Incremento de precios, desafÃos hÃdricos y climáticos, regulaciones de la Unión Europea, exigencias ambientales, plagas, jubilaciones, escasez de trabajadores, crisis industrial, competencia mundial… Los problemas del sector agrario en España se acumulan, pero las soluciones son escasas.
Especialmente porque la única solución viable a medio plazo es clara, aunque su implementación es extremadamente compleja: la agricultura de precisión.
¿Qué implica la agricultura de precisión? Como explicó recientemente Manuel F. Herrador, docente en la Escuela de IngenierÃa Civil de la UDC, en el futuro, los expertos podrÃan horrorizarse al descubrir que gran parte de nuestras prácticas de construcción se reducen a «fuerza bruta».
Estas mismas palabras describen perfectamente la agricultura de las últimas décadas. ‘Agricultura de precisión’ es una forma elegante de expresar nuestro esfuerzo por cambiar eso.
Y no resulta sencillo. Más aún porque el principal inconveniente de la agricultura tradicional es que continúa desarrollándose en sistemas abiertos. Es decir, entornos «casi impredecibles y llenos de riesgos en los que unas cuantas noches de heladas pueden resultar en pérdidas millonarias, hasta 9 millones de euros».
Históricamente, los esfuerzos por mejorar la agricultura se han centrado en «cerrar esa apertura». Desde 1850, cuando en los PaÃses Bajos comenzaron a utilizar invernaderos a nivel productivo, la estrategia clave ha sido crear ambientes fÃsicamente controlados. En España, esto es bien conocido.
Sin embargo, la estrategia de los invernaderos no es suficiente por sà sola.
¿Existe otra alternativa? La otra opción se basa en el control informacional de los ecosistemas en los que operamos. Actualmente, gracias a los satélites agrónomos, contamos con tecnologÃa que permite monitorizar en tiempo real plagas, enfermedades o la distribución del agua. Podemos hacer esto con una precisión de 30 centÃmetros (y con drones podrÃamos mejorar incluso más).
Además, es posible gestionar los cultivos de manera eficiente y personalizada. Las expectativas de esta gestión son grandes: «un estudio de PwC para la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) estima que fomentar la agricultura de precisión podrÃa incrementar la producción agrÃcola en más de 54.000 millones de euros para 2050».
Estamos hablando de una productividad ocho veces mayor que la actual.
¿Realmente tanto? Bueno, esa es «la promesa». Como indicó Roberto Ruiz, responsable de Negocio Agrario de BBVA, se trata de «gestionar mejor los insumos, controlar mejor los abonos, productos fitosanitarios, etcétera». El potencial es inmenso; el impacto real, depende de múltiples factores.
Es esencial recordar que no estamos hablando de un futuro lejano. Hace más de una década que contamos con soluciones de este tipo y los resultados comienzan a aparecer.
Entonces, ¿por qué no avanzamos hacia esa dirección? Esa es la gran pregunta, ¿verdad? España es un gigante agroganadero y lleva años enfrentando problemas significativos… ¿por qué el progreso en el campo es tan lento? ¿Nadie observa que el tiempo se les acaba?
La verdad es que sà lo perciben. Sin embargo, la situación es incierta y la falta de relevo generacional inmoviliza gran parte del sector, dificultando un avance. Esto da lugar a fenómenos como la financiarización del campo: capaces de resolver muchas de estas cuestiones, pero que también conllevan sus propios (y grandes) desafÃos.
España se juega su futuro agrario en los próximos años. La buena noticia es que sabemos cuál es el camino a seguir.
Imagen | Jed Owen
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