tiene una esperanza de vida que, aunque no llega a ser milenaria, supera varios siglos. Se calcula que estos árboles viven unos 500 años, pero existe un debate sobre esta cifra. Un estudio de 2021 en la revista Dendrochronologia determinó que la mayoría de los “olivos monumentales” tienen edades máximas de entre 300 y 500 años.
Calcular la edad de un olivo es complejo. Las estimaciones para este árbol milenario varían entre 2,000 y 4,000 años, en parte debido a la dificultad de establecer con precisión su edad.
La dendrocronología, que estudia los anillos de crecimiento de los troncos para determinar la edad de un árbol, es sencilla en árboles talados; sin embargo, en olivos vivos el proceso se complica. El crecimiento irregular de sus troncos genera un patrón caótico que dificulta el conteo, como indica un estudio de 2013 en la revista PLOS One.
Este crecimiento peculiar podría estar relacionado con su longevidad. Según Scott Travers, biólogo de la Universidad Rutgers, en un artículo para Forbes, uno de los “secretos” detrás de su longevidad es la reproducción vegetativa o clonal. Esto permite al árbol consistir en múltiples esquejes provenientes de una misma raíz, permitiéndole sobrevivir a condiciones extremas, como incendios o cortes.
Otro factor de resistencia, según Travers, reside en su bioquímica, que le otorga mecanismos para reparar tejidos dañados y defenderse de patógenos. El mismo aceite que aprovechamos los humanos es utilizado por el árbol para protegerse.
Los venerables del entorno
España también tiene olivos milenarios, pero para encontrar un árbol comparable al de Vouves en edad, debemos ir a Portugal. Allí, en Abrantes, se encuentra un olivo que, según la Universidad de Trás-os-Montes and Alto Douro (UTAD), podría tener unos 3,350 años.
En España, destaca la Farga de Arión, situado en Tarragona, con una edad estimada de más de 1,700 años, lo cual significa que fue plantado en la época del emperador Constantino I.
Además de los olivos, otras especies como cedros, secuoyas e incluso dragos canarios pueden alcanzar edades que sobrepasan la proverbial longevidad de Matusalén.
Si bien los olivos tienen una larga vida, a menudo no figuran en las listas de los árboles más antiguos del mundo. Los pinos llamados Prometeo y Matusalén, pertenecientes a la especie Pinus longaeva, son los árboles no clonados más longevos conocidos, con edades superiores a 4,000 años.
Cuando Prometeo fue talado, los botánicos contaron más de 4,800 anillos, estimando su edad en unos 4,900 años. Matusalén también ha superado con creces los 4,800 años de vida.
Al considerar organismos clonales, encontramos árboles aún más antiguos. Por ejemplo, el bosque de Pando, que es el mayor organismo viviente del planeta, compuesto por miles de esquejes de un solo árbol clónico, podría tener unos 80,000 años, según algunas estimaciones.
Imagen | Eric Nagle, CC BY-SA 4.0
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