El cerebro humano tiene un «bug» innato: da por hecho lo que sus ojos observan. El inconveniente radica en que lo que los ojos perciben no siempre refleja la realidad. De aquà surgen los sesgos cognitivos.
Investigaciones recientes llevadas a cabo por economistas de las universidades de Uppsala (Suecia), George Mason (EEUU) y Toronto sugieren que muchas personas piensan que su situación económica es peor de lo que los datos indican.
Este tipo de percepción no solo incide a nivel individual, sino que también tiene repercusiones en las decisiones colectivas y en la formulación de polÃticas públicas relacionadas con la distribución de la riqueza y servicios.
La Propensión a Sentirse Más Pobre de lo que se es
Sin importar el nivel de ingresos, muchas personas tienden a ubicarse en un estrato económico inferior al que realmente pertenecen.
El estudio, que analizó más de 1.200 personas, reveló un patrón común: la percepción de ingresos se encuentra sistemáticamente por debajo de la realidad.
Los puntos presentes en el gráfico representan la percepción promedio de los diferentes percentiles de ingreso, mientras que la lÃnea diagonal indica cuando la percepción se alinea con la realidad. En otras palabras, los puntos por debajo de esta lÃnea sugieren que la percepción de ingresos está subestimada.
Es notable que gran parte de los puntos estén por debajo de la «lÃnea real» de percepción de ingresos, indicando que a partir del percentil 50, la mayorÃa cree que sus ingresos están por debajo de la media, lo cual, como se menciona en El Blog Salmón, es estadÃsticamente imposible.
Curiosamente, en los percentiles más bajos, se observa la tendencia opuesta, con una percepción de ingresos superior a la real.
Comparaciones con el Vecino
Este fenómeno se explica en gran medida por la comparación social. La falta de una visión clara de la distribución de ingresos lleva a las personas a evaluar su situación económica basándose en su entorno inmediato, como amigos o colegas.
En entornos urbanos, donde hay más personas con ingresos medios-altos, es más probable sentirse por debajo de la media, incluso si las estadÃsticas dicen lo contrario.
Las redes sociales y los medios de comunicación también intensifican esta percepción subestimada, al exponer a las personas a estilos de vida más acomodados.
La percepción errónea de ingresos es tan común que la OCDE ha desarrollado una herramienta que, al responder ciertas preguntas sobre la percepción económica, muestra esta desviación basada en datos de informes económicos anuales.
A pesar de ello, un estudio en Alemania reveló que ser consciente de este sesgo no cambia la percepción de los ingresos.
Incluso cuando los participantes recibieron información precisa sobre su verdadera posición en la escala de ingresos, su apoyo a polÃticas para reducir la desigualdad global no cambió significativamente. Es decir, aunque comprendieran que son más ricos de lo que creÃan, su disposición a apoyar polÃticas redistributivas no se alteró considerablemente.
Impacto en las PolÃticas Públicas
Cuando la percepción de ingresos es errónea, las polÃticas públicas podrÃan basarse en supuestos incorrectos.
Si la mayorÃa de la población se percibe en los tramos bajos, esto podrÃa ejercer una presión social y fiscal excesiva sobre los más pudientes e instaurar medidas redistributivas que no necesariamente beneficien a quienes más lo necesitan.
Según un informe de la Fundación Carolina, ignorar las percepciones subjetivas de la distribución de ingresos puede llevar a polÃticas económicas y sociales ineficaces y a una mala asignación de recursos.
Desde el punto de vista psicológico, esta percepción equivocada genera insatisfacción y desconfianza en las instituciones. Muchos sienten que no pueden avanzar, a pesar de que los datos muestran lo contrario.
Imagen | pexels (Ahsanjaya, Kaboompics.com)
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