Durante tu próxima visita a las tiendas de Londres (y en muchas otras partes del mundo) es casi inevitable que te encuentres escuchando en repetición el celebérrimo ‘All I Want for Christmas Is You’ de Mariah Carey. Sin embargo, hubo una época en el siglo XVIII en la que las festividades en la City estaban acompañadas por un canto radicalmente distinto. Allá por 1647, lo que resonaba era «¡No Christmas, no Christmas!» proclamado por los pregoneros, y en lugar de Papanoeles, las calles de la capital eran recorridas por militares que vigilaban que nadie decorara sus hogares con ramillas de acebo.
La explicación es sencilla: la Navidad estaba prohibida.
Di no a las Navidades. Sorprende pensar en esto al borde de 2025, en un momento donde las Navidades son vistas como una de las épocas más agradables del año y las ciudades gastan sumas importantes en iluminar sus calles con millones de luces LED. No obstante, el escenario era muy diferente en las islas británicas en el siglo XVII. En un contexto polÃtico, social y religioso lleno de tensiones, marcado por la guerra civil inglesa, las autoridades tomaron la decisión de prohibir por completo la celebración de las Navidades. En 1647, el Parlamento aprobó una ordenanza que eliminaba cualquier tipo de festividad navideña.
Se acabó la fiesta (por decreto). Conocida como ‘Ordinance for Abolishing of Festivals’, la norma fue aprobada en junio de 1647, y su intención era inequÃvoca: al declarar las festividades navideñas, Pascua, Pentecostés y otros «DÃas Santos» como supersticiosos, la Cámara legislativa ordenó su abolición total, afirmando que «no se observarán como festividades o dÃas santos en este Reino de Inglaterra y el dominio de Gales, sin importar cualquier ley o costumbre».
Según Martyn Bennet, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Nottingham Trent, en un artÃculo de The Conversation, la prohibición de la Navidad se extendió a los territorios de Inglaterra (que entonces incluÃa Gales), Escocia e Irlanda. Esta prohibición prevaleció durante varios años, prohibiendo las celebraciones en los hogares bajo amenaza de multas, e incluyó a los negocios, que debÃan abrir el 25 de diciembre como si fuera un dÃa ordinario. El Parlamento, a cambio, estableció dÃas festivos de carácter secular.
Un reflejo de su tiempo. Aunque pueda parecer sorprendente la prohibición de las Navidades por ley, se entiende mejor en el complejo contexto social y polÃtico de la Gran Bretaña del XVII. La ordenanza de 1647 no era completamente novedosa, sino una extensión de una ley anterior de 1644, que impidió celebrar oficios religiosos al coincidir el 25 de diciembre con el dÃa de oración y ayuno mensual del Parlamento.
En 1645, dos años antes de la ordenanza «anti Navideña», se habÃa aprobado un «directorio de culto público» que establecÃa nuevas formas de celebración para la Iglesia anglicana, instruyendo que las festividades como Navidad o Pascua no deberÃan ir acompañadas de servicios especiales.
¿Y todo eso, por qué? La respuesta radica en la religión y la polÃtica. Aunque las Navidades de la segunda mitad de la década de 1640 no se celebraban de manera ortodoxa en Gran Bretaña, estos tampoco eran tiempos tranquilos polÃticamente. Entre 1642 y 1651, el reino vivió las guerras civiles inglesas entre realistas y parlamentarios. La ordenanza «anti Navidad» de 1647 llegó poco después de la primera guerra civil, donde los parlamentarios derrotaron a los partidarios de Carlos I.
En este contexto, los puritanos aprovecharon su influencia en el Parlamento para combatir la Navidad, considerando sus celebraciones y cánticos como aborrecibles. No solo no hallaban justificación bÃblica para el festejo, sino que lo consideraban una tradición «papista» y veÃan sus métodos de celebración como pecaminosos.
En el XVII como en el XXI. Aunque existan diferencias históricas evidentes, las similitudes entre cómo se celebraba la Navidad en la Inglaterra del siglo XVII y en la actualidad no son pocas. El 25 de diciembre se conmemoraba el nacimiento de Cristo, iniciando un periodo de festividades hasta el 5 de enero. Se realizaban servicios especiales en las iglesias, las casas se decoraban con acebo, hiedras y muérdago, los negocios reducÃan sus horarios, habÃa representaciones teatrales, cánticos, y se organizaban banquetes con pavo y pasteles de carne, acompañados de cerveza.
Una fiestas «inaceptables». Bajo el nuevo régimen presbiteriano, estas celebraciones se consideraron excesivas, y por tanto, se limitaron. «Las festividades de los 12 dÃas de Navidad se consideraron inaceptables. Los comercios debÃan permanecer abiertos durante todo el periodo, incluso el dÃa de Navidad. Se prohibieron los adornos navideños y otras tradiciones como los banquetes y el consumo festivo de alcohol», explica el profesor Martyn Bennet en The Conversation.
¿Y cómo reaccionó el pueblo? Renunciar a las celebraciones navideñas no fue del agrado de todos, y como era de esperar, hubo quienes decidieron ignorar la ley. Aunque los villancicos no podÃan cantarse abiertamente, las autoridades puritanas enfrentaron dificultades para evitar que se hiciera de manera clandestina. Algunas personas incluso desafiaron abiertamente las restricciones, lo que ocasionó enfrentamientos, en ocasiones violentos, con la justicia.
En Norwich, el alcalde permitió que sus ciudadanos celebraran la Navidad como de costumbre, lo que resultó en disturbios, al igual que en Bury St. Edmund o Ipswich. Bennet destaca casos en los que la tensión se intensificó dramáticamente: en la primavera de 1648, los residentes de Norwich se movilizaron para evitar que su alcalde tuviera que enfrentar a las autoridades en Londres por su permisividad hacia las Navidades, resultando en una revuelta considerable que dejó numerosas vÃctimas.
De la religión a la polÃtica. Aunque pueda parecer exagerado que los villancicos y banquetes navideños incitaran revueltas, en la Gran Bretaña del XVII, la Navidad era más que religión y fiesta; era polÃtica y poder. Se vivieron tensiones en Kent y Canterbury, donde colgar acebos en las puertas simbolizaba un acto de rebeldÃa, y se creó una balada popular, ‘El mundo al revés’, para criticar la prohibición de las Navidades.
El Parlamento, lejos de ceder, reforzó su veto en 1652 y aumentó los esfuerzos para reprimir las celebraciones en 1655. Asistir a servicios navideños se castigaba con multas y los negocios no podÃan cerrar el dÃa de Navidad.
¿Problema u oportunidad? Estas medidas fueron inútiles. En 1656, el Parlamento lamentó que la población ignorara las restricciones. Desde el bando realista, esta represión de la Navidad fue utilizada estratégicamente para fomentar su causa.
Después del veto de 1647, los monárquicos ayudaron a canalizar el descontento popular y promovieron revueltas. Algunos historiadores creen que la represión de la Navidad ayudó a reavivar la guerra civil. Para demostrar la carga polÃtica de las fiestas, tras la Restauración monárquica en 1660, las autoridades anularon la legislación aprobada desde 1642 y, por supuesto, permitieron nuevamente las celebraciones con acebo, villancicos, banquetes de pavo y cerveza entre el 25 de diciembre y 5 de enero.
Imágenes | Wikipedia 1 y 2
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