A apenas dos semanas de asumir la presidencia, Donald Trump ha presentado una política exterior agresiva que desafía las relaciones diplomáticas y los acuerdos internacionales. Entre estas iniciativas, destaca su controvertida propuesta de adquirir Groenlandia, o incluso, en el ámbito más extremo, conquistarla. Este vasto y helado territorio ha captado la atención del 47º presidente de los Estados Unidos, no solo por su ubicación estratégica sino también por sus preciados recursos naturales.
Un territorio inhóspito. En los últimos tiempos, Groenlandia ha emergido como un punto de interés intermitente debido a sus minerales estratégicos, que incluyen tierras raras, cobre y níquel. Tal como menciona Richard Milne en el Financial Times, Groenlandia ha intentado posicionarse como una alternativa occidental al dominio de China, pero los desafíos son significativos: condiciones climáticas extremas, falta de infraestructura y una economía dependiente de Dinamarca.
La visión de Trump. Javier Blas, experto en energía de Bloomberg, ha calificado la intención de Trump de adquirir Groenlandia como un acto absurdo que, aparte de ser impracticable, es también irrelevante desde el punto de vista de la seguridad nacional. Blas indica que el interés por los recursos de la isla, especialmente petróleo y minerales, no es reciente, pero los esfuerzos para extraerlos han sido infructuosos, como quedó demostrado con el fracaso de varios proyectos en la región.
Situación actual. A pesar de las décadas de expectativa, Groenlandia continúa siendo un terreno complicado para la inversión. Actualmente, solo una mina está operativa en la extracción de anortosita, usada en la producción de fibra de vidrio. Blas enfatiza en su crítica que las afirmaciones de J.D Vance sobre la «abundancia» de recursos son exageradas y no se ajustan a la realidad.
Una investigación geológica danesa de 2023 ha revelado al menos 50 áreas con potencial minero, aunque la mayoría se encuentra en regiones de difícil acceso en el Círculo Polar Ártico. El único yacimiento prometedor es el de tierras raras en Tanbreez, pero la realidad es que otros depósitos, situados al sur, son de menor escala y elevados costos de explotación.
Interés geopolítico. El renovado interés de Trump en Groenlandia va más allá de un simple capricho; responde a la importancia geopolítica de la isla. En 2019, propuso su compra, provocando un furor mediático y críticas globales. Sin embargo, las inversiones de Estados Unidos en la isla han sido escasas, con solo una empresa estadounidense con licencia de exploración, en comparación a las 23 de Canadá y el Reino Unido.
El factor chino. La creciente influencia de China en la producción de minerales críticos preocupa a Estados Unidos. A pesar de ser controladores del 90% de la producción global, los indicios de actividad china en Groenlandia son mínimos, evidenciados por la retirada de licencias a empresas chinas por falta de actividad y bloqueos a proyectos de tierras raras por parte del gobierno de Nuuk.
La fantasía versus la realidad. Lo cierto es que el supuesto potencial de Groenlandia sigue siendo más un mito que una realidad tangible. La falta de infraestructura, los altos costos y las condiciones extremas sostienen esta ilusión. Además, cada cierto tiempo surgen nuevas tendencias que prometen solucionar la escasez mundial de minerales, como la minería marina o espacial, pero las promesas a menudo chocan con la realidad económica y técnica.
Imagen | Pixabay
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